Validador de discapacidad

listenButton1.onclick = function(){ if(responsiveVoice.isPlaying()){ responsiveVoice.cancel(); }else{ responsiveVoice.speak("\"Por favor, presione el botón para tomar una selfie. Encuadre la cara dentro del óvalo. Alinee la cara al marco. Guiñe el ojo. Mire al centro. Mire hacia arriba. Mire hacia abajo. Busque a una vieja, pelando ajo\". OK, no, lo último no. ¿Pero el resto, no te suena familiar? Y vos me dirás: \"¡Claro! Estás hablando del validador de identidad\". No, no, se llama validador de discapacidad. ¿He? Sí, así es. Paso a explicarte. Todas las apps bancarias, y billeteras virtuales, entre otros servicios, poseen un método de reconocimiento facial, con el cual, casi cualquier persona puede validar que es real, y que no es un robot. Entre las más conocidas, podemos nombrar a Ualá, Mercadopago, BNA+ (del banco nación), la app del banco Galicia, entre otros. En cuanto al resto de los servicios, uber, Cabify, o la app Mi Argentina, del gobierno nacional, también poseen este método. Pero el problema se presenta cuando esta validación debe hacerla una persona con discapacidad. Una amiga me contó el año pasado que tuvo que cerrar su cuenta en el banco nación, porque nadie pudo ayudarla a hacerlo. Y es que, claro, como es una selfie y exige movimientos de rostros, imagino yo que cuesta que otra persona que no sea una misma, haga ese enfoque. Y algo similar sucede con el resto de las apps mencionadas. Aclarar que, en cuanto a la lucha por la accesibilidad se refiere, no hago distinciones de ningún tipo. Es decir, no me caso con nadie, literalmente. Si conocen otras apps con las que hayan tenido el mismo problema, pueden dejarlas en comentarios, y las iré agregando. Continuemos: Una persona con discapacidad visual, y personas con ciertos tipos de discapacidad motriz o con alguna afección en los ojos o en el rostro, no puede realizar esta validación, de forma accesible. Acá, Martín Dilucio lo explica mejor. ¿Y qué se hace? La primer opción sugerida es que nos ayude un familiar. OK, perfecto. Quienes tenemos personas que ven cerca, podemos intentarlo, que no significa que finalmente podamos lograrlo. Pero de poder, podemos. Pero existen quienes no. Una chica que vino del interior, y está viviendo sola, me contó que se quiso hacer la tarjeta Ualá, y no pudo por esa misma razón. Tiene discapacidad visual total, y no tiene a nadie que la ayude. Cuando la cuenta ya está creada, es cuando corre esto que digo de, validación de discapacidad. ¿Por qué? Porque necesitamos notificar al soporte técnico que no podemos hacerlo. Entonces, después de sugerirnos la primera, y ver que no es posible, viene la segunda opción. Desactivar esa validación de la cuenta. Es lo que hacen la mayoría, ya que, no existe una alternativa accesible, a ese método de validación. Al menos, no que yo conozca, o que se haya aplicado hasta ahora. Y si grandes empresas como Ualá o mercado pago no lo aplican... ¿Qué queda para el resto? No importa realmente. Lo que importa es que hay que poner este tema sobre la mesa. Porque somos muchos usuarios con discapacidad que queremos, y tenemos el derecho de poder elegir qué servicio preferimos. Pero no es así. Si eso funcionara bien, no debería haber ninguna diferencia entre los usuarios. Todos, deberíamos poder acceder en igualdad de condiciones. Mejor me dejo de viajar por mundos de fantasía, que eso es para otras cosas que estoy escribiendo, y vuelvo a la realidad. Pero insisto en esto. Lo llamo \"validador de discapacidad\", porque a diferencia del resto de los usuarios, tenemos que aclarar que poseemos la condición de discapacidad, para poder acceder al servicio. Yo tuve este tipo de problema. Acá pueden ver el hilo de twitter en el que lo cuento, y las repercusiones que ha tenido, incluso con una respuesta del propio ceo de Ualá. Hoy, al fin desactivaron la validación (porque intenté de miles de formas con alguien que ve antes) y pude ingresar, y utilizar mi cuenta. Pero, volvamos a la chica que vive sola. ¿Qué solución habría para ella? Paula Maciel, de la Comunidad de DALAT propuso que se utilice el viejo y querido llamado telefónico, vamos, que como cuando llamamos al centro de atención al cliente, y se valide la identidad con personas humanas, respondiendo preguntas de seguridad, que solo el usuario sabría. Pero... ¿Personas humanas? ¿Qué es eso? En aras del progreso de la tecnología, el contacto humano con las compañías, ha ido en detrimento. Todo son chats, todo son contactos online, todo mails que, en lugar de responder al instante, responden en horas, o a veces días. Y, oiga, que yo no estoy en contra de que la tecnología avance. Pero si mejoramos las cosas para que otros derechos se vean vulnerados, ahí tenemos un problema. Marina Piemonte, también de la comunidad, lanzó una petición online para que el banco nación sea accesible. A un año de esto, el banco no solo no hizo nada, si no que sigue siendo inaccesible. Miles de personas con discapacidad cobran sus pensiones mediante ese banco, y muchos de quienes trabajan para el estado, también. ¿Qué más necesitamos hacer para que esto cambie? ¿Qué otra alternativa se puede ofrecer? La ley de accesibilidad web, quedó obsoleta. como se explica en la comunidad también, la disposición del banco central sobre accesibilidad digital, no viene a hacer más que empeorar las cosas, y prestar a confusión. Esto quiere decir, que del lado legal, tampoco tenemos gran ayuda. Sigamos del lado tecnológico, a ver... Si entran a mi tweet, y ven las respuestas, van a encontrar varias soluciones interesantes, que podrían llegar a funcionar. Primero, lo básico. ¿Por qué no se puede usar como validador, la propia huella digital? Esto lo pregunto desde la ignorancia también. Tal vez, no sea tan segura como se cree. Las apps bancarias que uso, me piden la huella digital para iniciar sesión cada vez. En algunas de ellas, solo he tenido que validar mi identidad la primera vez, y ya no hizo falta de nuevo. ¿Por qué el resto, no puede hacer lo mismo? Un sistema de reconocimiento de voz. Bueno, mediante un entrenamiento, se puede utilizar la voz como validador, al estilo de los asistentes más conocidos, Alexa, Siri y Google. Yo propongo otra cosa, a ver qué tan difícil suena. Hay cámaras accesibles ya para IPhone, y Android. Se podría crear simplemente, una cámara que te vaya guiando cuando hacés el reconocimiento, mediante el lector de pantalla, y que, para que no tengas que mover la cámara, que al pasar... No sé, 5 segundos desde que dejamos la cámara quieta, saque la foto sola. Claro que, seguimos teniendo el problema de la discapacidad motriz, y eso no es negociable tampoco. Cave destacar que, Mercado Libre está trabajando en un validador de identidad accesible, lo que abre un poco el paraguas, pero deja al menos la certeza de que, alguien se está ocupando del tema, y no todo está perdido. Por último, en cuanto a la seguridad en sí de la validación de identidad mediante el rostro, se suele pensar que es infalible. Pero conozcamos la historia de este señor, quien logra engañar al sistema de validación con un ojo de cartón. Para finalizar, al menos por ahora, comentarles que, mediante el hashtag #YoElijoAccesible, en twitter, denunciamos la falta de accesibilidad de diversas aplicaciones, y por el motivo que sea. Los invito a sumarse y denunciar ustedes también, todas aquellas apps, que no sean accesibles. Ideas, aportes, comentarios, acá en el blog, en el propio twitter, o en cualquiera de mis redes sociales, o de la comunidad de DALAT. ¡Saluditos, y hasta la próxima!", "Spanish Latin American Female"); } };

“Por favor, presione el botón para tomar una selfie. Encuadre la cara dentro del óvalo. Alinee la cara al marco. Guiñe el ojo. Mire al centro. Mire hacia arriba. Mire hacia abajo. Busque a una vieja, pelando ajo”. OK, no, lo último no. ¿Pero el resto, no te suena familiar? Y vos me dirás: “¡Claro! Estás hablando del validador de identidad”. No, no, se llama validador de discapacidad. ¿He? Sí, así es. Paso a explicarte. Todas las apps bancarias, y billeteras virtuales, entre otros servicios, poseen un método de reconocimiento facial, con el cual, casi cualquier persona puede validar que es real, y que no es un robot.

Entre las más conocidas, podemos nombrar a Ualá, Mercadopago, BNA+ (del banco nación), la app del banco Galicia, entre otros. En cuanto al resto de los servicios, uber, Cabify, o la app Mi Argentina, del gobierno nacional, también poseen este método. Pero el problema se presenta cuando esta validación debe hacerla una persona con discapacidad. Una amiga me contó el año pasado que tuvo que cerrar su cuenta en el banco nación, porque nadie pudo ayudarla a hacerlo. Y es que, claro, como es una selfie y exige movimientos de rostros, imagino yo que cuesta que otra persona que no sea una misma, haga ese enfoque. Y algo similar sucede con el resto de las apps mencionadas. Aclarar que, en cuanto a la lucha por la accesibilidad se refiere, no hago distinciones de ningún tipo. Es decir, no me caso con nadie, literalmente. Si conocen otras apps con las que hayan tenido el mismo problema, pueden dejarlas en comentarios, y las iré agregando. Continuemos: Una persona con discapacidad visual, y personas con ciertos tipos de discapacidad motriz o con alguna afección en los ojos o en el rostro, no puede realizar esta validación, de forma accesible. Acá, Martín Dilucio lo explica mejor. ¿Y qué se hace? La primer opción sugerida es que nos ayude un familiar. OK, perfecto. Quienes tenemos personas que ven cerca, podemos intentarlo, que no significa que finalmente podamos lograrlo. Pero de poder, podemos. Pero existen quienes no. Una chica que vino del interior, y está viviendo sola, me contó que se quiso hacer la tarjeta Ualá, y no pudo por esa misma razón. Tiene discapacidad visual total, y no tiene a nadie que la ayude.

Cuando la cuenta ya está creada, es cuando corre esto que digo de, validación de discapacidad. ¿Por qué? Porque necesitamos notificar al soporte técnico que no podemos hacerlo. Entonces, después de sugerirnos la primera, y ver que no es posible, viene la segunda opción. Desactivar esa validación de la cuenta. Es lo que hacen la mayoría, ya que, no existe una alternativa accesible, a ese método de validación. Al menos, no que yo conozca, o que se haya aplicado hasta ahora. Y si grandes empresas como Ualá o mercado pago no lo aplican… ¿Qué queda para el resto? No importa realmente. Lo que importa es que hay que poner este tema sobre la mesa. Porque somos muchos usuarios con discapacidad que queremos, y tenemos el derecho de poder elegir qué servicio preferimos. Pero no es así. Si eso funcionara bien, no debería haber ninguna diferencia entre los usuarios. Todos, deberíamos poder acceder en igualdad de condiciones. Mejor me dejo de viajar por mundos de fantasía, que eso es para otras cosas que estoy escribiendo, y vuelvo a la realidad. Pero insisto en esto. Lo llamo “validador de discapacidad”, porque a diferencia del resto de los usuarios, tenemos que aclarar que poseemos la condición de discapacidad, para poder acceder al servicio.

Yo tuve este tipo de problema. Acá pueden ver el hilo de twitter en el que lo cuento, y las repercusiones que ha tenido, incluso con una respuesta del propio ceo de Ualá. Hoy, al fin desactivaron la validación (porque intenté de miles de formas con alguien que ve antes) y pude ingresar, y utilizar mi cuenta. Pero, volvamos a la chica que vive sola. ¿Qué solución habría para ella? Paula Maciel, de la Comunidad de DALAT propuso que se utilice el viejo y querido llamado telefónico, vamos, que como cuando llamamos al centro de atención al cliente, y se valide la identidad con personas humanas, respondiendo preguntas de seguridad, que solo el usuario sabría. Pero… ¿Personas humanas? ¿Qué es eso? En aras del progreso de la tecnología, el contacto humano con las compañías, ha ido en detrimento. Todo son chats, todo son contactos online, todo mails que, en lugar de responder al instante, responden en horas, o a veces días. Y, oiga, que yo no estoy en contra de que la tecnología avance. Pero si mejoramos las cosas para que otros derechos se vean vulnerados, ahí tenemos un problema.

Marina Piemonte, también de la comunidad, lanzó una petición online para que el banco nación sea accesible. A un año de esto, el banco no solo no hizo nada, si no que sigue siendo inaccesible. Miles de personas con discapacidad cobran sus pensiones mediante ese banco, y muchos de quienes trabajan para el estado, también. ¿Qué más necesitamos hacer para que esto cambie? ¿Qué otra alternativa se puede ofrecer? La ley de accesibilidad web, quedó obsoleta. como se explica en la comunidad también, la disposición del banco central sobre accesibilidad digital, no viene a hacer más que empeorar las cosas, y prestar a confusión. Esto quiere decir, que del lado legal, tampoco tenemos gran ayuda. Sigamos del lado tecnológico, a ver…

Si entran a mi tweet, y ven las respuestas, van a encontrar varias soluciones interesantes, que podrían llegar a funcionar. Primero, lo básico. ¿Por qué no se puede usar como validador, la propia huella digital? Esto lo pregunto desde la ignorancia también. Tal vez, no sea tan segura como se cree. Las apps bancarias que uso, me piden la huella digital para iniciar sesión cada vez. En algunas de ellas, solo he tenido que validar mi identidad la primera vez, y ya no hizo falta de nuevo. ¿Por qué el resto, no puede hacer lo mismo?

Un sistema de reconocimiento de voz. Bueno, mediante un entrenamiento, se puede utilizar la voz como validador, al estilo de los asistentes más conocidos, Alexa, Siri y Google.

Yo propongo otra cosa, a ver qué tan difícil suena. Hay cámaras accesibles ya para IPhone, y Android. Se podría crear simplemente, una cámara que te vaya guiando cuando hacés el reconocimiento, mediante el lector de pantalla, y que, para que no tengas que mover la cámara, que al pasar… No sé, 5 segundos desde que dejamos la cámara quieta, saque la foto sola. Claro que, seguimos teniendo el problema de la discapacidad motriz, y eso no es negociable tampoco.

Cave destacar que, Mercado Libre está trabajando en un validador de identidad accesible, lo que abre un poco el paraguas, pero deja al menos la certeza de que, alguien se está ocupando del tema, y no todo está perdido.

Por último, en cuanto a la seguridad en sí de la validación de identidad mediante el rostro, se suele pensar que es infalible. Pero conozcamos la historia de este señor, quien logra engañar al sistema de validación con un ojo de cartón.

Para finalizar, al menos por ahora, comentarles que, mediante el hashtag #YoElijoAccesible, en twitter, denunciamos la falta de accesibilidad de diversas aplicaciones, y por el motivo que sea. Los invito a sumarse y denunciar ustedes también, todas aquellas apps, que no sean accesibles.

Ideas, aportes, comentarios, acá en el blog, en el propio twitter, o en cualquiera de mis redes sociales, o de la comunidad de DALAT. ¡Saluditos, y hasta la próxima!




Una palabra

listenButton2.onclick = function(){ if(responsiveVoice.isPlaying()){ responsiveVoice.cancel(); }else{ responsiveVoice.speak("\"Por favor, presione el botón para tomar una selfie. Encuadre la cara dentro del óvalo. Alinee la cara al marco. Guiñe el ojo. Mire al centro. Mire hacia arriba. Mire hacia abajo. Busque a una vieja, pelando ajo\". OK, no, lo último no. ¿Pero el resto, no te suena familiar? Y vos me dirás: \"¡Claro! Estás hablando del validador de identidad\". No, no, se llama validador de discapacidad. ¿He? Sí, así es. Paso a explicarte. Todas las apps bancarias, y billeteras virtuales, entre otros servicios, poseen un método de reconocimiento facial, con el cual, casi cualquier persona puede validar que es real, y que no es un robot. Entre las más conocidas, podemos nombrar a Ualá, Mercadopago, BNA+ (del banco nación), la app del banco Galicia, entre otros. En cuanto al resto de los servicios, uber, Cabify, o la app Mi Argentina, del gobierno nacional, también poseen este método. Pero el problema se presenta cuando esta validación debe hacerla una persona con discapacidad. Una amiga me contó el año pasado que tuvo que cerrar su cuenta en el banco nación, porque nadie pudo ayudarla a hacerlo. Y es que, claro, como es una selfie y exige movimientos de rostros, imagino yo que cuesta que otra persona que no sea una misma, haga ese enfoque. Y algo similar sucede con el resto de las apps mencionadas. Aclarar que, en cuanto a la lucha por la accesibilidad se refiere, no hago distinciones de ningún tipo. Es decir, no me caso con nadie, literalmente. Si conocen otras apps con las que hayan tenido el mismo problema, pueden dejarlas en comentarios, y las iré agregando. Continuemos: Una persona con discapacidad visual, y personas con ciertos tipos de discapacidad motriz o con alguna afección en los ojos o en el rostro, no puede realizar esta validación, de forma accesible. Acá, Martín Dilucio lo explica mejor. ¿Y qué se hace? La primer opción sugerida es que nos ayude un familiar. OK, perfecto. Quienes tenemos personas que ven cerca, podemos intentarlo, que no significa que finalmente podamos lograrlo. Pero de poder, podemos. Pero existen quienes no. Una chica que vino del interior, y está viviendo sola, me contó que se quiso hacer la tarjeta Ualá, y no pudo por esa misma razón. Tiene discapacidad visual total, y no tiene a nadie que la ayude. Cuando la cuenta ya está creada, es cuando corre esto que digo de, validación de discapacidad. ¿Por qué? Porque necesitamos notificar al soporte técnico que no podemos hacerlo. Entonces, después de sugerirnos la primera, y ver que no es posible, viene la segunda opción. Desactivar esa validación de la cuenta. Es lo que hacen la mayoría, ya que, no existe una alternativa accesible, a ese método de validación. Al menos, no que yo conozca, o que se haya aplicado hasta ahora. Y si grandes empresas como Ualá o mercado pago no lo aplican... ¿Qué queda para el resto? No importa realmente. Lo que importa es que hay que poner este tema sobre la mesa. Porque somos muchos usuarios con discapacidad que queremos, y tenemos el derecho de poder elegir qué servicio preferimos. Pero no es así. Si eso funcionara bien, no debería haber ninguna diferencia entre los usuarios. Todos, deberíamos poder acceder en igualdad de condiciones. Mejor me dejo de viajar por mundos de fantasía, que eso es para otras cosas que estoy escribiendo, y vuelvo a la realidad. Pero insisto en esto. Lo llamo \"validador de discapacidad\", porque a diferencia del resto de los usuarios, tenemos que aclarar que poseemos la condición de discapacidad, para poder acceder al servicio. Yo tuve este tipo de problema. Acá pueden ver el hilo de twitter en el que lo cuento, y las repercusiones que ha tenido, incluso con una respuesta del propio ceo de Ualá. Hoy, al fin desactivaron la validación (porque intenté de miles de formas con alguien que ve antes) y pude ingresar, y utilizar mi cuenta. Pero, volvamos a la chica que vive sola. ¿Qué solución habría para ella? Paula Maciel, de la Comunidad de DALAT propuso que se utilice el viejo y querido llamado telefónico, vamos, que como cuando llamamos al centro de atención al cliente, y se valide la identidad con personas humanas, respondiendo preguntas de seguridad, que solo el usuario sabría. Pero... ¿Personas humanas? ¿Qué es eso? En aras del progreso de la tecnología, el contacto humano con las compañías, ha ido en detrimento. Todo son chats, todo son contactos online, todo mails que, en lugar de responder al instante, responden en horas, o a veces días. Y, oiga, que yo no estoy en contra de que la tecnología avance. Pero si mejoramos las cosas para que otros derechos se vean vulnerados, ahí tenemos un problema. Marina Piemonte, también de la comunidad, lanzó una petición online para que el banco nación sea accesible. A un año de esto, el banco no solo no hizo nada, si no que sigue siendo inaccesible. Miles de personas con discapacidad cobran sus pensiones mediante ese banco, y muchos de quienes trabajan para el estado, también. ¿Qué más necesitamos hacer para que esto cambie? ¿Qué otra alternativa se puede ofrecer? La ley de accesibilidad web, quedó obsoleta. como se explica en la comunidad también, la disposición del banco central sobre accesibilidad digital, no viene a hacer más que empeorar las cosas, y prestar a confusión. Esto quiere decir, que del lado legal, tampoco tenemos gran ayuda. Sigamos del lado tecnológico, a ver... Si entran a mi tweet, y ven las respuestas, van a encontrar varias soluciones interesantes, que podrían llegar a funcionar. Primero, lo básico. ¿Por qué no se puede usar como validador, la propia huella digital? Esto lo pregunto desde la ignorancia también. Tal vez, no sea tan segura como se cree. Las apps bancarias que uso, me piden la huella digital para iniciar sesión cada vez. En algunas de ellas, solo he tenido que validar mi identidad la primera vez, y ya no hizo falta de nuevo. ¿Por qué el resto, no puede hacer lo mismo? Un sistema de reconocimiento de voz. Bueno, mediante un entrenamiento, se puede utilizar la voz como validador, al estilo de los asistentes más conocidos, Alexa, Siri y Google. Yo propongo otra cosa, a ver qué tan difícil suena. Hay cámaras accesibles ya para IPhone, y Android. Se podría crear simplemente, una cámara que te vaya guiando cuando hacés el reconocimiento, mediante el lector de pantalla, y que, para que no tengas que mover la cámara, que al pasar... No sé, 5 segundos desde que dejamos la cámara quieta, saque la foto sola. Claro que, seguimos teniendo el problema de la discapacidad motriz, y eso no es negociable tampoco. Cave destacar que, Mercado Libre está trabajando en un validador de identidad accesible, lo que abre un poco el paraguas, pero deja al menos la certeza de que, alguien se está ocupando del tema, y no todo está perdido. Por último, en cuanto a la seguridad en sí de la validación de identidad mediante el rostro, se suele pensar que es infalible. Pero conozcamos la historia de este señor, quien logra engañar al sistema de validación con un ojo de cartón. Para finalizar, al menos por ahora, comentarles que, mediante el hashtag #YoElijoAccesible, en twitter, denunciamos la falta de accesibilidad de diversas aplicaciones, y por el motivo que sea. Los invito a sumarse y denunciar ustedes también, todas aquellas apps, que no sean accesibles. Ideas, aportes, comentarios, acá en el blog, en el propio twitter, o en cualquiera de mis redes sociales, o de la comunidad de DALAT. ¡Saluditos, y hasta la próxima!", "Spanish Latin American Female"); } };

Una palabra, no dice nada. Y al mismo tiempo, esconde un microcuento. ¡Buenas de nuevo! Acá, continuamos con esta serie de microcuentos, mientras que parafraseamos al cantautor cubano Carlos Varela. En esta oportunidad, en algunos casos fueron palabras que se me venían a la mente, así, de la nada. En otros, palabras que pedí que me sugirieran tanto en la lista de difusión del blog por whatsapp, como por redes sociales. ¿Te gustaría participar? ¿Tenés tus propios microcuentos para subir? ¡No dudes en compartirlos en las redes! Y bueno, añadir que, si bien los comparto en estados de whatsapp e historias de redes sociales, y obvio, en twitter, la mejor red social del mundo, y sin duda la única de microblogging que realmente vale la pena, lo que ocurre, es que, a menos que tengan una reacción o algo así, olvido fijarme quien los vio. Así que en realidad, no sé si esto de darle difusión así, está funcionando. Pero en fin, nada de eso importa, ya que, sea como sea, sí van a quedar subidos al blog, para que estén disponibles para todos mis lectores. Sin más que decir por el momento, acá empezamos.

Una palabra

  1. Calle. Sabía que tenía que cruzar la calle. Esperó a que el semáforo cambiara, y lo hizo. Y del otro lado, se encontró nada más y nada menos, que con una versión distinta de sí misma. Parecida hasta en el más mínimo detalle. Pero tan diferente, como el agua y el aceite.
  2. Dulce. “qué dulce sos”, le dijo él. Dicen que ciertos tipos de veneno, también lo son”, le respondió ella. Se le acercó, y mientras lo besaba, lo apuñaló con una tijera en el cuello. Continuaba sonriendo como loca horas después, cuando la encontraron junto a su cadáver.
  3. Lluvia. Siempre que salía a caminar, lo hacía bajo la lluvia. Le traía paz, calma, tranquilidad. Curaba así, todas sus penas y males. Pero un día, al tiempo de haber salido, dejó de llover. Y ella, dejó de caminar, para empezar a correr. Esta vez, bajo el cálido sol.
  4. Piedra. “Las personas se van para que otras lleguen a nuestras vidas. No es tan difícil soltar, dejar ir. Casi nunca veo a la misma persona 2 veces”, le dijo. “Qué fácil es para alguien que tiene el corazón de piedra”. Le respondió la joven, mirando de frente a la estatua.
  5. Cama. Se despertó a las 3 de la mañana. A las 5, ya estaba cansada de dar vueltas en la cama. Se levantó, se preparó un café, y decidió empezar el día más temprano. Lo que no sabía, era que era el último día de su vida. Quizás sabiéndolo, podría haber dormido un poco más.
  6. Pogo. Y después del pogo más grande de su vida, comprendió que la verdadera felicidad, estaba en disfrutar con todo su ser, de los buenos momentos. Porque cada uno de ellos, era único e irrepetible.
  7. Cómplice. “Necesito un cómplice”. Dijo ella. “Para qué? Para enterrar un cadáver”? Le preguntó su amiga. “No, se me da mejor la cocina que la jardinería. Mejor lo cortamos, lo metemos en el congelador, y mañana tenemos carne para hacer empanadas”.
  8. Asesina. La asesina miró con desprecio el cadáver frente a ella. Su última víctima. Ojalá le pagaran más por matar a personas importantes. Debería exigir un poco más. Al fin y al cabo, el trabajo sucio, lo hacía ella. Le pegó con una ramita que encontró, y se fue.
  9. Flor. Pensó en llevarle una flor, en hacérsela llegar de alguna forma. Con una amiga? Entendería el mensaje? Al final, desistió. A veces, la primavera es para todos. A veces, solo para algunos. Y llegó a la conclusión, de que era ella misma, quien debía florecer.
  10. Lentes. Sus lentes eran especiales. Con ellos podía ver el pasado, y el futuro. Todo aquello que había acontecido, e iba a acontecer. Pero no podía ver el presente. Y eso, no le permitía tener conciencia del mundo que la rodeaba.
  11. Olas. Se encontraba sentada en la playa, frente al mar. Las olas golpeaban con fuerza la orilla. El sonido la relajaba, la tranquilizaba. Le producía una calma absoluta. Y solo así, pudo encontrar la paz que tanto necesitaba.
  12. Interdependencia. A cientos de kilómetros de distancia, reían al mismo tiempo. Lloraban al mismo tiempo. Miraban al mismo tiempo el amanecer. Un día, sucedió que se encontraron. Y comprendieron que la interdependencia que sentían, no estaba en sus mentes. Sino, en sus almas.
  13. Existencia. Caminó hacia el borde del precipicio. Vio su reflejo en el agua, y fue consciente por primera vez, de su propia existencia. De su pasado, presente y futuro. Y comprendió que a pesar de todo, aún tenía mucho por qué vivir.
  14. Universo. Después de haber recorrido todo el universo, de haber atravesado cientos de miles de planetas con su nave espacial, se dio cuenta de lo realmente pequeñita que era. Pero a su vez, cuan grande había sido para todos aquellos que la habían conocido.
  15. Placeres. Se sentó en un almohadón en el piso, con el plato de comida sobre las piernas, y su álbum favorito sonando en el parlantito bluetooth que tenía. “Comer y escuchar música, son los mejores placeres de la vida”. Se dijo. Y sonrió realmente feliz.
  16. Agradecimiento. Él, sabía que su vida se apagaba. Rodeando la cama del hospital, todos sus hijos y nietos, le hacían compañía. abarcándolos a todos con la mirada, les dijo: “Al final, lo mejor que me llevo de esta vida, es el agradecimiento que siento, por haberla vivido”.
  17. Amor. “Qué día”! Se dijo, mientras regresaba a su casa. Se había peleado con su pareja, y sus padres le habían gritado por no seguir la carrera que ellos querían. Pero entró, y su perrita la recibió saltando de alegría. Y entendió que allí, estaba el amor que tanto necesitaba.
  18. Cisne. Soñó que era un cisne. En su sueño, el cisne alzaba el vuelo con majestuosidad. Pero al instante, una flecha le atravesaba el corazón, y caía en picada hacia el agua. El arquero, era el propio cupido. Y comprendió que conocería el amor, el mismo día de su muerte.
  19. Abrazo. Estaban marchando juntas. Eran grandes amigas. Pero fue en el abrazo que le dio, así, de la nada, cuando comprendió la razón por la que estaban ahí. Y el peso de sus historias, de quienes les habían precedido, se hizo presente en toda su extensión. Orgullo 2022.
  20. Quieto. “Quedate quieto”! Le dijo la madre a su hijo. “No ves que si no no puedo cortarte el pelo”? “Ah, el pelo? Yo pensaba que lo que me estabas queriendo cortar, eran las orejas”. Le respondió él.
  21. Colecciones. En su vida, había tenido colecciones de muchas cosas. De monedas, de bolitas, hasta de figuritas. Pero la que más apreciaba, era la de verdaderos buenos amigos.
  22. Luna. Siempre había adorado a la Luna. era su guía, su musa, su diosa. Su verdadera y gran inspiración. Hasta que un día, conoció a una persona tan maravillosa y especial, que la dejó de lado. Esta, al sentirse desplazada, la mató. Y le dijo “Tu amor será mío, o no será de nadie.

Hasta acá llegamos por ahora. ¡Espero les haya gustado! Como siempre, no duden en seguirme en las redes sociales, y en compartir los cuentitos. ¡Saluditos, y hasta la próxima entrada!




Desafío

listenButton3.onclick = function(){ if(responsiveVoice.isPlaying()){ responsiveVoice.cancel(); }else{ responsiveVoice.speak("\"Por favor, presione el botón para tomar una selfie. Encuadre la cara dentro del óvalo. Alinee la cara al marco. Guiñe el ojo. Mire al centro. Mire hacia arriba. Mire hacia abajo. Busque a una vieja, pelando ajo\". OK, no, lo último no. ¿Pero el resto, no te suena familiar? Y vos me dirás: \"¡Claro! Estás hablando del validador de identidad\". No, no, se llama validador de discapacidad. ¿He? Sí, así es. Paso a explicarte. Todas las apps bancarias, y billeteras virtuales, entre otros servicios, poseen un método de reconocimiento facial, con el cual, casi cualquier persona puede validar que es real, y que no es un robot. Entre las más conocidas, podemos nombrar a Ualá, Mercadopago, BNA+ (del banco nación), la app del banco Galicia, entre otros. En cuanto al resto de los servicios, uber, Cabify, o la app Mi Argentina, del gobierno nacional, también poseen este método. Pero el problema se presenta cuando esta validación debe hacerla una persona con discapacidad. Una amiga me contó el año pasado que tuvo que cerrar su cuenta en el banco nación, porque nadie pudo ayudarla a hacerlo. Y es que, claro, como es una selfie y exige movimientos de rostros, imagino yo que cuesta que otra persona que no sea una misma, haga ese enfoque. Y algo similar sucede con el resto de las apps mencionadas. Aclarar que, en cuanto a la lucha por la accesibilidad se refiere, no hago distinciones de ningún tipo. Es decir, no me caso con nadie, literalmente. Si conocen otras apps con las que hayan tenido el mismo problema, pueden dejarlas en comentarios, y las iré agregando. Continuemos: Una persona con discapacidad visual, y personas con ciertos tipos de discapacidad motriz o con alguna afección en los ojos o en el rostro, no puede realizar esta validación, de forma accesible. Acá, Martín Dilucio lo explica mejor. ¿Y qué se hace? La primer opción sugerida es que nos ayude un familiar. OK, perfecto. Quienes tenemos personas que ven cerca, podemos intentarlo, que no significa que finalmente podamos lograrlo. Pero de poder, podemos. Pero existen quienes no. Una chica que vino del interior, y está viviendo sola, me contó que se quiso hacer la tarjeta Ualá, y no pudo por esa misma razón. Tiene discapacidad visual total, y no tiene a nadie que la ayude. Cuando la cuenta ya está creada, es cuando corre esto que digo de, validación de discapacidad. ¿Por qué? Porque necesitamos notificar al soporte técnico que no podemos hacerlo. Entonces, después de sugerirnos la primera, y ver que no es posible, viene la segunda opción. Desactivar esa validación de la cuenta. Es lo que hacen la mayoría, ya que, no existe una alternativa accesible, a ese método de validación. Al menos, no que yo conozca, o que se haya aplicado hasta ahora. Y si grandes empresas como Ualá o mercado pago no lo aplican... ¿Qué queda para el resto? No importa realmente. Lo que importa es que hay que poner este tema sobre la mesa. Porque somos muchos usuarios con discapacidad que queremos, y tenemos el derecho de poder elegir qué servicio preferimos. Pero no es así. Si eso funcionara bien, no debería haber ninguna diferencia entre los usuarios. Todos, deberíamos poder acceder en igualdad de condiciones. Mejor me dejo de viajar por mundos de fantasía, que eso es para otras cosas que estoy escribiendo, y vuelvo a la realidad. Pero insisto en esto. Lo llamo \"validador de discapacidad\", porque a diferencia del resto de los usuarios, tenemos que aclarar que poseemos la condición de discapacidad, para poder acceder al servicio. Yo tuve este tipo de problema. Acá pueden ver el hilo de twitter en el que lo cuento, y las repercusiones que ha tenido, incluso con una respuesta del propio ceo de Ualá. Hoy, al fin desactivaron la validación (porque intenté de miles de formas con alguien que ve antes) y pude ingresar, y utilizar mi cuenta. Pero, volvamos a la chica que vive sola. ¿Qué solución habría para ella? Paula Maciel, de la Comunidad de DALAT propuso que se utilice el viejo y querido llamado telefónico, vamos, que como cuando llamamos al centro de atención al cliente, y se valide la identidad con personas humanas, respondiendo preguntas de seguridad, que solo el usuario sabría. Pero... ¿Personas humanas? ¿Qué es eso? En aras del progreso de la tecnología, el contacto humano con las compañías, ha ido en detrimento. Todo son chats, todo son contactos online, todo mails que, en lugar de responder al instante, responden en horas, o a veces días. Y, oiga, que yo no estoy en contra de que la tecnología avance. Pero si mejoramos las cosas para que otros derechos se vean vulnerados, ahí tenemos un problema. Marina Piemonte, también de la comunidad, lanzó una petición online para que el banco nación sea accesible. A un año de esto, el banco no solo no hizo nada, si no que sigue siendo inaccesible. Miles de personas con discapacidad cobran sus pensiones mediante ese banco, y muchos de quienes trabajan para el estado, también. ¿Qué más necesitamos hacer para que esto cambie? ¿Qué otra alternativa se puede ofrecer? La ley de accesibilidad web, quedó obsoleta. como se explica en la comunidad también, la disposición del banco central sobre accesibilidad digital, no viene a hacer más que empeorar las cosas, y prestar a confusión. Esto quiere decir, que del lado legal, tampoco tenemos gran ayuda. Sigamos del lado tecnológico, a ver... Si entran a mi tweet, y ven las respuestas, van a encontrar varias soluciones interesantes, que podrían llegar a funcionar. Primero, lo básico. ¿Por qué no se puede usar como validador, la propia huella digital? Esto lo pregunto desde la ignorancia también. Tal vez, no sea tan segura como se cree. Las apps bancarias que uso, me piden la huella digital para iniciar sesión cada vez. En algunas de ellas, solo he tenido que validar mi identidad la primera vez, y ya no hizo falta de nuevo. ¿Por qué el resto, no puede hacer lo mismo? Un sistema de reconocimiento de voz. Bueno, mediante un entrenamiento, se puede utilizar la voz como validador, al estilo de los asistentes más conocidos, Alexa, Siri y Google. Yo propongo otra cosa, a ver qué tan difícil suena. Hay cámaras accesibles ya para IPhone, y Android. Se podría crear simplemente, una cámara que te vaya guiando cuando hacés el reconocimiento, mediante el lector de pantalla, y que, para que no tengas que mover la cámara, que al pasar... No sé, 5 segundos desde que dejamos la cámara quieta, saque la foto sola. Claro que, seguimos teniendo el problema de la discapacidad motriz, y eso no es negociable tampoco. Cave destacar que, Mercado Libre está trabajando en un validador de identidad accesible, lo que abre un poco el paraguas, pero deja al menos la certeza de que, alguien se está ocupando del tema, y no todo está perdido. Por último, en cuanto a la seguridad en sí de la validación de identidad mediante el rostro, se suele pensar que es infalible. Pero conozcamos la historia de este señor, quien logra engañar al sistema de validación con un ojo de cartón. Para finalizar, al menos por ahora, comentarles que, mediante el hashtag #YoElijoAccesible, en twitter, denunciamos la falta de accesibilidad de diversas aplicaciones, y por el motivo que sea. Los invito a sumarse y denunciar ustedes también, todas aquellas apps, que no sean accesibles. Ideas, aportes, comentarios, acá en el blog, en el propio twitter, o en cualquiera de mis redes sociales, o de la comunidad de DALAT. ¡Saluditos, y hasta la próxima!", "Spanish Latin American Female"); } };

‘Hace rato que no me paso por acá. Y es que, si bien, tendría muchas cosas de las que hablar, ya que mi vida ha dado giros vertiginosos en los últimos tiempos, y sé, los seguirá dando en los tiempos que se vienen, en esta oportunidad, decidí traerles otra cosa. Algo relacionado pura y exclusivamente, con la literatura. Y es que, por un lado, hay temas de los que aún, prefiero no hablar. En segundo lugar, hay otros de los que tal vez, no hable nunca, porque, bueno, hay cosas que prefiero guardarme para mí. Y en tercer lugar, una de las cosas que me habían pasado con estos giros que ha dado mi vida, era perderle las ganas a escribir. Bueno, para ser más específica, no a escribir exactamente, si no, a encontrar algo que quisiera, o pudiera publicar. En muchos aspectos, un blog puede hacer las veces de un diario personal. Pero no siempre, ni en todas las circunstancias. Es por eso que, me resulta más cómodo al menos por ahora, empezar con algo diferente. Por ejemplo, tengo un gran proyecto que aún debo continuar y terminar, y del que, en cuanto pueda van a tener más noticias, entre otras cosillas que se vienen. Pero en fin, a lo que vinimos. Hace unos días, para intentar retomarle ese gustito a la escritura, y obtener la inspiración de nuevo para finalizar ese proyecto e iniciar otros, decidí empezar de a poquito. Un objetivo a la vez, un pasito a la vez. Y así, de a poco, ir saliendo adelante. Es por eso que, la pregunta que me surgió después, fue el como. Hasta que la oportunidad, se presentó.

Un escritor propuso un desafío en twitter. Escribir 20 microcuentos, con 20 palabras distintas, que sus seguidores, entre los que me encuentro, propusimos. Él, publicó su hilo, con sus 20 microcuentos. 2 días después, agarré la computadora, y empecé a escribir los míos, con esas 20 palabras. Me gustó la iniciativa, por varias razones. La primera, el género de los microcuentos, era algo en lo que yo, no había incursionado. La segunda, me iba a servir para volver a usar la imaginación, empezando con textos pequeños, y volver, como digo, a retomarle el gustito a escribir. La tercera, bueno, me sirvió para encontrar una nueva forma, de darle vida al blog. Es así, como en esta oportunidad, les dejo, en primer lugar, el hilo de twitter con mis 20 microcuentos. En segundo lugar, los invito a seguirme en twitter o seguirme en instagram como dragonmoon1522, y seguir la página del blog en facebook como kathwareblog, que es donde van a encontrar los próximos que vaya escribiendo. Porque, estos 20, van a ser apenas los primeros. A medida que vaya escribiendo y publicando más en las redes sociales, que es donde primero están saliendo, voy a ir agregándolos al blog, en nuevas entradas, ya, bajo esta nueva etiqueta. Es decir, se acaba de inaugurar, una nueva sección en el blog. Como siempre, espero que les guste. Ah, me olvidaba. Por último, les dejo acá abajo, claro está, esos cuentitos que salieron en twitter, y que ahora están disponibles para todos mis lectores. No olviden suscribirse por mail si lo desean, para no perderse las nuevas entradas. Y… Algo más. Si les gustaría participar del desafío, pueden citar el tweet del escritor original, y escribir los suyos en sus propios perfiles. Además, pueden dejarlos en los comentarios del blog, así nos seguimos mutuamente, y nos damos publicidad a nuestros escritos. ¿Qué les parece?

Desafío

1. Calibre. “la única forma de tomar el control de tu vida, es matándote”, le dijo. Tomó la calibre 22 en sus manos, y disparó. Ella cayó muerta al instante. Su reflejo salió de dentro del espejo, y se apropió de su identidad. Pero ya no sería la misma de antes.

2. Sanción. Estaba confundida. Lo único que había hecho, era prestar dinero a sus compañeritos, para que estos después se lo devuelvan en varios pagos, y con intereses. Pero le pidieron que devuelva todo, y pida disculpas. No entendía por qué le correspondía esa sanción.

3. esternocleidomastoideo. “Yo sé quien es. Decime una palabra que contenga la misma cantidad de letras que la edad de la persona a la que amás, y te dejo vivir. ¡”Esternocleidomastoideo”! Gritó. Y la otra, después de meditarlo unos instantes, bajó el arma.

4. Sangre. Siempre se había sentido diferente. Rara, como si no encajara en este mundo. Sus padres la cuidaban y la protegían de todo mal. Pero no fue hasta que se cortó sin querer en la escuela, que lo comprendió. Su sangre, era azul. Siempre había sido una reina.

5. Ventana. Ya nada tenía sentido. La vida se había convertido en un pozo sin fondo desde que ella se había ido. Así que decidió arrojarse por la ventana. Pero aconteció que, al estar cayendo, unas hermosas alas se desplegaron al costado de su cuerpo. Y al fin, pudo volar sola.

6. Grada. Las gradas estaban repletas de animales de todo tipo. desde insectos, hasta aves y mamíferos. Incluso los peces tenían un lugar propio. Era la primera vez, que iban a contemplar a los humanos haciendo piruetas para ellos. Al fin, habían recuperado el mundo.

7. Frenesí. Estaban solas, desnudas, disfrutando del agua caliente en la bañera del departamento de una de ellas. El frenesí que sentían, la pasión que les desbordaba por los poros, era incontrolable. Y no pudieron contenerse más. SE amaron como si no existiera un mañana.

8. Piruleta. Se encontraban en el recreo de la escuela. Ella era la nueva, y era extranjera. “He! me convidás?” Le preguntó una nena. “Y por qué? Esta piruleta es mía”. “qué? Acá se dice paleta, no piruleta”. Y así, empezaron a aprender, una de la cultura de la otra.

9. Patata. En el recreo, Ariadna vio a su compañerita, y le preguntó: “Oye, yo te convidé mi piruleta el otro día, recuerdas? Me convidarías tus patatas”? “claro! Pero acá, se dice papas, no patatas”. Es duro adaptarse a un nuevo país, aunque el idioma sea el mismo, pensó ella.

10. Anarquista. “Podrán matarme a mí, pero mis ideas jamás morirán”. Gritó el joven anarquista antes de ser acribillado a balazos por el estado opresor. No lo sabía en ese momento. Pero años después, él habría sido quien sembraría las bases para la revolución.

11. Amor. Desde detrás de la puerta, ella le dijo: “Juro que el amor que te tengo es tan grande, que sería capaz de cometer cualquier locura con tal de que volvieras a mí”. Pero del otro lado, la otra le contestó: “Lo siento. No puedo amarte así como lo querés”.

12. Alma. “Sería capaz de venderte mi alma con tal de pasar una última noche con vos. El intercambio, es justo. Tu cuerpo una noche, y mi alma es tuya, por todo el resto de la eternidad”. “Y, no preferirías vendérsela al diablo”? “Eso estoy haciendo. Sé que sos vos”.

13. Campurriana. “Ya sé, ya sé”! Le dijo Cristina. “Sos campurriana, no”? “Sí”! Le contestó Ariadna. “Como sabés”? “Porque estuve investigando. Sos de Cantabria, en España”. Ambas comenzaron a charlar cada vez más seguido, y a pesar de sus diferencias, se hicieron grandes amigas.

14. Trapecio. “Tengo 2 problemas que ustedes pueden resolver, porque hacen referencia a una misma cosa. Adivinan qué es?”. Les dijo la joven, a los 2 hombres que estaban frente a ella. Estos se miraron y negaron con la cabeza. “Al trapecio”. eran un doctor, y un matemático.

15. Escatológico. “Te cuento un chiste?” “A ver, dale”. “Qué le dijo el pedo al culo? Dejame salir! Que acá hace mucho calor”! “Qué chiste horrible. Y además, tenés un humor escatológico”. “Y eso qué quiere decir”? “Que tenés un humor de mierda”.

16. Desatino. “qué hiciste”! Le gritó su esposa a laureano. “Vender todas nuestras cosas!” “Pero por qué? La casa está vacía! No tenemos nada”! “Porque me dijo una página de internet, que me voy a morir mañana”! “He? Esto es un desatino! Y yo”? “Tranqui! Vos te vas a morir hoy”!

17. Pelo. “No puede ser que justo cuando me dispongo a escribir un microcuento sobre el pelo, pasen una publicidad sobre un shampoo. Alexa, google, Siri, seguras que no me leen la mente”? Les preguntó a los asistentes. Pero estos, ya estaban pensando en la siguiente palabra.

18. Arrebol. “El arrebol de tus mejillas, es tan hermoso como el sol al amanecer”. Le dijo él para conquistarla. “Y los granos de la tuya, tan feos como clavarse una astilla de vidrio en el pie”. Le contestó ella.

19. Retrete. “Donde están mis llaves”? Le preguntó la mujer a su hijo. “Las tiré por el retrete, mami”. “Por qué”? “Porque así no podés ir a trabajar, y te quedás en casa a pasar más tiempo conmigo”. Bueno, no importa, pensó ella. Voy a llamar al cerrajero, total, me gusta mucho.

20. Mandril. Él sabía de los hombres lobo. Pero un hombre mandril? Se preguntaba si era el único en su tipo, o si había más. Va, no importa, se dijo. Miró a la luna llena, y se transformó en el animal que tanto anhelaba ser. Su furia salvaje, salió al fin a la luz.

Fin. Hasta acá llegamos, al menos por ahora. Espero que algo de esto guste. Había palabras de las que no conocía su significado. De nuevo, aclaro que es la primera vez que hago un reto de este estilo, y que algo puede fallar. Cualquier error, es por mi tendencia a confundir la C, con la S, o la B con la V. No porque no sepa, si no que… A veces me da como una nube mental y no me sale con qué letra va una palabra. Un saludito enorme. ¡Hasta prontito!




Katerine

listenButton4.onclick = function(){ if(responsiveVoice.isPlaying()){ responsiveVoice.cancel(); }else{ responsiveVoice.speak("\"Por favor, presione el botón para tomar una selfie. Encuadre la cara dentro del óvalo. Alinee la cara al marco. Guiñe el ojo. Mire al centro. Mire hacia arriba. Mire hacia abajo. Busque a una vieja, pelando ajo\". OK, no, lo último no. ¿Pero el resto, no te suena familiar? Y vos me dirás: \"¡Claro! Estás hablando del validador de identidad\". No, no, se llama validador de discapacidad. ¿He? Sí, así es. Paso a explicarte. Todas las apps bancarias, y billeteras virtuales, entre otros servicios, poseen un método de reconocimiento facial, con el cual, casi cualquier persona puede validar que es real, y que no es un robot. Entre las más conocidas, podemos nombrar a Ualá, Mercadopago, BNA+ (del banco nación), la app del banco Galicia, entre otros. En cuanto al resto de los servicios, uber, Cabify, o la app Mi Argentina, del gobierno nacional, también poseen este método. Pero el problema se presenta cuando esta validación debe hacerla una persona con discapacidad. Una amiga me contó el año pasado que tuvo que cerrar su cuenta en el banco nación, porque nadie pudo ayudarla a hacerlo. Y es que, claro, como es una selfie y exige movimientos de rostros, imagino yo que cuesta que otra persona que no sea una misma, haga ese enfoque. Y algo similar sucede con el resto de las apps mencionadas. Aclarar que, en cuanto a la lucha por la accesibilidad se refiere, no hago distinciones de ningún tipo. Es decir, no me caso con nadie, literalmente. Si conocen otras apps con las que hayan tenido el mismo problema, pueden dejarlas en comentarios, y las iré agregando. Continuemos: Una persona con discapacidad visual, y personas con ciertos tipos de discapacidad motriz o con alguna afección en los ojos o en el rostro, no puede realizar esta validación, de forma accesible. Acá, Martín Dilucio lo explica mejor. ¿Y qué se hace? La primer opción sugerida es que nos ayude un familiar. OK, perfecto. Quienes tenemos personas que ven cerca, podemos intentarlo, que no significa que finalmente podamos lograrlo. Pero de poder, podemos. Pero existen quienes no. Una chica que vino del interior, y está viviendo sola, me contó que se quiso hacer la tarjeta Ualá, y no pudo por esa misma razón. Tiene discapacidad visual total, y no tiene a nadie que la ayude. Cuando la cuenta ya está creada, es cuando corre esto que digo de, validación de discapacidad. ¿Por qué? Porque necesitamos notificar al soporte técnico que no podemos hacerlo. Entonces, después de sugerirnos la primera, y ver que no es posible, viene la segunda opción. Desactivar esa validación de la cuenta. Es lo que hacen la mayoría, ya que, no existe una alternativa accesible, a ese método de validación. Al menos, no que yo conozca, o que se haya aplicado hasta ahora. Y si grandes empresas como Ualá o mercado pago no lo aplican... ¿Qué queda para el resto? No importa realmente. Lo que importa es que hay que poner este tema sobre la mesa. Porque somos muchos usuarios con discapacidad que queremos, y tenemos el derecho de poder elegir qué servicio preferimos. Pero no es así. Si eso funcionara bien, no debería haber ninguna diferencia entre los usuarios. Todos, deberíamos poder acceder en igualdad de condiciones. Mejor me dejo de viajar por mundos de fantasía, que eso es para otras cosas que estoy escribiendo, y vuelvo a la realidad. Pero insisto en esto. Lo llamo \"validador de discapacidad\", porque a diferencia del resto de los usuarios, tenemos que aclarar que poseemos la condición de discapacidad, para poder acceder al servicio. Yo tuve este tipo de problema. Acá pueden ver el hilo de twitter en el que lo cuento, y las repercusiones que ha tenido, incluso con una respuesta del propio ceo de Ualá. Hoy, al fin desactivaron la validación (porque intenté de miles de formas con alguien que ve antes) y pude ingresar, y utilizar mi cuenta. Pero, volvamos a la chica que vive sola. ¿Qué solución habría para ella? Paula Maciel, de la Comunidad de DALAT propuso que se utilice el viejo y querido llamado telefónico, vamos, que como cuando llamamos al centro de atención al cliente, y se valide la identidad con personas humanas, respondiendo preguntas de seguridad, que solo el usuario sabría. Pero... ¿Personas humanas? ¿Qué es eso? En aras del progreso de la tecnología, el contacto humano con las compañías, ha ido en detrimento. Todo son chats, todo son contactos online, todo mails que, en lugar de responder al instante, responden en horas, o a veces días. Y, oiga, que yo no estoy en contra de que la tecnología avance. Pero si mejoramos las cosas para que otros derechos se vean vulnerados, ahí tenemos un problema. Marina Piemonte, también de la comunidad, lanzó una petición online para que el banco nación sea accesible. A un año de esto, el banco no solo no hizo nada, si no que sigue siendo inaccesible. Miles de personas con discapacidad cobran sus pensiones mediante ese banco, y muchos de quienes trabajan para el estado, también. ¿Qué más necesitamos hacer para que esto cambie? ¿Qué otra alternativa se puede ofrecer? La ley de accesibilidad web, quedó obsoleta. como se explica en la comunidad también, la disposición del banco central sobre accesibilidad digital, no viene a hacer más que empeorar las cosas, y prestar a confusión. Esto quiere decir, que del lado legal, tampoco tenemos gran ayuda. Sigamos del lado tecnológico, a ver... Si entran a mi tweet, y ven las respuestas, van a encontrar varias soluciones interesantes, que podrían llegar a funcionar. Primero, lo básico. ¿Por qué no se puede usar como validador, la propia huella digital? Esto lo pregunto desde la ignorancia también. Tal vez, no sea tan segura como se cree. Las apps bancarias que uso, me piden la huella digital para iniciar sesión cada vez. En algunas de ellas, solo he tenido que validar mi identidad la primera vez, y ya no hizo falta de nuevo. ¿Por qué el resto, no puede hacer lo mismo? Un sistema de reconocimiento de voz. Bueno, mediante un entrenamiento, se puede utilizar la voz como validador, al estilo de los asistentes más conocidos, Alexa, Siri y Google. Yo propongo otra cosa, a ver qué tan difícil suena. Hay cámaras accesibles ya para IPhone, y Android. Se podría crear simplemente, una cámara que te vaya guiando cuando hacés el reconocimiento, mediante el lector de pantalla, y que, para que no tengas que mover la cámara, que al pasar... No sé, 5 segundos desde que dejamos la cámara quieta, saque la foto sola. Claro que, seguimos teniendo el problema de la discapacidad motriz, y eso no es negociable tampoco. Cave destacar que, Mercado Libre está trabajando en un validador de identidad accesible, lo que abre un poco el paraguas, pero deja al menos la certeza de que, alguien se está ocupando del tema, y no todo está perdido. Por último, en cuanto a la seguridad en sí de la validación de identidad mediante el rostro, se suele pensar que es infalible. Pero conozcamos la historia de este señor, quien logra engañar al sistema de validación con un ojo de cartón. Para finalizar, al menos por ahora, comentarles que, mediante el hashtag #YoElijoAccesible, en twitter, denunciamos la falta de accesibilidad de diversas aplicaciones, y por el motivo que sea. Los invito a sumarse y denunciar ustedes también, todas aquellas apps, que no sean accesibles. Ideas, aportes, comentarios, acá en el blog, en el propio twitter, o en cualquiera de mis redes sociales, o de la comunidad de DALAT. ¡Saluditos, y hasta la próxima!", "Spanish Latin American Female"); } };

Bajo esta categoría, como ya saben, nos encontramos escritos de otros autores, que deciden compartirlos aquí. En esta oportunidad, les traigo un escrito de Morena Pereira (en instagram)una música y escritora que tiene mucho para decir, no solo a través de su voz, si no también, como en este caso, de sus letras. Sin más que añadir de mi parte, la introducción, queda a cargo de ella misma.

Introducción

Este pequeño cuento surge de 2 lugares muy especiales. Una canción como el primero, donde empecé a dibujar sus primeros trazos y líneas. Comenzaron con un personaje muy similar, al cual su autora, Joni mitchell llamaba Michael from mountains, o Michael de las montañas. Narraba un personaje mágico que podía hacer muchas cosas, y siempre cuidarte y mantenerte seguro. En ese instante por mi mente empecé a escribir las primeras líneas, cuando aún solo tenía su forma, pero no su nombre. El nombre surgió una noche como tantas en las que escribía, en otro cuento que hasta ahora no terminé y cumple ya 2 años. Cierto día, conocí a otra persona que llevaba el nombre de mi personaje mágico. sí, era kathy. Mientras hablábamos, le conté sobre un ejercicio en el cual me había salido este cuento. un ejercicio en el que escuchaba una canción o ponía atención sobre algo concreto y dejaba que mi mente me dejara a imaginar, describir, trazar y dibujar a un personaje entre letras. Conecté las casualidades, y decidí que quería mostrárselo. Aún no estaba escrito en un papel, ni en ningún lado. Así que me tomé esto como una oportunidad de materializarlo y llegar así a la parte final de su creación. No dejo de pensar que el universo es tan especial que aveces materializa alguna parte de lo que nosotros hayamos escrito. Nos encuentra con ese destinatario que podría recibir nuestras cartas o cuentos ocultos, o que nos hace por fin volcarlos en un papel dejando atrás el miedo a ser leídos. Ella me hizo volcar por fin a mi querida kate en un papel. Y quizás porque compartían algo. Su nombre, aunque escrito distinto. Y esa capacidad de cambiar los pensamientos en un segundo con reflexiones, charlas o un mágico viaje. Así les dejo este humilde cuento, titulado Katerine, y también una pequeña introdución, que podemos escuchar después del cuento o mientras lo leemos, para viajar un poquito más adonde nos quiera llevar.

Joni mitchell — Michael from mountains

Katerine

Katerine me llamó un día en mis pensamientos. Se apareció como una pintura frente a mis ojos. Me contó que venía de las pinturas y los colores. Que se había dibujado en la silueta de quien no se sentía propia, y entonces apareció. Me preguntó si quería conocer un jardín donde iba al final de los días. No tenía mucho que hacer, así que asentí con decisión. Mi mente trabajaba sin descanso mientras ella señala un tren que nos llevará a nuestro destino. Al subir, las estaciones son miles, de vivos colores y con gente que viene y va, que se despide y se reconcilia, que nos miran curiosos, preguntándose adónde iremos esta vez.

Al bajar, me enseña un sitio que se me antoja tranquilidad y paz absoluta. Está lleno de flores, con la luz del sol que me toca sin dañarme y el césped en el suelo, que me invita a relajarme, a no pensar. O a pensar en lo que ella me enseñe, me cuente, adonde quiera llevarme. Me siento. Toco el suelo. Me recuesto, suspiro y pienso. Ella Se mueve ligera mientras cruza el inmenso lugar, que parece no acabar. Mientras sonríe y me mira, No puedes dejar de mirarla, a ella y al lugar. Todo contrasta perfectamente, y podría cambiarlo si ella quisiera. Su magia me alivia la pesadez de mis pensamientos, como si de pronto todo volviera a comenzar.

—Podrías quedarte aquí para siempre, o regresar en cuanto quisieras, —me dice.

Le gusta que le digan kate. Y se me dibuja con las manos, como si nunca quisiera desaparecer y quisiera asegurar su existencia continua, que sus silencios no la minimicen, que sus suspiros no la saquen de donde está, y que pueda adaptarse a todo, para quedarse donde siempre quiere estar.

Es misteriosa y enigmática, es una mezcla que no puedo dejar de observar. Una mezcla que desde el primer momento me llama a seguirla, a conversar, y a querer entender lo que hasta ahora no entendí. Me ha enseñado que las casualidades son, y que en el momento que menos me lo espero todo puede cambiar, puedo viajar, y puedo pensar y hacer.

Se despidió de mí después de varias horas cerrando el gran espacio con una puerta que cubrió todo de oscuridad. Me dio su mano, me guió lentamente hasta donde la piel vuelve a sentirse y la respiración vuelve a llegar, y me recordó que en un segundo todo puede cambiar.

Kate me ha invitado a conocerla. Conocer su mundo, sin conocer quién era. Encontrar su magia, sin haber encontrado la mía. Sentir que todo vuelve a comenzar, o que simplemente,sigue más ligero y recobrando su intensidad.

Sabes que si te acercas a ella algo jamás volverá a ser igual. Tu mente se abrirá, y a un viaje te podrá llevar. Sabrás quién es, pero nunca de dónde viene. Tus recuerdos la guardarán y la llamarán, para que nunca sepas de dónde vino, adónde fue, adónde te llevó.

Sabes que en el fondo vas a guardarte un secreto. El secreto que Katherine dejó. Antes de desaparecer, en la última oscuridad, En el último delgado hilo que constituyó con su voz.




La Pajarita y la Mariposa

listenButton5.onclick = function(){ if(responsiveVoice.isPlaying()){ responsiveVoice.cancel(); }else{ responsiveVoice.speak("\"Por favor, presione el botón para tomar una selfie. Encuadre la cara dentro del óvalo. Alinee la cara al marco. Guiñe el ojo. Mire al centro. Mire hacia arriba. Mire hacia abajo. Busque a una vieja, pelando ajo\". OK, no, lo último no. ¿Pero el resto, no te suena familiar? Y vos me dirás: \"¡Claro! Estás hablando del validador de identidad\". No, no, se llama validador de discapacidad. ¿He? Sí, así es. Paso a explicarte. Todas las apps bancarias, y billeteras virtuales, entre otros servicios, poseen un método de reconocimiento facial, con el cual, casi cualquier persona puede validar que es real, y que no es un robot. Entre las más conocidas, podemos nombrar a Ualá, Mercadopago, BNA+ (del banco nación), la app del banco Galicia, entre otros. En cuanto al resto de los servicios, uber, Cabify, o la app Mi Argentina, del gobierno nacional, también poseen este método. Pero el problema se presenta cuando esta validación debe hacerla una persona con discapacidad. Una amiga me contó el año pasado que tuvo que cerrar su cuenta en el banco nación, porque nadie pudo ayudarla a hacerlo. Y es que, claro, como es una selfie y exige movimientos de rostros, imagino yo que cuesta que otra persona que no sea una misma, haga ese enfoque. Y algo similar sucede con el resto de las apps mencionadas. Aclarar que, en cuanto a la lucha por la accesibilidad se refiere, no hago distinciones de ningún tipo. Es decir, no me caso con nadie, literalmente. Si conocen otras apps con las que hayan tenido el mismo problema, pueden dejarlas en comentarios, y las iré agregando. Continuemos: Una persona con discapacidad visual, y personas con ciertos tipos de discapacidad motriz o con alguna afección en los ojos o en el rostro, no puede realizar esta validación, de forma accesible. Acá, Martín Dilucio lo explica mejor. ¿Y qué se hace? La primer opción sugerida es que nos ayude un familiar. OK, perfecto. Quienes tenemos personas que ven cerca, podemos intentarlo, que no significa que finalmente podamos lograrlo. Pero de poder, podemos. Pero existen quienes no. Una chica que vino del interior, y está viviendo sola, me contó que se quiso hacer la tarjeta Ualá, y no pudo por esa misma razón. Tiene discapacidad visual total, y no tiene a nadie que la ayude. Cuando la cuenta ya está creada, es cuando corre esto que digo de, validación de discapacidad. ¿Por qué? Porque necesitamos notificar al soporte técnico que no podemos hacerlo. Entonces, después de sugerirnos la primera, y ver que no es posible, viene la segunda opción. Desactivar esa validación de la cuenta. Es lo que hacen la mayoría, ya que, no existe una alternativa accesible, a ese método de validación. Al menos, no que yo conozca, o que se haya aplicado hasta ahora. Y si grandes empresas como Ualá o mercado pago no lo aplican... ¿Qué queda para el resto? No importa realmente. Lo que importa es que hay que poner este tema sobre la mesa. Porque somos muchos usuarios con discapacidad que queremos, y tenemos el derecho de poder elegir qué servicio preferimos. Pero no es así. Si eso funcionara bien, no debería haber ninguna diferencia entre los usuarios. Todos, deberíamos poder acceder en igualdad de condiciones. Mejor me dejo de viajar por mundos de fantasía, que eso es para otras cosas que estoy escribiendo, y vuelvo a la realidad. Pero insisto en esto. Lo llamo \"validador de discapacidad\", porque a diferencia del resto de los usuarios, tenemos que aclarar que poseemos la condición de discapacidad, para poder acceder al servicio. Yo tuve este tipo de problema. Acá pueden ver el hilo de twitter en el que lo cuento, y las repercusiones que ha tenido, incluso con una respuesta del propio ceo de Ualá. Hoy, al fin desactivaron la validación (porque intenté de miles de formas con alguien que ve antes) y pude ingresar, y utilizar mi cuenta. Pero, volvamos a la chica que vive sola. ¿Qué solución habría para ella? Paula Maciel, de la Comunidad de DALAT propuso que se utilice el viejo y querido llamado telefónico, vamos, que como cuando llamamos al centro de atención al cliente, y se valide la identidad con personas humanas, respondiendo preguntas de seguridad, que solo el usuario sabría. Pero... ¿Personas humanas? ¿Qué es eso? En aras del progreso de la tecnología, el contacto humano con las compañías, ha ido en detrimento. Todo son chats, todo son contactos online, todo mails que, en lugar de responder al instante, responden en horas, o a veces días. Y, oiga, que yo no estoy en contra de que la tecnología avance. Pero si mejoramos las cosas para que otros derechos se vean vulnerados, ahí tenemos un problema. Marina Piemonte, también de la comunidad, lanzó una petición online para que el banco nación sea accesible. A un año de esto, el banco no solo no hizo nada, si no que sigue siendo inaccesible. Miles de personas con discapacidad cobran sus pensiones mediante ese banco, y muchos de quienes trabajan para el estado, también. ¿Qué más necesitamos hacer para que esto cambie? ¿Qué otra alternativa se puede ofrecer? La ley de accesibilidad web, quedó obsoleta. como se explica en la comunidad también, la disposición del banco central sobre accesibilidad digital, no viene a hacer más que empeorar las cosas, y prestar a confusión. Esto quiere decir, que del lado legal, tampoco tenemos gran ayuda. Sigamos del lado tecnológico, a ver... Si entran a mi tweet, y ven las respuestas, van a encontrar varias soluciones interesantes, que podrían llegar a funcionar. Primero, lo básico. ¿Por qué no se puede usar como validador, la propia huella digital? Esto lo pregunto desde la ignorancia también. Tal vez, no sea tan segura como se cree. Las apps bancarias que uso, me piden la huella digital para iniciar sesión cada vez. En algunas de ellas, solo he tenido que validar mi identidad la primera vez, y ya no hizo falta de nuevo. ¿Por qué el resto, no puede hacer lo mismo? Un sistema de reconocimiento de voz. Bueno, mediante un entrenamiento, se puede utilizar la voz como validador, al estilo de los asistentes más conocidos, Alexa, Siri y Google. Yo propongo otra cosa, a ver qué tan difícil suena. Hay cámaras accesibles ya para IPhone, y Android. Se podría crear simplemente, una cámara que te vaya guiando cuando hacés el reconocimiento, mediante el lector de pantalla, y que, para que no tengas que mover la cámara, que al pasar... No sé, 5 segundos desde que dejamos la cámara quieta, saque la foto sola. Claro que, seguimos teniendo el problema de la discapacidad motriz, y eso no es negociable tampoco. Cave destacar que, Mercado Libre está trabajando en un validador de identidad accesible, lo que abre un poco el paraguas, pero deja al menos la certeza de que, alguien se está ocupando del tema, y no todo está perdido. Por último, en cuanto a la seguridad en sí de la validación de identidad mediante el rostro, se suele pensar que es infalible. Pero conozcamos la historia de este señor, quien logra engañar al sistema de validación con un ojo de cartón. Para finalizar, al menos por ahora, comentarles que, mediante el hashtag #YoElijoAccesible, en twitter, denunciamos la falta de accesibilidad de diversas aplicaciones, y por el motivo que sea. Los invito a sumarse y denunciar ustedes también, todas aquellas apps, que no sean accesibles. Ideas, aportes, comentarios, acá en el blog, en el propio twitter, o en cualquiera de mis redes sociales, o de la comunidad de DALAT. ¡Saluditos, y hasta la próxima!", "Spanish Latin American Female"); } };

Hace mucho que no nos aparecemos por aquí. Y es que, la vida nos lleva a veces por otros derroteros, que no somos capaces siquiera de imaginar. Por supuesto, que dejar de escribir, nunca. Pero, existen ocasiones en las que dirigimos esta escritura, a un objetivo en particular, y tan personal, que se hace difícil elegir qué compartir y qué no. Además, bueno, a principios de año, había iniciado con un proyecto bastante ambicioso, que no pude finalizar por el momento, pero que sé, lo haré en un futuro cercano, y del cual, en algún momento tendrán noticias. En fin, a pesar de todo esto, cada vez que volvemos al ruedo, lo hacemos de una forma poco convencional. Y esta, no va a ser la excepción.

Es la primera vez que una entrada se encuentra bajo 2 categorías. “Soñando despierta”. Las historias que se escapan de mi mente, de lo más profundo de mi imaginación. Y “otros autores”. Porque, es la primera vez también, en la que escribo y publico una entrada en conjunto, con una colaboradora que, en esta oportunidad, prefiere permanecer de forma anónima. En fin, de parte de ella y mía, les dejamos este pequeño cuentito infantil, que hicimos con tanto cariño, para ustedes. Esperamos lo disfruten.

La Pajarita y la Mariposa

Cuentan que en un hermoso valle, oculto entre montañas, se encontraba una pobre y solitaria mariposa. Hace mucho había abandonado el mundo exterior, en cuanto abandonó su crisálida de oruga. Desde entonces, decidió refugiarse en una pequeña casita que se había construido para sí misma. Donde nadie podía entrar. Donde tenía la absoluta tranquilidad de que estaría segura. En ese pequeño rinconcito, guardaba todo lo que no quería que nadie conociera de ella. Lo bueno, y lo malo. Su fortuna, y sus desgracias. Sus tristezas, y alegrías. Había quienes, momentáneamente, lograban entrar a esa casita. Pero solo por un tiempo, y para conocer apenas una parte de ella. Solo lo que ella quería mostrar. Y a quienes quería mostrárselo. Había quienes pensaban o sentían que la conocían. Que con solo hablar con ella, podían saber lo que iba a hacer o pensar al momento siguiente. Pero estaban equivocados. Porque sí, en algunas cosas esta mariposa era tan clara y transparente como el agua. Pero en ocasiones, tan impenetrable como un muro de concreto. Y fue así, en esta solitaria casita, como empezó a alejarse cada vez más de sus sueños y sus ideas. Día a día, comenzó a dejar de apasionarse por todo aquello en lo que creía. Aún así, en el fondo de su corazón quedaba algo de ese todo que ella era, de su esencia, sueños y alegrías. Era lo que la llevaba día a día a seguir adelante. A luchar por algunas cosas, aunque dejara de lado otras. A intentar entender el por qué de todo, aunque luego no supiera bien qué hacer con aquello. Pero en realidad, su vida en esa pequeña casita de aquel gran valle, distaba mucho de ser tan segura y tranquila, como ella creía. Y es que, a veces se desataban enormes tormentas y tempestades que amenazaban con destruirlo todo. Era en esos momentos en los que la pobre mariposa no sabía qué hacer. Intentaba proteger su casita de todo daño. Arreglarla al día siguiente, pintarla de vivos colores que el agua y viento luego arrastraban o dejarla secarse por los rayos del sol, cuando este salía. Pero muchas veces era imposible. Aveces parecía que tendría que reparar las grietas y rupturas que quedaban para siempre, y su vida no tendría otras aventuras.

Fue en uno de esos días en los que aconteció, lo que les contaré a continuación.

Estaba anocheciendo en el valle cuando la mariposa, después de limpiar y ordenar la casita, se puso a mirar por una de las ventanas. Ahí fue cuando se percató de que en el horizonte se vislumbraban enormes nubarrones. Comenzó a preocuparse. Una nueva tormenta se acercaba. Tendría que hacer hasta lo imposible para que su hogar sufriera el menor daño posible. Se puso a trabar puertas y ventanas por las cuales el viento rugía, con fuerza y furia. Estaba por hacer lo propio con la puerta principal, cuando escuchó un par de suaves golpes en la misma.

—¿Quien es? —Preguntó la mariposa extrañada de que alguien llegara a visitarla a esas horas.

Una temblorosa voz respondió desde el otro lado de la puerta:

—Soy una pajarita. Necesito refugio de la tormenta que se acerca. Estoy lejos de mi nido, y no podré volar para volver a tiempo. ¿Me podrías ayudar?

La mariposa observó la puerta dubitativa unos momentos, antes de abrir. Al final, decidió que no era la primera vez que daba cobijo a viajeros casuales. Claro que no fueron pocas, las veces en las que se había arrepentido de haberlo hecho. Los viajeros tomaban su comida, sus hojitas con las que arreglaba la casita o sus cosas sin permiso, o simplemente se iban sin agradecerle su ayuda. Esperaba esta no fuese una de esas visitas…

Al abrir, al otro lado, una pajarita con un moño rojo en la cabeza, similar al que ella tenía, la miraba sonriente. “Debe ser buena señal”, se dijo, apartándose para que pasara. Cerró la puerta, y la invitó a sentarse.

—¡Se viene fuerte esta tormenta! —Comentó la mariposa para sacar tema de conversación.

—Sí, el viento es amenazante. Gracias a que me abrieras la puerta no va a arrastrarme hacia a saber qué lugar frío y oscuro…

—¡-Entraste justo a tiempo! Creo que va a empezar a llover, —comentó la mariposa, al tiempo que se oían truenos y las ventanas se iluminaron con un rayo.

—Sí. Pero a veces, las tormentas no están solo afuera. A veces, están en nuestro interior. Y son las más difíciles de combatir. Porque las llevamos con nosotras mismas. —Le dijo la pajarita, después de un suspiro.

La mariposa quedó pensativa unos momentos, mientras notó la mirada de su visitante que recorría la casita de arriba a abajo,, observando los objetos que había allí.

—¿Sabés qué? ¡Tenés unas alas muy bonitas! —Añadió.

—¡Ho! ¡Muchas gracias! —LE respondió esta, mientras se ponía a revolotear a su alrededor, sintiéndose halagada.

Ambas sonrieron, y comenzaron a charlar. La mariposa le contó que al principio, era una pequeña oruga, a la que pocos entendían. Que luego se convirtió en una crisálida, y que debía permanecer escondida porque tenía miedo de que la vieran. Sentía mucha vergüenza de sí misma, hasta que finalmente se convirtió en la mariposa que ahora era. Aún sentía miedo de muchas cosas, pero aprendió a tener la fuerza y la voluntad suficiente para enfrentarlas. La pajarita, le contó que no era fácil vivir en un nido de pájaros donde de todos, era la más pequeña. Hace poco lo había dejado, y aunque se estaba construyendo el suyo propio, las cosas tomaban tiempo. Y que a medida que este pasaba, se sentía cada vez más frustrada al no poder lograr sus objetivos como lo deseaba. Se sentía perdida, aveces agotada, y aveces sólo un poco cansada. Algunos días salía a caminar por ahí, pero al volver, perdía el rumbo a casa. Otras veces, dejaba el nido y al regresar las hormigas habían devorado su comida, le habían quitado su manta favorita o encontraba algún transeúnte queriendo entrar. Aveces no quería volver. Aveces ese sueño de un nido para ella sola parecía imposible.

La mariposa le contó que, aunque se sentía libre en algunas cosas, se sentía prisionera de otras. Aún existían quienes la juzgaban, diciéndole que ella nunca iba a ser como las demás. Y, aunque intentaba que eso no le afectara, a veces, no era posible. Continuaron hablando toda la noche, mientras la tormenta se hacía sentir allá afuera, contra las puertas y ventanas de la pequeña casita. Pero dentro del lugar parecía haberse calmado la tormenta que ambas sentían en su interior, dejando una sensación de calma absoluta. No importaban los golpes que a veces daban las ventanas por el viento, o el temblor del suelo por los truenos, o el golpeteo incesante de la lluvia contra el techo. La mariposa parecía haberse olvidado de los problemas. Y la pajarita también.

En un momento, mientras las horas transcurrían entre charlas y charlas, la pajarita se quedó en silencio. Hasta que después de unos instantes, le dijo:

—Tengo que decirte algo, aunque tenga un poco de miedo. Pero si Ya empecé, ahora voy a terminar. Sos una mariposa muy bonita, y especial. Siento una tranquilidad muy linda cuando estoy cerca tuyo.

—¿En serio? —Le preguntó la mariposa, que sonreía—. Bueno, a mí también me pasa lo mismo. Es como si la tormenta no hubiese estado presente. Pero yo sí no me hubiese animado a decírtelo. Soy una mariposa un poco más tímida. Y creí que estas cosas, ya no eran para mí. Pero si a las 2 nos pasa lo mismo, entonces creo que está bien.

Al día siguiente la tormenta había cesado. Y a ellas, les tocaba la hora de despedirse. La mariposa debía reconstruir su casita de los daños de la tormenta, que notó al salir de la misma. Y la pajarita, terminar de construir la suya. Así fue, como quedaron en volver a verse nuevamente. Pero, sin saber cuando llegaría ese momento, decidieron mantenerse en contacto por otros medios. Sí, así es. Las palomas mensajeras andaban durante todo el día de adentro a fuera del valle, llevando mensaje tras mensaje entre ellas. Y empezaron a conocerse y descubrirse, un poco más cada vez. Fue en esos ires y venires que se dio la oportunidad para que puedan verse otra vez. La pajarita tenía una hermosa voz, y un canto melodioso que cautivaba los oídos de la mariposa, cada vez que la escuchaba. ¡Twiii twiii! Cantaba la pajarita al ir acercándose a la casa de la mariposa. Y esta salía corriendo a recibirla. Una vez juntas, charlaban, seguían contándose sus vidas, y recorriendo el valle de un lado al otro, de principio a fin. Después de algunas visitas, ningún rincón había quedado sin que ellas lo exploraran. Aún así, faltaban más cosas que debían aprender la una de la otra.

En una de esas visitas, se encontraban sentadas sobre la rama de un árbol. En eso, la mariposa comenzó a elevarse en el aire, con gran majestuosidad. La pajarita intentó ir tras ella. Pero la mariposa se elevaba cada vez más, y la pajarita quedaba cada vez más rezagada. Hasta que la mariposa bajó nuevamente a su altura, y vio que su compañera estaba triste.

—¿¿qué pasa, pajarita? —Le preguntó.

—Lo que pasa es que, aunque soy una pajarita, tengo miedo a volar alto. Cuando era chiquita, fui muy alto, perdí el equilibrio de mis alas, y me caí. Desde entonces, ya no puedo hacerlo. Por eso tampoco pude volver volando el día que me refugiaste en tu casita. Por eso a veces el viento me lleva, y yo no puedo volver. Pero quisiera saber lo que se siente volar así de alto, como vos. Saber qué se siente controlar tu vuelo, estar en libertad entre las nubes. ¡Debe sentirse maravilloso! ¿Me contarías cómo es?

La mariposa la miró consternada, sin saber qué hacer al principio.

Pensativa, le dijo:

—En vez de contártelo, podría mostrártelo. Voy a ayudarte, sólo confiá en mí. –

Luego, con mucha delicadeza, la tomó entre sus patitas, y comenzó a acariciarla con sus alas, mientras ella se tranquilizaba y se vislumbraba una sonrisa en su carita. Después, mientras la sujetaba suavemente, empezó a elevarse con ella en el aire. La pajarita, se sintió segura y confiada. Y se dejó llevar. Finalmente, la mariposa la soltó y la pajarita desplegó sus alas, que sintió agitarse con el viento. Sabía que mientras la mariposa estuviera allí, nada podría pasar. Y si volvía a caerse, ella la podría salvar, mientras la ayudaba a volver a intentar. Empezó a impulsarse, a sentirse viva, libre. Una sensación de satisfacción la invadió, mientras aprendía a ir y venir.

La mariposa se situaba debajo de ella a cada movimiento que hacía, por si esta se caía. Pero esto no ocurrió. Ambas continuaron subiendo más y más hacia las alturas. Hasta pasar las copas de los árboles. Hasta llegar a las propias nubes. Hasta atravesar el propio firmamento. La pajarita se sentía literalmente en las nubes. Sentía que había cumplido, gracias a la mariposa, uno de sus mayores sueños.

Después de un rato de volar y volar en lo alto, decidieron bajar. Ambas se encontraban extasiadas, sonrientes. Y fue la primera vez, en la que sintieron que todo lo que estaban viviendo, era especial. La mariposa, al igual que ella, se sentía aún entre las nubes que acababan de dejar.

—¡Lo lograste, pajarita! —Le dijo la mariposa—. Yo te ayudé, pero fuiste vos quien tuvo la fuerza de voluntad para volar. Y ahora, comienza una nueva etapa para vos. Una etapa en la que empezarás a ser una pequeña pajarita libre.

Se abrazaron con sus alas. Se sonrieron, y lloraron juntas de emoción. Luego, se despidieron, prometiendo volver a verse nuevamente.

Cada encuentro era diferente. A pesar de que había cosas que se repetían, cada encuentro entre ellas, era único. Siempre seguían conociéndose. Charlando cada vez de temas más y más variados, hasta contarse muchas cosas de sus vidas. En uno de esos encuentros, la pajarita le dijo a la mariposa:

—¿Sabés? ¡Mi nido al fin está terminado! Por fin encontré otro árbol donde construirlo. Con paciencia fui llevando mis ramitas, una por una, para construirlo una vez más, y lo logré. A este árbol no suben más hormigas que me saquen mi comida. Es más, tengo algunas buenas vecinas. En este árbol los habitantes son mucho más amables. Está en un bosque muy lindo y silencioso, por donde me gusta volar y cantar. Es mi nueva casa, para mí sola y muy segura. Podrías venir cuando quieras, como yo vengo siempre a tu valle. Podemos dar paseos por el bosque que ¡seguro te va a encantar!

La mariposa dijo que iría, pero los días pasaban, y la pajarita no tenía noticias suyas. Fue así, como decidió ir a ver qué le sucedía. Al hablar con ella, esta le dijo lo siguiente:

—Lo que pasa, es que así como vos tenías miedo de volar alto, yo tengo miedo de volar lejos. Desde que llegué acá, casi no he salido del valle. Y nunca para recorrer grandes distancias. Menos para meterme en un bosque…

—Bueno, mi nido no queda tan lejos en realidad. Pero no te preocupes. Así como vos me ayudaste a mí, yo también quiero ayudarte a vos. A veces, cuando nos acostumbramos a algo, parece tan cómodo que nos cuesta salir de ahí. Me parece que eso es lo que te pasa. Verás que en otros valles no hay tantas tormentas y tempestades como acá, Y que podés vivir tranquila, sin tener que reconstruir tu casa cada día.

La pajarita echó a volar, y la mariposa, aunque al principio un poco escéptica, fue tras ella. Al llegar a la entrada del valle, esta última se detuvo.

—no puedo, pajarita. ¿Y si hay más peligros? ¿Y si nos perdemos? ¿Y si algo nos pasa?

—El mundo entero está lleno de peligros, mariposa. Es cuestión de tener la valentía suficiente para enfrentarlos. Y sé que vos la tenés, aunque ahora mismo no lo creas. Solo seguime. Ya me sé el camino,y te voy a acompañar en todo momento. no te vas a perder. Te lo prometo. —Decía la pajarita estirando las alas hacia la mariposa.

Ambas salieron del valle. Atravesaron un pequeño río, y una vasta y hermosa llanura,hasta divisar el bosque donde ahora vivía la pajarita. Ella entró, hizo señas a su compañera para que la siguiera entre frondosos árboles de hermosas copas donde otros pajaritos cantaban alegremente, y mariposas de distintos colores revoloteaban.

Llegaron sonrientes al nido de la pajarita. Allí se abrazaron, y comprendieron, que habían dado un pasito más. Desde entonces, ambas comenzaron a encontrarse en el nido de la pajarita, y desde allí, a recorrer los paisajes, hasta donde podían, yendo cada vez más lejos, y enfrentando cada vez más desafíos. Grandes tormentas, vientos y tempestades. El ardiente sol, y el árido desierto. Los picos helados de los glaciares, y de las altas montañas. Los anchos lagos, ríos y mares.

Un día, la mariposa se dio cuenta de todo lo que ambas habían logrado. Cuan lejos y cuan alto habían llegado.

—¿lo ves? —le dijo la pajarita—. Era cuestión de tomar valor, y enfrentarse a cada desafío, de a uno por vez. Vos, sos mi pequeña mariposa valiente. Porque también lograste superar tus miedos. Con mucha paciencia y siendo perseverante.

Fue así, como ambas entendieron que habían llegado a la vida de la otra, para acompañarse, ayudarse y animarse a luchar contra todo lo que se les presente, juntas.

La mariposa al fin logró salir del valle de las tormentas, para construirse una nueva casa en un lugar muchísimo más tranquilo, donde estaría mejor y sería finalmente libre.

La pajarita hizo aún más lindo su nido, en el que podía vivir sin presiones ni miedos de ningún tipo.

Y comprendieron así, que cada una lograba que la otra se convirtiera en una versión cada vez mejor de sí misma. En seres libres, valientes y fuertes.




Un año sin gluten

un círculo que en el interior, tiene unas espigas de trigo atravesadas por una línea . Acompañada por la leyenda “Sin TACC”. Este logo puede estar en rojo o en negro :).
Logo sin TACC


listenButton6.onclick = function(){ if(responsiveVoice.isPlaying()){ responsiveVoice.cancel(); }else{ responsiveVoice.speak("\"Por favor, presione el botón para tomar una selfie. Encuadre la cara dentro del óvalo. Alinee la cara al marco. Guiñe el ojo. Mire al centro. Mire hacia arriba. Mire hacia abajo. Busque a una vieja, pelando ajo\". OK, no, lo último no. ¿Pero el resto, no te suena familiar? Y vos me dirás: \"¡Claro! Estás hablando del validador de identidad\". No, no, se llama validador de discapacidad. ¿He? Sí, así es. Paso a explicarte. Todas las apps bancarias, y billeteras virtuales, entre otros servicios, poseen un método de reconocimiento facial, con el cual, casi cualquier persona puede validar que es real, y que no es un robot. Entre las más conocidas, podemos nombrar a Ualá, Mercadopago, BNA+ (del banco nación), la app del banco Galicia, entre otros. En cuanto al resto de los servicios, uber, Cabify, o la app Mi Argentina, del gobierno nacional, también poseen este método. Pero el problema se presenta cuando esta validación debe hacerla una persona con discapacidad. Una amiga me contó el año pasado que tuvo que cerrar su cuenta en el banco nación, porque nadie pudo ayudarla a hacerlo. Y es que, claro, como es una selfie y exige movimientos de rostros, imagino yo que cuesta que otra persona que no sea una misma, haga ese enfoque. Y algo similar sucede con el resto de las apps mencionadas. Aclarar que, en cuanto a la lucha por la accesibilidad se refiere, no hago distinciones de ningún tipo. Es decir, no me caso con nadie, literalmente. Si conocen otras apps con las que hayan tenido el mismo problema, pueden dejarlas en comentarios, y las iré agregando. Continuemos: Una persona con discapacidad visual, y personas con ciertos tipos de discapacidad motriz o con alguna afección en los ojos o en el rostro, no puede realizar esta validación, de forma accesible. Acá, Martín Dilucio lo explica mejor. ¿Y qué se hace? La primer opción sugerida es que nos ayude un familiar. OK, perfecto. Quienes tenemos personas que ven cerca, podemos intentarlo, que no significa que finalmente podamos lograrlo. Pero de poder, podemos. Pero existen quienes no. Una chica que vino del interior, y está viviendo sola, me contó que se quiso hacer la tarjeta Ualá, y no pudo por esa misma razón. Tiene discapacidad visual total, y no tiene a nadie que la ayude. Cuando la cuenta ya está creada, es cuando corre esto que digo de, validación de discapacidad. ¿Por qué? Porque necesitamos notificar al soporte técnico que no podemos hacerlo. Entonces, después de sugerirnos la primera, y ver que no es posible, viene la segunda opción. Desactivar esa validación de la cuenta. Es lo que hacen la mayoría, ya que, no existe una alternativa accesible, a ese método de validación. Al menos, no que yo conozca, o que se haya aplicado hasta ahora. Y si grandes empresas como Ualá o mercado pago no lo aplican... ¿Qué queda para el resto? No importa realmente. Lo que importa es que hay que poner este tema sobre la mesa. Porque somos muchos usuarios con discapacidad que queremos, y tenemos el derecho de poder elegir qué servicio preferimos. Pero no es así. Si eso funcionara bien, no debería haber ninguna diferencia entre los usuarios. Todos, deberíamos poder acceder en igualdad de condiciones. Mejor me dejo de viajar por mundos de fantasía, que eso es para otras cosas que estoy escribiendo, y vuelvo a la realidad. Pero insisto en esto. Lo llamo \"validador de discapacidad\", porque a diferencia del resto de los usuarios, tenemos que aclarar que poseemos la condición de discapacidad, para poder acceder al servicio. Yo tuve este tipo de problema. Acá pueden ver el hilo de twitter en el que lo cuento, y las repercusiones que ha tenido, incluso con una respuesta del propio ceo de Ualá. Hoy, al fin desactivaron la validación (porque intenté de miles de formas con alguien que ve antes) y pude ingresar, y utilizar mi cuenta. Pero, volvamos a la chica que vive sola. ¿Qué solución habría para ella? Paula Maciel, de la Comunidad de DALAT propuso que se utilice el viejo y querido llamado telefónico, vamos, que como cuando llamamos al centro de atención al cliente, y se valide la identidad con personas humanas, respondiendo preguntas de seguridad, que solo el usuario sabría. Pero... ¿Personas humanas? ¿Qué es eso? En aras del progreso de la tecnología, el contacto humano con las compañías, ha ido en detrimento. Todo son chats, todo son contactos online, todo mails que, en lugar de responder al instante, responden en horas, o a veces días. Y, oiga, que yo no estoy en contra de que la tecnología avance. Pero si mejoramos las cosas para que otros derechos se vean vulnerados, ahí tenemos un problema. Marina Piemonte, también de la comunidad, lanzó una petición online para que el banco nación sea accesible. A un año de esto, el banco no solo no hizo nada, si no que sigue siendo inaccesible. Miles de personas con discapacidad cobran sus pensiones mediante ese banco, y muchos de quienes trabajan para el estado, también. ¿Qué más necesitamos hacer para que esto cambie? ¿Qué otra alternativa se puede ofrecer? La ley de accesibilidad web, quedó obsoleta. como se explica en la comunidad también, la disposición del banco central sobre accesibilidad digital, no viene a hacer más que empeorar las cosas, y prestar a confusión. Esto quiere decir, que del lado legal, tampoco tenemos gran ayuda. Sigamos del lado tecnológico, a ver... Si entran a mi tweet, y ven las respuestas, van a encontrar varias soluciones interesantes, que podrían llegar a funcionar. Primero, lo básico. ¿Por qué no se puede usar como validador, la propia huella digital? Esto lo pregunto desde la ignorancia también. Tal vez, no sea tan segura como se cree. Las apps bancarias que uso, me piden la huella digital para iniciar sesión cada vez. En algunas de ellas, solo he tenido que validar mi identidad la primera vez, y ya no hizo falta de nuevo. ¿Por qué el resto, no puede hacer lo mismo? Un sistema de reconocimiento de voz. Bueno, mediante un entrenamiento, se puede utilizar la voz como validador, al estilo de los asistentes más conocidos, Alexa, Siri y Google. Yo propongo otra cosa, a ver qué tan difícil suena. Hay cámaras accesibles ya para IPhone, y Android. Se podría crear simplemente, una cámara que te vaya guiando cuando hacés el reconocimiento, mediante el lector de pantalla, y que, para que no tengas que mover la cámara, que al pasar... No sé, 5 segundos desde que dejamos la cámara quieta, saque la foto sola. Claro que, seguimos teniendo el problema de la discapacidad motriz, y eso no es negociable tampoco. Cave destacar que, Mercado Libre está trabajando en un validador de identidad accesible, lo que abre un poco el paraguas, pero deja al menos la certeza de que, alguien se está ocupando del tema, y no todo está perdido. Por último, en cuanto a la seguridad en sí de la validación de identidad mediante el rostro, se suele pensar que es infalible. Pero conozcamos la historia de este señor, quien logra engañar al sistema de validación con un ojo de cartón. Para finalizar, al menos por ahora, comentarles que, mediante el hashtag #YoElijoAccesible, en twitter, denunciamos la falta de accesibilidad de diversas aplicaciones, y por el motivo que sea. Los invito a sumarse y denunciar ustedes también, todas aquellas apps, que no sean accesibles. Ideas, aportes, comentarios, acá en el blog, en el propio twitter, o en cualquiera de mis redes sociales, o de la comunidad de DALAT. ¡Saluditos, y hasta la próxima!", "Spanish Latin American Female"); } };

Ya hablé en otra entrada, de las primeras impresiones que me causó el diagnóstico de celiaquía. Pero esta vez, quiero ir a algo un poco más concreto. Ay muchísima información que se desconoce todavía sobre esta enfermedad crónica, que es en sí, una alergia al gluten. El gluten, es un componente que se encuentra en alimentos como el trigo, la avena, la cebada, y el centeno principalmente. De ahí que en la Argentina, se utilice la sigla Sin TACC. En esta oportunidad, quiero brindar un poco de información al respecto, como hago siempre que cuento algo que me interpela directamente, combinándolo con mi propia experiencia de vida. De como esto, me cambió en muchísimos aspectos.

Hay cosas que, salvando el hecho del desconocimiento general sobre la celiaquía, una vez aprendidas, se convierten en obvias. Es más, diría yo que en indispensables. El cocinar en ollas separadas, o en secciones separadas también en el horno, el mantener la comida sin gluten separada del resto por la contaminación cruzada, o incluso el separarla en la heladera y el freecer, o guardarlas en tuppers, por la misma razón. Y es que, la dieta sin gluten es un tratamiento de por vida, y sin ningún tipo de permitidos. Solo 20 gramos de gluten, pueden retroceder 6 meses el tratamiento, haciendo que el intestino delgado, que inició su proceso de recuperación cuando iniciamos la dieta, vuelva a dañarse nuevamente.

Afortunadamente, existen muchísimos productos Sin TACC en los supermercados, y sobre todo en las dietéticas. Estos poseen el logo que aparece al inicio de la entrada, el cual puede ser rojo o negro. Cabe destacar, que los medicamentos que consumamos y la pasta dental, también deben ser aptos para celíacos. En el caso de que la alergia al gluten también se encuentre en la piel, deben usar sampoos y todo tipo de productos que tengan contacto con el cuerpo, también libres de gluten. Desafortunadamente, muchos de estos productos son más costosos, y pueden llegar a costar el doble, el triple o incluso más que uno convencional. Fideos, galletitas, harinas y demás, están entre los más costosos. Otro tipo de productos como los panificados, son más difíciles de conseguir. El gobierno y las obras sociales, mediante la ley de celiaquía, brindan o, un subsidio mensual que, aunque no es suficiente, sí es algo. Y que aumenta un poco más cada año, o una canasta de alimentos libres de gluten. Pero como dije, hay mucho más que esto.

En el caso de que además de celiaquía, tengas discapacidad visual como yo, asegurarse de que lo que vayas a comprar sea apto, no es una tarea nada fácil. Si incluso para quienes ven no lo es, debido a que en algunos productos el logo es muy pequeño, para quienes no, es mucho peor, ya que no tenemos forma de saber si realmente lo tiene. Me pasó una vez que me vendieron unas galletitas orgánicas como libres de gluten. Al revisarlas en casa, no solo no tenían logo, si no que además, su ingrediente principal, era el trigo. Si las hubiese comido, podría haber terminado en el hospital, como tantas otras veces antes del diagnóstico. Pero además, existe un código que todos los productos traen, con el cual se puede buscar en la página de la agencia nacional de alimentos, para confirmar que incluso aquellos que sí tienen el logo, sean realmente aptos, y no sea una falsificación, o un producto no aprobado. Este código, tampoco está en un formato accesible. Y es que, nada que tenga que ver con el sector alimenticio, lo está en sí. En el caso de los medicamentos, deben hacerlo los farmacéuticos, o nosotros mismos buscando en esa página. En este sentido, la asociación de celíacos de Argentina, nos ofrece por un mínimo costo mensual, el acceso a una app con todos los productos y alimentos libres de gluten, actualizados. Así, podemos al menos, facilitar el trabajo a los farmacéuticos, que muchas veces, desconocen el tema, o, no saben cuales de estos productos son aptos, debido a que no tienen el logo impreso, a pesar de estar aprobados.

Volviendo a la accesibilidad, hay 2 leyes que se han tratado últimamente, que podrían incluir una referencia sobre esta cuestión. Una, es la ley de etiquetado frontal. Más allá de que estaría bueno que todos los productos tengan un etiquetado en braille o accesible quizás, mediante el escaneo de un código QR, considero que aquellos que son sin TACC, bajos en sodio o en azúcares, deberían tener incluso un tratamiento diferente, para que quienes tenemos una discapacidad visual, podamos adquirirlos sin riesgo. O si no, la del etiquetado en sistema braille en los medicamentos. Al ser el tratamiento de la celiaquía y de otras afecciones similares dependientes de los alimentos que consumamos, estos deberían tratarse asimismo como medicamentos, para así poder ser incluídos dentro de este grupo. Pienso que, no se trata solo de quejarnos por lo que no se puede hacer, si no ofrecer soluciones. Y al menos estas, son las que por el momento, se me ocurren a mí.

El diagnóstico representó un cambio realmente rotundo en mi vida. Ya no solo voy a algún lado y consumo lo que haya, si no que ahora, tengo que en ocasiones, llevar mi propia comida, o, es la buena voluntad de quien me recibe, de preparar alimentos aptos, conociendo y teniendo en cuenta los cuidados necesarios a la hora de manipularlos, lo que claro, siempre es de agradecer. Además, como han de suponer, comer algo en el transporte público o en algún puesto callejero, está absolutamente prohibido.

En cuanto a los lugares públicos como bares o restaurantes, hay una ley que exije que todo local que ofrezca servicios gastronómicos, debe tener uno o más menús aptos para celíacos. Esto, en muchos casos no solo no se cumple, si no que en otros, se desconoce. Esto hace que sea difícil planear salidas y demás, sin antes buscar referencias del lugar, o comunicarse por algún medio con el mismo, para confirmar que realmente lo tengan.

Pero no todo es tan negativo. Ya no caigo internada en los hospitales cada 2 meses por algo que no sé qué es, ni me desmayo por los fuertes dolores de panza que sufro. Durante muchísimo tiempo, caí en hospital tras hospital, sin que se me diagnosticara correctamente. Hasta fines de 2020 y principios de 2021, cuando me enviaron a hacerme el estudio que lo confirmó. Cuyo resultado, tuve exactamente hace un año. Por otro lado, desde que empecé la dieta, y debido a la recuperación del intestino que ya comenzó, junto con unas vitaminas recetadas por un nutricionista, comencé a subir de peso, algo que antes me resultaba casi imposible. Y es que, si recuerdan algo de la escuela, es el intestino delgado, el que se encarga de absorber los nutrientes que permiten nuestro desarrollo corporal en todo sentido. Al estar dañado, no adquirimos lo necesario. En fin, subí 10 kilos en un año, y de apoco dejo de ir necesitando esas vitaminas. Los dolores de panza siguen y van a seguir, hasta que el intestino no se recupere por completo. Pero no son ni tan intensos, ni tan duraderos. Con un medicamento recetado por el gastroenterólogo, al día siguiente, ya suelo levantarme bien. Todo esto implica para mí un enorme avance, y me da la oportunidad de tener una mejor calidad de vida, por lo que los sacrificios, aunque siempre difíciles, son realmente imprescindibles.

Otra cosa que quiero comentar, es el tema de los diagnósticos incorrectos. Durante años, como contaba, fui a varios doctores que me recetaron remedio tras remedio, que me calmaban el dolor, pero que a la larga, no me hacían nada. Es importante que si tienen síntomas compatibles con celiaquía, o si tienen algún familiar directo que tiene diagnóstico confirmado, exijan a su gastroenterólogo, hacerse el análisis de sangre que detecta los anticuerpos, y en caso de ser positivo, la biopsia que confirma el diagnóstico. Debido a lo complejo y costoso del estudio, en muchos casos, no se quiere hacer. Esto no solo está mal, si no que es realmente grave. Ya que, el tratamiento correcto, como dije, mejora la calidad de vida de la persona, incluso, haciendo que con el paso del tiempo, pueda llevar una vida normal. El tratamiento es de por vida, y sin ningún tipo de permitidos. Repito esto varias veces porque hay quienes dicen que si al cabo de un tiempo, los análisis de sangre dan negativo, se puede volver a consumir gluten. Nada más lejos de la realidad. La enfermedad no tiene cura. El único tratamiento disponible hasta el momento, es la dieta, y hay que respetarla a rajatabla.

Por último, quiero hablar de la automedicación. Este, es un tema muy complejo. Con propagandas bombardeándonos con medicamentos para tratar una cosa o la otra todo el tiempo, lo que creo firmemente debería ser ilegal, es difícil o hasta imposible no caer en la lógica de, si me duele tal cosa, tomo tal remedio, y me hace bien. Esto no solo no es cierto en muchísimos casos, si no que al no conocer nuestro cuerpo, puede ser contraproducente. Es preferible, sobre todo cuando los malestares son constantes, consultar a un especialista que nos recete, algo que realmente sea lo que necesitamos para estar mejor. Sí, los médicos pueden equivocarse, como ya comenté. Pero al menos no estamos tomando miles de medicamentos en vano, que a la larga, pueden terminar haciéndonos peor. En mi caso particularmente, debido a que lo recetado por los doctores no funcionaba, intenté con varios medicamentos por mi cuenta, que si los mencionara, todos los reconocerían. Cuando fui al gastro, me dijo no, no, eso no, y sobre todo ese no. Hay muchos que se venden como la solución mágica, pero no calman realmente el malestar, si no que ocultan el dolor. Por eso, al poco tiempo, vuelve. Básicamente, son más publicidad, que algo realmente efectivo.

Conclusiones. La celiaquía es una enfermedad difícil de sobrellevar no solo para quienes la padecen, si no para su entorno. Los cuidados que se deben tener son muy estrictos e imprescindibles. La sociedad no está preparada aún para todo lo que implica tener esta condición, y a la vez alguna otra, como en mi caso, la discapacidad visual. Muchos médicos tampoco lo están, y por eso no lo toman como posibilidad, a la hora de hacer un diagnóstico sobre un malestar estomacal. Pero es cuestión de ir concientizando a todo aquel que podamos, para hacer de esta sociedad, una mucho más preparada. En estos últimos años, por lo que pude conocer de otras experiencias, las cosas han mejorado muchísimo. Pero como siempre digo, queda un largo camino por recorrer. Y es nuestro deber, continuar construyendo ese camino.




El arte de leer y escribir en braille

listenButton7.onclick = function(){ if(responsiveVoice.isPlaying()){ responsiveVoice.cancel(); }else{ responsiveVoice.speak("\"Por favor, presione el botón para tomar una selfie. Encuadre la cara dentro del óvalo. Alinee la cara al marco. Guiñe el ojo. Mire al centro. Mire hacia arriba. Mire hacia abajo. Busque a una vieja, pelando ajo\". OK, no, lo último no. ¿Pero el resto, no te suena familiar? Y vos me dirás: \"¡Claro! Estás hablando del validador de identidad\". No, no, se llama validador de discapacidad. ¿He? Sí, así es. Paso a explicarte. Todas las apps bancarias, y billeteras virtuales, entre otros servicios, poseen un método de reconocimiento facial, con el cual, casi cualquier persona puede validar que es real, y que no es un robot. Entre las más conocidas, podemos nombrar a Ualá, Mercadopago, BNA+ (del banco nación), la app del banco Galicia, entre otros. En cuanto al resto de los servicios, uber, Cabify, o la app Mi Argentina, del gobierno nacional, también poseen este método. Pero el problema se presenta cuando esta validación debe hacerla una persona con discapacidad. Una amiga me contó el año pasado que tuvo que cerrar su cuenta en el banco nación, porque nadie pudo ayudarla a hacerlo. Y es que, claro, como es una selfie y exige movimientos de rostros, imagino yo que cuesta que otra persona que no sea una misma, haga ese enfoque. Y algo similar sucede con el resto de las apps mencionadas. Aclarar que, en cuanto a la lucha por la accesibilidad se refiere, no hago distinciones de ningún tipo. Es decir, no me caso con nadie, literalmente. Si conocen otras apps con las que hayan tenido el mismo problema, pueden dejarlas en comentarios, y las iré agregando. Continuemos: Una persona con discapacidad visual, y personas con ciertos tipos de discapacidad motriz o con alguna afección en los ojos o en el rostro, no puede realizar esta validación, de forma accesible. Acá, Martín Dilucio lo explica mejor. ¿Y qué se hace? La primer opción sugerida es que nos ayude un familiar. OK, perfecto. Quienes tenemos personas que ven cerca, podemos intentarlo, que no significa que finalmente podamos lograrlo. Pero de poder, podemos. Pero existen quienes no. Una chica que vino del interior, y está viviendo sola, me contó que se quiso hacer la tarjeta Ualá, y no pudo por esa misma razón. Tiene discapacidad visual total, y no tiene a nadie que la ayude. Cuando la cuenta ya está creada, es cuando corre esto que digo de, validación de discapacidad. ¿Por qué? Porque necesitamos notificar al soporte técnico que no podemos hacerlo. Entonces, después de sugerirnos la primera, y ver que no es posible, viene la segunda opción. Desactivar esa validación de la cuenta. Es lo que hacen la mayoría, ya que, no existe una alternativa accesible, a ese método de validación. Al menos, no que yo conozca, o que se haya aplicado hasta ahora. Y si grandes empresas como Ualá o mercado pago no lo aplican... ¿Qué queda para el resto? No importa realmente. Lo que importa es que hay que poner este tema sobre la mesa. Porque somos muchos usuarios con discapacidad que queremos, y tenemos el derecho de poder elegir qué servicio preferimos. Pero no es así. Si eso funcionara bien, no debería haber ninguna diferencia entre los usuarios. Todos, deberíamos poder acceder en igualdad de condiciones. Mejor me dejo de viajar por mundos de fantasía, que eso es para otras cosas que estoy escribiendo, y vuelvo a la realidad. Pero insisto en esto. Lo llamo \"validador de discapacidad\", porque a diferencia del resto de los usuarios, tenemos que aclarar que poseemos la condición de discapacidad, para poder acceder al servicio. Yo tuve este tipo de problema. Acá pueden ver el hilo de twitter en el que lo cuento, y las repercusiones que ha tenido, incluso con una respuesta del propio ceo de Ualá. Hoy, al fin desactivaron la validación (porque intenté de miles de formas con alguien que ve antes) y pude ingresar, y utilizar mi cuenta. Pero, volvamos a la chica que vive sola. ¿Qué solución habría para ella? Paula Maciel, de la Comunidad de DALAT propuso que se utilice el viejo y querido llamado telefónico, vamos, que como cuando llamamos al centro de atención al cliente, y se valide la identidad con personas humanas, respondiendo preguntas de seguridad, que solo el usuario sabría. Pero... ¿Personas humanas? ¿Qué es eso? En aras del progreso de la tecnología, el contacto humano con las compañías, ha ido en detrimento. Todo son chats, todo son contactos online, todo mails que, en lugar de responder al instante, responden en horas, o a veces días. Y, oiga, que yo no estoy en contra de que la tecnología avance. Pero si mejoramos las cosas para que otros derechos se vean vulnerados, ahí tenemos un problema. Marina Piemonte, también de la comunidad, lanzó una petición online para que el banco nación sea accesible. A un año de esto, el banco no solo no hizo nada, si no que sigue siendo inaccesible. Miles de personas con discapacidad cobran sus pensiones mediante ese banco, y muchos de quienes trabajan para el estado, también. ¿Qué más necesitamos hacer para que esto cambie? ¿Qué otra alternativa se puede ofrecer? La ley de accesibilidad web, quedó obsoleta. como se explica en la comunidad también, la disposición del banco central sobre accesibilidad digital, no viene a hacer más que empeorar las cosas, y prestar a confusión. Esto quiere decir, que del lado legal, tampoco tenemos gran ayuda. Sigamos del lado tecnológico, a ver... Si entran a mi tweet, y ven las respuestas, van a encontrar varias soluciones interesantes, que podrían llegar a funcionar. Primero, lo básico. ¿Por qué no se puede usar como validador, la propia huella digital? Esto lo pregunto desde la ignorancia también. Tal vez, no sea tan segura como se cree. Las apps bancarias que uso, me piden la huella digital para iniciar sesión cada vez. En algunas de ellas, solo he tenido que validar mi identidad la primera vez, y ya no hizo falta de nuevo. ¿Por qué el resto, no puede hacer lo mismo? Un sistema de reconocimiento de voz. Bueno, mediante un entrenamiento, se puede utilizar la voz como validador, al estilo de los asistentes más conocidos, Alexa, Siri y Google. Yo propongo otra cosa, a ver qué tan difícil suena. Hay cámaras accesibles ya para IPhone, y Android. Se podría crear simplemente, una cámara que te vaya guiando cuando hacés el reconocimiento, mediante el lector de pantalla, y que, para que no tengas que mover la cámara, que al pasar... No sé, 5 segundos desde que dejamos la cámara quieta, saque la foto sola. Claro que, seguimos teniendo el problema de la discapacidad motriz, y eso no es negociable tampoco. Cave destacar que, Mercado Libre está trabajando en un validador de identidad accesible, lo que abre un poco el paraguas, pero deja al menos la certeza de que, alguien se está ocupando del tema, y no todo está perdido. Por último, en cuanto a la seguridad en sí de la validación de identidad mediante el rostro, se suele pensar que es infalible. Pero conozcamos la historia de este señor, quien logra engañar al sistema de validación con un ojo de cartón. Para finalizar, al menos por ahora, comentarles que, mediante el hashtag #YoElijoAccesible, en twitter, denunciamos la falta de accesibilidad de diversas aplicaciones, y por el motivo que sea. Los invito a sumarse y denunciar ustedes también, todas aquellas apps, que no sean accesibles. Ideas, aportes, comentarios, acá en el blog, en el propio twitter, o en cualquiera de mis redes sociales, o de la comunidad de DALAT. ¡Saluditos, y hasta la próxima!", "Spanish Latin American Female"); } };

El 4 de enero de cada año, se celebra el día mundial del sistema de lecto escritura braille, en conmemoración del nacimiento de su creador, el francés Louis Braille, el 4 de enero de 1809. Con tan solo 16 años, creó un sistema de puntos en relieve, basándose en un sistema que se había utilizado durante la guerra, mediante el cual, el alfabeto y su simbología, eran representados con una serie de puntos combinados, que iban conformando cada carácter. Este sistema, se fue perfeccionando y modificando, hasta ser adoptado en enorme cantidad de países e idiomas. Es importante destacar que, el braille no es un idioma, una lengua como tal. Si no, un sistema de escritura y lectura, como ya dijimos. Entonces, este no se traduce, se transcribe. Es como pasar un video a texto, o cambiar un escrito de imprenta a cursiva. Así como ustedes tienen este tipo de letras, las personas con algún tipo de discapacidad visual, tenemos el Braille.

Es sin duda, la forma que tenemos desde nuestra infancia, para comunicarnos a través de la escritura y la lectura. A través de cuentos, revistas de opinión con artículos de diverso interés para los niños, que organizaciones que mencionaremos más adelante, nos enviaban de forma gratuita mensualmente, o que podíamos leer en la escuela para chicos con discapacidad visual, nos introducíamos en aquel mundo repleto de palabras, historias, e imaginación. Incluso, las escuelas tenían sus propias bibliotecas con libros más de otros estilos. Desde novelas, diccionarios, hasta libros de musicografía, mapas, libros de ciencias naturales, entre otros tantos. Y estos, en caso de que no estén en la escuela, y sean requeridos, pueden conseguirse a préstamo también, en otras instituciones. Más adelante, mucho antes de tener una computadora, en mi caso al menos, comencé a utilizar el sistema braille, no solo para leer, si no también para escribir. Mis primerass canciones, poesías e historias, fueron escritas en braille. Fue muy importante, porque apartir de su creación, este sistema nos permitió a las personas con discapacidad visual, acceder a algo tan pero tan básico, como la propia educación. Como el arte, la literatura. En sí, al conocimiento.

Una de las desventajas del braille, es que sus hojas son muy gruesas, ya que los puntos no deberían borrarse con el paso del tiempo. Otra, es que, al necesitarse un tipo de hojas especiales, estas son muy costosas, y el tamaño de los libros, es enorme. Para dar una idea de esta magnitud, la biblia, uno de los libros más conocidos de la historia, tiene 24 tomos, y todos juntos uno encima del otro, serían desde el piso, hasta el techo de una casa. Sí, así es. De 2 a 3 metros aproximadamente.

La forma más tradicional de escribir en braille, es mediante una “pizarra”, una especie de tableta de plástico o metal, que contiene 30 casilleros por renglón. Cada casillero contiene divisiones entre los 6 puntos del sistema braille, y 9 renglones en total. Luego, esa pizarra se pasa hacia abajo, para continuar escribiendo en el resto de la hoja. Y para hacer los puntos que conformarán nuestras letras y símbolos, utilizamos un punzón, que viene en distintos modelos, el cual tiene una punta de metal que perfora la hoja. Al darla vuelta, podemos leer lo que acabamos de escribir. Sí, con este método, el braille, se escribe de derecha a izquierda, y se lee de izquierda a derecha.

Después, tenemos las máquinas braille. Son aparatos muy costosos, pero la ventaja es que, poseen una tecla por cada punto, y una especial para el espacio. Entonces, pulsando varios puntos a la vez, podemos tener más fluidez a la hora de escribir, en lugar de hacerlo uno por uno, como con la pizarra.

Y después, tenemos dispositivos muchísimo más costosos que los anteriores, que no solo permiten escribir textos, si no que, hacer libros con dibujos. Si, hablamos de una impresora braille. Básicamente tenés que elegir si comprarte una de esas, o un departamento. Aquí encontramos otra de las desventajas. Al requerir un enorme costo para su fabricación, los dispositivos disponibles para el braille, son extremadamente caros, e importados. Entonces, si se dañan, en muchos casos, hay que llevarlos a su país de origen para su reparación. Pero en fin. Con estas impresoras, podemos hacer libros que contengan relieve. Ya hablé de los libros de mapas, pero cuando hicimos con un gran amigo mío, el proyecto de Mafalda en Braille, así es, la primer historieta del mundo en este sistema, se utilizó para el armado de los dibujos, una impresora braille, que tiene la Editora Nacional Braille, dependiente del gobierno nacional. Como podrán leer en la nota, las 30 tiras se editaron no solo en braille, si no también en sistema de audio, para quienes no saben braille. Y es que, para quienes adquieren su discapacidad visual de grandes, les es más difícil aprenderlo.

El braille, no solo es importante en el ámbito de la educación o el entretenimiento. Está presente en nuestro andar cotidiano, y de muchísimas formas. Desde medicamentos con su nombre en braille (tema sobre el que se está por tratar una ley) hasta las barandas de las escaleras de los subtes u oficinas, pasando por los ascensores, que tienen los botones en braille, para que sepamos qué piso debemos marcar. E incluso las cartas de muchos restaurantes, están en braille para que tengamos independencia a la hora de ir a comer a algún lugar. Porque, lo que brinda el braille a las personas con discapacidad visual, es precisamente eso. Independencia, autonomía. El poder manejarnos en la mayor cantidad de situaciones posibles, sin la necesidad de que otra persona, tenga que leernos las cosas. Tal vez, y solo tal vez, algún día tendremos todos los medicamentos, y no solo algunos, con instrucciones en braille. Y quizás, los alimentos también estén etiquetados en braille, para que sepamos qué queremos comprar, y de que marca, o qué ingredientes contienen. Pero hay un largo camino que recorrer todavía para llegar a estas cuestiones. Lo importante, es siempre ir avanzando, y como yo digo, ver el lado bueno.

El braille y la tecnología

Aquí, hacemos un capítulo aparte. Muchas veces se habla de la llegada de la tecnología, y de como esta irrumpió en la vida de las personas con discapacidad, las cuales dejaron de lado al braille, por utilizar lectores de pantalla que convierten a voz, todo lo que aparece en la misma. Yo creo en lo personal, que la tecnología no vino a reemplazar al braille, si no a complementarlo. Cierto es, que si vamos a hacer un trabajo práctico para la facultad, hoy en día es más fácil hacerlo en word, que escribir con pizarra y punzón. E incluso, buscar el material en internet, en lugar de imprimirlo en braille. Pero, acá hay 2 cosas. La primera, es que no todos podemos adaptarnos a las tecnologías en igualdad de condiciones. Entonces, debe seguir existiendo material en braille, o la posibilidad de imprimir material digitalizado en este sistema, para que quienes no tienen facilidad para la utilización de las nuevas tecnologías, puedan aprender, en igualdad de oportunidades. En este sentido, dejo aquí 3 instituciones que se encargan de estos servicios, entre muchos otros, y productos que brindan a las personas con discapacidad, la posibilidad de ser, como ya dije, mucho más independientes a la hora de estudiar, entre otras cosas. La ya mencionada Editora Nacional Braille, la Biblioteca Argentina Para ciegos, y por último, la Asociación civil Tiflonexos. Y la segunda, es que, en algunos casos, es mucho mejor utilizar el sistema braille, que la voz de un lector de pantalla. A la hora de leer código de programación, o de estudiar inglés, por ejemplo. Es más fácil realizar estas tareas, con un dispositivo denominado Línea braille. Expliquemos un poquito mejor qué es esto.

Con el auge de la tecnología y los lectores de pantalla, se crearon estos dispositivos que poseen de 1 a 4 renglones, y que reemplazan la voz, por el sistema braille, y el teclado, por comandos del propio dispositivo. Para estos, se creó un sistema de braille de 8 puntos, en lugar de los usuales 6, el cual se llama “Braille computarizado”, y permite escribir mayor cantidad de símbolos que con el convencional.

Además de ser útil para lo que ya mencioné, es imprescindible para las personas sordociegas, quienes utilizan las líneas braille, para interactuar directamente con la tecnología. Estos dispositivos, pueden conectarse a celulares, computadoras o tablets, independientemente del sistema operativo y del lector de pantalla. El lector, actúa como intermediario entre este dispositivo y la computadora. Así como se utiliza la voz, para las personas ciegas, ellos utilizan el braille.

Muchos de estos dispositivos, son extremadamente caros. Al igual que otros como el Braibook, un libro electrónico para ciegos, de bolsillo. Su costo es muy elevado, e impide que muchas personas, puedan adquirirlos.

Como venimos diciendo, el braille, no solo no pasó de moda, si no que además, se integró a la tecnología, en lugar de que esta lo reemplace. Esto hace del sistema braille, un sistema muchísimo más vigente que antes, y mucho más necesario. Es más, a mí me gusta mucho escribir desde el celular, y para ello, utilizo una aplicación denominada teclado braille, la cual, crea los puntos en la pantalla táctil del teléfono, y nos permite, pulsando con los dedos de forma simultánea, similar a como lo haríamos con una máquina de escribir en braille, si bien no escribir exactamente a la velocidad a la que lo haríamos con una computadora, sí muchísimo más rápido que cuando utilizaba el teclado qwerty que todos usan. Pueden saber más sobre esto en esta entrada de mi blog, Escribiendo a ciegas en Android. Es por todas estas razones, por las que decido en esta oportunidad, conmemorar el 4 de enero, como el día mundial del braille. Para concientizar a la sociedad de que es un sistema que ayuda a muchísimas personas, y en infinidad de formas. Y para que tomemos conciencia de la importancia que tiene, como vengo diciendo, en la autonomía, y en la independencia de las personas con discapacidad visual.




Y ya llevamos 2 años

listenButton8.onclick = function(){ if(responsiveVoice.isPlaying()){ responsiveVoice.cancel(); }else{ responsiveVoice.speak("\"Por favor, presione el botón para tomar una selfie. Encuadre la cara dentro del óvalo. Alinee la cara al marco. Guiñe el ojo. Mire al centro. Mire hacia arriba. Mire hacia abajo. Busque a una vieja, pelando ajo\". OK, no, lo último no. ¿Pero el resto, no te suena familiar? Y vos me dirás: \"¡Claro! Estás hablando del validador de identidad\". No, no, se llama validador de discapacidad. ¿He? Sí, así es. Paso a explicarte. Todas las apps bancarias, y billeteras virtuales, entre otros servicios, poseen un método de reconocimiento facial, con el cual, casi cualquier persona puede validar que es real, y que no es un robot. Entre las más conocidas, podemos nombrar a Ualá, Mercadopago, BNA+ (del banco nación), la app del banco Galicia, entre otros. En cuanto al resto de los servicios, uber, Cabify, o la app Mi Argentina, del gobierno nacional, también poseen este método. Pero el problema se presenta cuando esta validación debe hacerla una persona con discapacidad. Una amiga me contó el año pasado que tuvo que cerrar su cuenta en el banco nación, porque nadie pudo ayudarla a hacerlo. Y es que, claro, como es una selfie y exige movimientos de rostros, imagino yo que cuesta que otra persona que no sea una misma, haga ese enfoque. Y algo similar sucede con el resto de las apps mencionadas. Aclarar que, en cuanto a la lucha por la accesibilidad se refiere, no hago distinciones de ningún tipo. Es decir, no me caso con nadie, literalmente. Si conocen otras apps con las que hayan tenido el mismo problema, pueden dejarlas en comentarios, y las iré agregando. Continuemos: Una persona con discapacidad visual, y personas con ciertos tipos de discapacidad motriz o con alguna afección en los ojos o en el rostro, no puede realizar esta validación, de forma accesible. Acá, Martín Dilucio lo explica mejor. ¿Y qué se hace? La primer opción sugerida es que nos ayude un familiar. OK, perfecto. Quienes tenemos personas que ven cerca, podemos intentarlo, que no significa que finalmente podamos lograrlo. Pero de poder, podemos. Pero existen quienes no. Una chica que vino del interior, y está viviendo sola, me contó que se quiso hacer la tarjeta Ualá, y no pudo por esa misma razón. Tiene discapacidad visual total, y no tiene a nadie que la ayude. Cuando la cuenta ya está creada, es cuando corre esto que digo de, validación de discapacidad. ¿Por qué? Porque necesitamos notificar al soporte técnico que no podemos hacerlo. Entonces, después de sugerirnos la primera, y ver que no es posible, viene la segunda opción. Desactivar esa validación de la cuenta. Es lo que hacen la mayoría, ya que, no existe una alternativa accesible, a ese método de validación. Al menos, no que yo conozca, o que se haya aplicado hasta ahora. Y si grandes empresas como Ualá o mercado pago no lo aplican... ¿Qué queda para el resto? No importa realmente. Lo que importa es que hay que poner este tema sobre la mesa. Porque somos muchos usuarios con discapacidad que queremos, y tenemos el derecho de poder elegir qué servicio preferimos. Pero no es así. Si eso funcionara bien, no debería haber ninguna diferencia entre los usuarios. Todos, deberíamos poder acceder en igualdad de condiciones. Mejor me dejo de viajar por mundos de fantasía, que eso es para otras cosas que estoy escribiendo, y vuelvo a la realidad. Pero insisto en esto. Lo llamo \"validador de discapacidad\", porque a diferencia del resto de los usuarios, tenemos que aclarar que poseemos la condición de discapacidad, para poder acceder al servicio. Yo tuve este tipo de problema. Acá pueden ver el hilo de twitter en el que lo cuento, y las repercusiones que ha tenido, incluso con una respuesta del propio ceo de Ualá. Hoy, al fin desactivaron la validación (porque intenté de miles de formas con alguien que ve antes) y pude ingresar, y utilizar mi cuenta. Pero, volvamos a la chica que vive sola. ¿Qué solución habría para ella? Paula Maciel, de la Comunidad de DALAT propuso que se utilice el viejo y querido llamado telefónico, vamos, que como cuando llamamos al centro de atención al cliente, y se valide la identidad con personas humanas, respondiendo preguntas de seguridad, que solo el usuario sabría. Pero... ¿Personas humanas? ¿Qué es eso? En aras del progreso de la tecnología, el contacto humano con las compañías, ha ido en detrimento. Todo son chats, todo son contactos online, todo mails que, en lugar de responder al instante, responden en horas, o a veces días. Y, oiga, que yo no estoy en contra de que la tecnología avance. Pero si mejoramos las cosas para que otros derechos se vean vulnerados, ahí tenemos un problema. Marina Piemonte, también de la comunidad, lanzó una petición online para que el banco nación sea accesible. A un año de esto, el banco no solo no hizo nada, si no que sigue siendo inaccesible. Miles de personas con discapacidad cobran sus pensiones mediante ese banco, y muchos de quienes trabajan para el estado, también. ¿Qué más necesitamos hacer para que esto cambie? ¿Qué otra alternativa se puede ofrecer? La ley de accesibilidad web, quedó obsoleta. como se explica en la comunidad también, la disposición del banco central sobre accesibilidad digital, no viene a hacer más que empeorar las cosas, y prestar a confusión. Esto quiere decir, que del lado legal, tampoco tenemos gran ayuda. Sigamos del lado tecnológico, a ver... Si entran a mi tweet, y ven las respuestas, van a encontrar varias soluciones interesantes, que podrían llegar a funcionar. Primero, lo básico. ¿Por qué no se puede usar como validador, la propia huella digital? Esto lo pregunto desde la ignorancia también. Tal vez, no sea tan segura como se cree. Las apps bancarias que uso, me piden la huella digital para iniciar sesión cada vez. En algunas de ellas, solo he tenido que validar mi identidad la primera vez, y ya no hizo falta de nuevo. ¿Por qué el resto, no puede hacer lo mismo? Un sistema de reconocimiento de voz. Bueno, mediante un entrenamiento, se puede utilizar la voz como validador, al estilo de los asistentes más conocidos, Alexa, Siri y Google. Yo propongo otra cosa, a ver qué tan difícil suena. Hay cámaras accesibles ya para IPhone, y Android. Se podría crear simplemente, una cámara que te vaya guiando cuando hacés el reconocimiento, mediante el lector de pantalla, y que, para que no tengas que mover la cámara, que al pasar... No sé, 5 segundos desde que dejamos la cámara quieta, saque la foto sola. Claro que, seguimos teniendo el problema de la discapacidad motriz, y eso no es negociable tampoco. Cave destacar que, Mercado Libre está trabajando en un validador de identidad accesible, lo que abre un poco el paraguas, pero deja al menos la certeza de que, alguien se está ocupando del tema, y no todo está perdido. Por último, en cuanto a la seguridad en sí de la validación de identidad mediante el rostro, se suele pensar que es infalible. Pero conozcamos la historia de este señor, quien logra engañar al sistema de validación con un ojo de cartón. Para finalizar, al menos por ahora, comentarles que, mediante el hashtag #YoElijoAccesible, en twitter, denunciamos la falta de accesibilidad de diversas aplicaciones, y por el motivo que sea. Los invito a sumarse y denunciar ustedes también, todas aquellas apps, que no sean accesibles. Ideas, aportes, comentarios, acá en el blog, en el propio twitter, o en cualquiera de mis redes sociales, o de la comunidad de DALAT. ¡Saluditos, y hasta la próxima!", "Spanish Latin American Female"); } };

Es muy difícil hacerse un lugarcito en un mundo dominado por las imágenes, los videos, y sobre todo los memes y las historias en las redes sociales. Cuando empecé con el blog, muchos me dijeron que el auge de los blogs había terminado, y que habían pasado de moda. Y puede que esto no sea del todo falso. Ya que no se pueden comparar, las vistas y visitas de un blog, con las de los videos en redes, o en las plataformas más populares. Aún así, seguimos existiendo quienes preferimos leer un artículo en este tipo de sitios. Siguen habiendo páginas y grupos, en los que se leen y comparten entradas de blogs. Y siguen habiendo, personas interesadas por la lectura. Muchos de quienes tienen un blog, pueden añadir una imagen o un video a sus entradas, para hacer su blog más atractivo visualmente. Lamentablemente, yo no tengo esa posibilidad, y casi siempre, comparto las mismas imágenes en redes sociales. Sin embargo, hay personas, que deciden acompañarme. Que leen, comentan, difunden y comparten.

Hace casi 2 años, decidí retomarlo, con la entrada que ya de seguro todos leyeron, “Soy Katherine”. Como ya expliqué en esa misma entrada, este blog fue creado en sus inicios, para ir contando todo lo que iba pasando por mi mente, en cuanto a mi transición de género. Pero por razones ya mencionadas allí también, lo había dejado. Al escribir esa entrada, y el hecho de que haya tenido tanta repercusión, se me ocurrió que ahora sí, podría continuarlo. Fue así, como empecé con artículos de opinión, canciones, cuentos e historias, que se me iban ocurriendo, o incluso cosas que soñaba.

Pero este año, decidí ir más allá. Decidí proponerme otros objetivos, además de escribir. Transformé ese blog en un sitio web propio, en el que pude añadir muchísimas características, que mejoran la accesibilidad y la interacción con los usuarios. Desde la posibilidad de escuchar las entradas, hasta modificar el tamaño de la página, entre otras tantas. Algo más que hice hace poquito, es separar las entradas por etiquetas, lo que permite una mejor organización de lectura para los usuarios. Y también, añadí la posibilidad de comentar desde sus cuentas de twitter y facebook. Pueden leer sobre todo esto en la página “navegar por el blog”, desde el menú. Por otro lado, este año, superamos la cantidad de vistas totales del año pasado. Este mes, sí, diciembre, fue en el que más vistas recibimos. La gente lee desde varios países, y gracias a la función de traducción, en muchos idiomas. Hace poco, recibimos las primeras donaciones, a través de la página “Colaborar con KathWare”, a la que se puede acceder también desde el menú.

Más allá, pero mucho más allá de estos datos, descubrí que escribir, es una de las grandes pasiones de mi vida. Que me gusta muchísimo hacerlo. Que amo cada historia, y en sí, cada entrada que sale de mi mente, y logro concretar. Y es por esa razón principalmente, ante todas las demás, que lo hago, y pienso seguir haciéndolo.

Que el contenido de “KathWare”, esté bajo una licencia “Creative Commons”, significa que todo lo que escribo, también es de ustedes. Que está disponible para que lo descarguen, lo escuchen, lo compartan, y se adentren en todas y cada una de las entradas que aquí se encuentran.

Después de tantas palabras, el motivo por el que decidí hacer esta publicación, es precisamente, para agradecerles a todos ustedes. Los que me leen, los que comparten, los que difunden, los que se toman unos minutos para adentrarse en este mundo en el que solo existen las palabras, y la imaginación.

No sé qué publicaré el año que viene, aunque es cierto que ya tengo algunas ideas dando vueltas por mi cabeza. Pero lo que sí sé, es que todo lo que hay hasta ahora, solo serían palabras vacías, si no fuese por todos ustedes. Es como cuando tenés un ladrillo, solo un ladrillo. Pero luego, ese, junto a otros muchos más, terminará siendo una casa. Gracias, por ayudarme a construir, este pequeño lugarcito de mi mente. Todos, absolutamente todos mis lectores, son importantes para mí, aunque no los conozca, o jamás vaya a saber quienes son. Pero hay organizaciones y personas, que a través de sus medios, me brindaron un espacio para contar un poquito sobre este proyecto.

Para finalizar esta publicación, quisiera mencionarlos, y darles a todos ellos también, mis más sinceros agradecimientos. Desearles un gran año 2022, con todos esos proyectos que tanto contribuyen a la accesibilidad, y la mejora de la vida de las personas con discapacidad, entre otras tantas cosas. Gracias, pero muchas gracias por todo. Les dejo a continuación los enlaces a sus respectivos proyectos. Pueden leer sobre algunos de ellos, en la página “Acerca de mí”, o claro, ingresando a cada enlace.

La comunidad de DaLat (Desarrollo Accesible Latinoamericano). La fundación Itgrarte. La comunidad de las de sistemas. La asociación civil Tiflonexos. La aplicación Lazarillo. El sitio periodismo femidisca. Lucía Velázquez y su programa Inclusive. El blog Para Rosie. Y Silvana Marchese, y sus letras del alma.




Discapacidad y prejuicio

listenButton9.onclick = function(){ if(responsiveVoice.isPlaying()){ responsiveVoice.cancel(); }else{ responsiveVoice.speak("\"Por favor, presione el botón para tomar una selfie. Encuadre la cara dentro del óvalo. Alinee la cara al marco. Guiñe el ojo. Mire al centro. Mire hacia arriba. Mire hacia abajo. Busque a una vieja, pelando ajo\". OK, no, lo último no. ¿Pero el resto, no te suena familiar? Y vos me dirás: \"¡Claro! Estás hablando del validador de identidad\". No, no, se llama validador de discapacidad. ¿He? Sí, así es. Paso a explicarte. Todas las apps bancarias, y billeteras virtuales, entre otros servicios, poseen un método de reconocimiento facial, con el cual, casi cualquier persona puede validar que es real, y que no es un robot. Entre las más conocidas, podemos nombrar a Ualá, Mercadopago, BNA+ (del banco nación), la app del banco Galicia, entre otros. En cuanto al resto de los servicios, uber, Cabify, o la app Mi Argentina, del gobierno nacional, también poseen este método. Pero el problema se presenta cuando esta validación debe hacerla una persona con discapacidad. Una amiga me contó el año pasado que tuvo que cerrar su cuenta en el banco nación, porque nadie pudo ayudarla a hacerlo. Y es que, claro, como es una selfie y exige movimientos de rostros, imagino yo que cuesta que otra persona que no sea una misma, haga ese enfoque. Y algo similar sucede con el resto de las apps mencionadas. Aclarar que, en cuanto a la lucha por la accesibilidad se refiere, no hago distinciones de ningún tipo. Es decir, no me caso con nadie, literalmente. Si conocen otras apps con las que hayan tenido el mismo problema, pueden dejarlas en comentarios, y las iré agregando. Continuemos: Una persona con discapacidad visual, y personas con ciertos tipos de discapacidad motriz o con alguna afección en los ojos o en el rostro, no puede realizar esta validación, de forma accesible. Acá, Martín Dilucio lo explica mejor. ¿Y qué se hace? La primer opción sugerida es que nos ayude un familiar. OK, perfecto. Quienes tenemos personas que ven cerca, podemos intentarlo, que no significa que finalmente podamos lograrlo. Pero de poder, podemos. Pero existen quienes no. Una chica que vino del interior, y está viviendo sola, me contó que se quiso hacer la tarjeta Ualá, y no pudo por esa misma razón. Tiene discapacidad visual total, y no tiene a nadie que la ayude. Cuando la cuenta ya está creada, es cuando corre esto que digo de, validación de discapacidad. ¿Por qué? Porque necesitamos notificar al soporte técnico que no podemos hacerlo. Entonces, después de sugerirnos la primera, y ver que no es posible, viene la segunda opción. Desactivar esa validación de la cuenta. Es lo que hacen la mayoría, ya que, no existe una alternativa accesible, a ese método de validación. Al menos, no que yo conozca, o que se haya aplicado hasta ahora. Y si grandes empresas como Ualá o mercado pago no lo aplican... ¿Qué queda para el resto? No importa realmente. Lo que importa es que hay que poner este tema sobre la mesa. Porque somos muchos usuarios con discapacidad que queremos, y tenemos el derecho de poder elegir qué servicio preferimos. Pero no es así. Si eso funcionara bien, no debería haber ninguna diferencia entre los usuarios. Todos, deberíamos poder acceder en igualdad de condiciones. Mejor me dejo de viajar por mundos de fantasía, que eso es para otras cosas que estoy escribiendo, y vuelvo a la realidad. Pero insisto en esto. Lo llamo \"validador de discapacidad\", porque a diferencia del resto de los usuarios, tenemos que aclarar que poseemos la condición de discapacidad, para poder acceder al servicio. Yo tuve este tipo de problema. Acá pueden ver el hilo de twitter en el que lo cuento, y las repercusiones que ha tenido, incluso con una respuesta del propio ceo de Ualá. Hoy, al fin desactivaron la validación (porque intenté de miles de formas con alguien que ve antes) y pude ingresar, y utilizar mi cuenta. Pero, volvamos a la chica que vive sola. ¿Qué solución habría para ella? Paula Maciel, de la Comunidad de DALAT propuso que se utilice el viejo y querido llamado telefónico, vamos, que como cuando llamamos al centro de atención al cliente, y se valide la identidad con personas humanas, respondiendo preguntas de seguridad, que solo el usuario sabría. Pero... ¿Personas humanas? ¿Qué es eso? En aras del progreso de la tecnología, el contacto humano con las compañías, ha ido en detrimento. Todo son chats, todo son contactos online, todo mails que, en lugar de responder al instante, responden en horas, o a veces días. Y, oiga, que yo no estoy en contra de que la tecnología avance. Pero si mejoramos las cosas para que otros derechos se vean vulnerados, ahí tenemos un problema. Marina Piemonte, también de la comunidad, lanzó una petición online para que el banco nación sea accesible. A un año de esto, el banco no solo no hizo nada, si no que sigue siendo inaccesible. Miles de personas con discapacidad cobran sus pensiones mediante ese banco, y muchos de quienes trabajan para el estado, también. ¿Qué más necesitamos hacer para que esto cambie? ¿Qué otra alternativa se puede ofrecer? La ley de accesibilidad web, quedó obsoleta. como se explica en la comunidad también, la disposición del banco central sobre accesibilidad digital, no viene a hacer más que empeorar las cosas, y prestar a confusión. Esto quiere decir, que del lado legal, tampoco tenemos gran ayuda. Sigamos del lado tecnológico, a ver... Si entran a mi tweet, y ven las respuestas, van a encontrar varias soluciones interesantes, que podrían llegar a funcionar. Primero, lo básico. ¿Por qué no se puede usar como validador, la propia huella digital? Esto lo pregunto desde la ignorancia también. Tal vez, no sea tan segura como se cree. Las apps bancarias que uso, me piden la huella digital para iniciar sesión cada vez. En algunas de ellas, solo he tenido que validar mi identidad la primera vez, y ya no hizo falta de nuevo. ¿Por qué el resto, no puede hacer lo mismo? Un sistema de reconocimiento de voz. Bueno, mediante un entrenamiento, se puede utilizar la voz como validador, al estilo de los asistentes más conocidos, Alexa, Siri y Google. Yo propongo otra cosa, a ver qué tan difícil suena. Hay cámaras accesibles ya para IPhone, y Android. Se podría crear simplemente, una cámara que te vaya guiando cuando hacés el reconocimiento, mediante el lector de pantalla, y que, para que no tengas que mover la cámara, que al pasar... No sé, 5 segundos desde que dejamos la cámara quieta, saque la foto sola. Claro que, seguimos teniendo el problema de la discapacidad motriz, y eso no es negociable tampoco. Cave destacar que, Mercado Libre está trabajando en un validador de identidad accesible, lo que abre un poco el paraguas, pero deja al menos la certeza de que, alguien se está ocupando del tema, y no todo está perdido. Por último, en cuanto a la seguridad en sí de la validación de identidad mediante el rostro, se suele pensar que es infalible. Pero conozcamos la historia de este señor, quien logra engañar al sistema de validación con un ojo de cartón. Para finalizar, al menos por ahora, comentarles que, mediante el hashtag #YoElijoAccesible, en twitter, denunciamos la falta de accesibilidad de diversas aplicaciones, y por el motivo que sea. Los invito a sumarse y denunciar ustedes también, todas aquellas apps, que no sean accesibles. Ideas, aportes, comentarios, acá en el blog, en el propio twitter, o en cualquiera de mis redes sociales, o de la comunidad de DALAT. ¡Saluditos, y hasta la próxima!", "Spanish Latin American Female"); } };

A raíz de este artículo del sitio “redacción”, titulado: Ejemplo de personas con discapacidad que cosifican, es que decidí hacer una pequeña reflexión en mis redes sociales. Viendo las repercusiones que tuvo, al día siguiente, se me ocurrió que podría ampliar ese texto, contando ejemplos propios, de experiencias personales y de otras que conozco, además de reflexionar sobre la situación actual de las personas con discapacidad en la sociedad. También, pensé que esta, era una fecha ideal para publicarla, ya que, el 3 de diciembre, es el día internacional de las personas con discapacidad. En fin, primero, les dejo el post en cuestión, y después sigo con el resto de las reflexiones.

Salimos, nos emborrachamos, tenemos familias, llevamos a nuestros hijos al médico, hacemos trámites, pagamos cuentas, impuestos, trabajamos, cocinamos. Somos personas comunes y corrientes. No somos ni superhéroes, ni ejemplos de vida, ni nadie a quien se le tenga que tener lástima. Ninguna persona con discapacidad, debe ser tratada como ejemplo de nada, o por el contrario, como inútil, incapaz de hacer cosas. Porque primero somos personas como cualquiera en este mundo. Y después, tenemos una discapacidad. Si no sabemos hacer algo y te preguntamos, enseñanos. Si tenés miedo de que nos quememos, nos golpeemos, nos lastimemos, sacátelo. Solo haciendo las cosas, podemos aprender. Solo cuando se nos considera personas, podemos progresar. Es cuestión de que dejemos de ver a la discapacidad como una barrera, como una limitación. Y que la veamos como lo que es. Simplemente, una condición. ¿Tengo una discapacidad? Sí. ¿Hay muchísimas cosas que son difíciles? Por supuesto. Pero eso no quiere decir que no podamos hacerlas. El prejuicio positivista que tiene la sociedad por quienes tenemos una discapacidad, es realmente muy perjudicial. Tanto así, que hace que muchas de ellas no puedan conseguir trabajo, no sepan valerse en la vida, hasta mínimamente hacerse un té.
Construyamos todos juntos, una nueva sociedad. Libre de prejuicios, y de todo tipo de discriminación. Empecemos con nosotros, con el que tenemos al lado. Con nuestros hijos, padres, primos, sobrinos, amigos, familiares de amigos que tengan una discapacidad. No me admiren, no me idolatren, no me infantilicen. Trátenme como a cualquier otra persona que, simplemente, tiene una vida. Ni buena, ni mala. Solo, una vida. Y vivan también así, la suya propia.

Entre todas las repercusiones que hubo, la gente que pidió que lo pusiera público, y las reacciones, una amiga, que tiene una discapacidad visual también, comentó lo siguiente:

Y hay casos en que ni siquiera te idolatran, a menos que les convenga, y te rebajan a lo más bajo, teniendo que agradecer uno/a su supuesto buen trato. Y te dicen: vos no sé de qué te quejás, sos una persona privilegiada, hay gente que la pasa peor.

Otra amiga, añadió que una vez le dijeron, que tener una discapacidad, es una circunstancia de la vida.

He leído muchísimos términos sobre las personas con discapacidad. Desde que teníamos diversidades funcionales, hasta que teníamos capacidades diferentes. “Capacidades diferentes tienen los X Men”, dice una tuitera amiga mía. Y es cierto. Dicen que lo que no se nombra, no existe. Pero claro, la discapacidad no deja de existir por el hecho de que no se la nombre. Por supuesto que no. Pero sí se la invisibiliza, se la ignora, se la infantiliza, se le hace lo que se conoce, como discriminación positiva. En este post, pretendo desglosar, siempre bajo mi punto de vista, las formas en las que las personas con discapacidad, sufrimos diferentes tipos de discriminación positiva.

Estudio y trabajo

Es muy difícil, o hasta en algunos casos, imposible conseguir trabajo para personas con discapacidad. En la mayoría de los casos, gran parte del ámbito privado, no se los dan. ¿Y por qué no se los dan? Porque no pudieron estudiar lo suficiente, porque no pudieron entrar en un mercado en el que, cada vez exigen más conocimientos y experiencias, y que a cambio, ofrece muy poco. He sabido de personas cercanas que han tirado CV por todas partes y hacia todos lados, y nunca las han llamado. Y muchas de ellas, con títulos universitarios o terciarios incluídos. No tienen experiencia suficiente, no tienen los conocimientos requeridos, el puesto no está adaptado. El puesto, no está adaptado. Y claro. A veces, y solo a veces, suelen admitir que son ellos los que están fallando. ¿Qué requiere adaptar un puesto? Para quienes tienen una discapacidad visual, un lector de pantalla. Para quienes tienen sillas de ruedas, ascensores y rampas. Y así. O sea. Existen situaciones en las que la no contratación, podría ser justificable. Pero lo que realmente sucede, es que indirectamente, no quieren contratarnos. Y es que, hay muchísimos trabajos en los que podríamos desempeñarnos sin inconvenientes. Pero, para empezar, muchas empresas, desconocen siquiera que podemos utilizar un celular o una computadora. Mucho menos van a saber, que somos capaces de trabajar. En segundo lugar, el miedo. No están preparados ni capacitados para enseñarnos, ni para entender qué significa trabajar con una persona con discapacidad. Porque, es cierto que se requiere un tiempo extra, para explicarnos el funcionamiento del lugar. Tanto física, como virtualmente. Ubicación de los puestos, de los baños, hasta como manejarnos en sus sitios webs y apps internas, lo que ya sabemos, no es lo mismo para quienes tengan una discapacidad visual, como para quienes no, o incluso para quienes tengan otro tipo de discapacidades. Y, adaptar estas aplicaciones, estos puestos de trabajo, no es fácil de hacer. Pero esto no quiere decir, que sea imposible, claro que no. Si no nadie, tendría un trabajo en el ámbito privado.

Hay algunas empresas que no solo están adaptadas, en gran parte, para que trabajemos en ellas, si no que además, se ocupan de difundir la empleabilidad de personas con discapacidad. Lo que muchas veces no se sabe, es que quienes contraten a personas de comunidades vulnerables, tienen beneficios impositivos. Es decir, una reducción en el pago de sus impuestos. Esto implica que, si bien las tecnologías asistivas que necesitemos pueden llegar a representar un costo, este es compensado por esta reducción. Y muchos pueden decir, de ahí a accesibilizar nuestras apps o sitios webs, es otra cosa. Nada más lejos de la realidad. Sí es cierto que accesibilizar un sitio que ya está en funcionamiento, puede representar un costo alto. Pero la web, las apps, fueron hechas para ser accesibles. Y la accesibilidad, no debe ser algo que quede para después. Desde cualquier empresa y/o institución, ya sea del ámbito público como privado, se pueden usar las Pautas de Accesibilidad para el Contenido Web (WCAG). Las cuales poseen lineamientos para desarrollar sitios webs y apps, de forma accesible. Esto está disponible de forma totalmente gratuita, para todo el mundo, y es mantenido por el propio W3C, es decir, el propio consorcio global de internet. Pero no se trata, ni mucho menos, de accesibilizar sitios webs, oficinas y demás. La cuestión, es mucho más compleja todavía.

En una reunión de empresarios, escuché una vez que querían llegar al 85% de las personas con discapacidad, que no tenían trabajo. Desafortunadamente, aunque tuviesen las mejores intenciones, esto, es probable que mientras la cosa siga así, no sea posible. Los requisitos de contratación de las empresas, son demasiado altos para las verdaderas oportunidades de estudio, que tienen las personas con discapacidad. Cierto es, que al menos cuando hablamos de tecnología y/o programación, por dar un ejemplo, hay cosas que están mejorando. Ya he mencionado en otros artículos, a la Fundación Itgrarte. Se encargan, entre otras cosas, de brindar capacitaciones en lenguajes de programación, a personas con discapacidad, con perspectiva de accesibilidad. Y, otra cosa importante a destacar, es que tanto sus integrantes como los mentores de dichas capacitaciones, también tienen una discapacidad. Hay una frase que dice: “Nada sobre nosotros sin nosotros”, y creo que puede aplicarse perfectamente al trabajo que ellos realizan. La oportunidad de ingresar a un mercado que es tan demandado como el de tecnología, y que ofrece buenas remuneraciones, es algo que no se puede dejar pasar. Pero claro, desafortunadamente, aún falta mucho más por hacer. Y no son ellos, quienes deben hacerlo. ¿Porque, y los otros casos? ¿Y qué tal quienes estudian otras carreras, o estudian en institutos, universidades, o quieren estudiar en línea?

Muchas instituciones públicas y privadas, no están adaptadas ni en sus contenidos, ni en la capacitación a los docentes, para enseñar a personas con discapacidad. En la entrada Diferentes, ya expliqué lo difícil que fue para mí, y para muchos, estudiar programación. Un amigo que quedó ciego de grande, y que se había recibido de programador, me contó que cuando quiso convalidar su título, le dijeron que no podía, porque no había programadores ciegos. Él pensó lo mismo durante mucho tiempo, hasta que me conoció a mí. Hoy en día, está capacitándose por su cuenta con herramientas accesibles, y esperando su oportunidad, para entrar al mercado laboral. Muchísimas universidades, webs de cursos en línea, tutoriales y demás, no son accesibles. Entonces, pasa esto de que, por diversas razones, las personas no pueden estudiar la carrera que desean.

Según la ley, las personas con discapacidad debemos ser admitidas en cualquier institución pública o privada sin distinciones. ¿Pero, si nos admiten, y aún así la discriminación indirecta sigue existiendo, de qué sirve realmente? Cierto es, que en cuanto a los estudios, muchas cosas están cambiando, la creación de fundaciones como itgrarte, u otras ONGs que trabajan en la misma línea, por ejemplo. Y hay algunas universidades e instituciones, que ya tienen carreras orientadas a la accesibilidad. Pero falta un largo camino por recorrer todavía. Y vamos a intentar llegar a la raíz del problema, en las siguientes secciones.

La discapacidad y el estado

Existe otro gran jugador que se encarga de marginarnos aún más. Y es, el propio estado. Según la ley, el 5% del personal de las instituciones públicas (también alcanza a las privadas pero para estas no es obligatorio), debe tener una discapacidad. Esto, no solo no se cumple, si no que además, para quienes sí pueden conseguirlo, en su mayoría tienen sueldos bajos, que no llegan a cubrir la canasta básica. Por supuesto que tampoco tienen pensión por discapacidad. Automáticamente, al trabajar en blanco, esta se les quita. No se contempla que, además de los gastos habituales de cualquier persona, quienes tienen una discapacidad, deben también utilizar parte de esos ingresos, para otros gastos. Tratamientos, bastones, dispositivos, software especial, entre otros. Es justo decir que mucho de esto puede conseguirse con coberturas u obras sociales. Pero los trámites son muy engorrosos, y al ser costosos, en muchos casos, estas se niegan a cubrirlos. He de destacar, que esta ley del 5% obligatorio, no es ni una dádiva, ni una limosna. Como comenté en el artículo Orgullo 2021, la constitución nacional dice que toda persona que habite el suelo argentino, tiene derecho a un trabajo digno. El problema acá es, que no se nos considera personas. Por eso debe existir una ley, para que se respeten derechos que, tendrían que habernos garantizado desde el principio.

Sobre los trabajos en sí, existen también, programas de “capacitación laboral” brindados por el estado, al estilo de pasantías. En estos casos, lo que se les paga, es tan poco, que incluso es mucho más bajo que las pensiones, y el resto de los planes sociales. Lamentablemente, esa capacitación laboral, no te garantiza de forma alguna, que luego puedas conseguir un trabajo estable y bien remunerado en algún otro lado. Pero claro, somos privilegiados. Tenemos que estar agradecidos por lo que el estado benefactor, nos regala.

Otra gran dificultad, es la falta de accesibilidad digital y edilicia en todo tipo de instituciones públicas. Ya hablamos de eso en el tema del estudio, pero vamos aún más allá. Desde falta de rampas en edificios gubernamentales, hasta páginas inaccesibles para hacer trámites de todo tipo, e incluso bancos del estado con apps y sitios webs totalmente inaccesibles. Pasando por miles de cosas más, que si las nombro todas, no termino nunca. Pero por mencionar una específicamente, en cuanto a la accesibilidad digital, está el artículo que publiqué hace unos meses para la izquierda diario: la justicia le ordenó a la justicia, que el sitio web de la justicia, sea accesible. En este artículo, hablo de un recurso de amparo presentado por abogados ciegos, en el que le pedían a la corte suprema, que el sitio web del poder judicial, sea accesible. Teniendo en cuenta que la ley de accesibilidad web salió en 2010, se creería que todas las instituciones del estado habidas y por haber, deberían haber reacondicionado sus sitios webs para que lo sean. Sin embargo, no fue así, pero ni por asomo. Mientras que el resto de los abogados podían llevar adelante sus casos desde sus hogares durante la pandemia, los abogados ciegos tenían que concurrir a tribunales presencialmente para hacerlo. Este, es solo uno de los tantos ejemplos en los que los derechos de las personas con discapacidad, se ven vulnerados por ineficiencia del estado.

En cuanto a quienes no tienen ni siquiera los ingresos suficientes como para independizarse, bueno, imaginate que te querés ir a vivir solo/a. La mayoría, puede estudiar mientras trabaja, conseguir un trabajo de medio tiempo que te permita ahorrar alguito para poder luego, pagar un alquiler. Si tenés una pensión o un trabajo poco remunerado, esto es imposible. Muchos deben salir a trabajar en el transporte público, con todos los riesgos que esto implica, para poder mínimamente subsistir, sin la ayuda de padres o familiares.

Sobre los extranjeros con discapacidad, la cosa es muchísimo peor. Porque deben tener 20 años de residencia en el país, para poder acceder a una pensión. Si a eso le sumamos lo que ya dije sobre los estudios, y la falta de oportunidades para conseguir trabajo, la verdad, sí que se hace cuesta abajo. Acá siempre salta el odio de clase contra los migrantes. Que por qué no se quedan en su país, y demás cuestiones. Yo, soy de la filosofía del gran maestro León Gieco. El día que se reciba a un extranjero pobre, de la misma forma en la que se recibe a los ricos que vienen a saquear nuestros recursos naturales, así, y solo así, será de igual a igual.

La discapacidad en los medios

Durante toda mi vida, me han hecho entrevistas de todo tipo, y por variadas situaciones. Además, conozco muchas notas y entrevistas hechas a personas con discapacidad, bajo la misma premisa. Siempre, destacando la discapacidad, por sobre la persona. El logro, la valentía, la lucha, la fuerza para salir adelante, para triunfar, a pesar de la adversidad, de las circunstancias que juegan en contra. Lo que se conoce, como resiliencia. No tengo duda alguna de que salir adelante, no es fácil. Pero tener una discapacidad, es una condición más de la vida, como cualquier otra. Y tenemos que aprender a vivir con, y a pesar de ella. La difusión de los medios, no hace más que perpetuar algo de lo que ya venimos hablando. La idolatría, la infantilización, la compasión, la lástima, la admiración, por cosas que, claro está, puede hacer cualquier otra persona, sin ningún inconveniente. ¿Por qué lo que para ellos es normal, para nosotros es digno de ser admirado? ¿Por qué no se comprende que podemos tener una vida como la de cualquier otra persona?

Cuando con mi amigo Javier, hicimos el proyecto de Mafalda en braille (acá enlazo al cuentito que escribí pero se puede googlear para saber más información) pasó que, muchísimas veces, me llamaban a mí para entrevistarme, y no a él, aunque el proyecto lo habíamos hecho ambos, y con igual participación en el mismo. Evidentemente, para los medios era más rentable a nivel difusión e interés, entrevistar a una persona ciega. Y así, los casos son tan infinitos, que serían incontables. La razón por la que participé de todo aquello, fue porque era importante darlo a conocer, para que cada vez más personas con discapacidad visual, se enteren que ahora podían leer la primer historieta en braille del mundo. Pero jamás dejé de destacar la participación de mi amigo, y de mencionar que sin él, ese proyecto jamás habría sido posible. Después de los bombos y las fanfarrias, el interés por continuar el proyecto por parte del gobierno, no solo decayó, si no que desapareció definitivamente. Todavía se pueden conseguir las 30 tiras que hicimos, en la editora nacional braille.

Como en todos los puntos que intento tocar, acá también hay que tratar de buscarle el lado bueno. En este sentido, este año comenzó a cambiar un poco la cosa. El gobierno nacional, publicó un documento titulado: Recomendaciones para el tratamiento responsable de la discapacidad en los medios públicos. Claro que no alcanza a los medios privados, es obvio. Pero al menos, es un avance. Falta que los medios de difusión masiva lo conozcan, y lo implementen, para tratarnos como lo que insisto, realmente somos. Personas con discapacidad.

Lo discapacitante es el entorno

Hay una frase que dice que, la discapacidad en sí no está en la persona, si no en el entorno que la rodea. Es decir, mientras más acceso tenga a la accesibilidad en todas sus formas, menor serán las dificultades que deba enfrentar con respecto a su discapacidad. A lo largo de mi vida, me ha tocado conocer infinidades de historias y experiencias referidas a esto. Por lo que vamos a poner un ejemplo. Hay 2 personas con discapacidad motriz. Mientras que los padres de una de ellas tienen excelentes ingresos económicos, los de la otra no. Entonces, una de ellas puede tener un chofer que la lleve a todos lados, sillas de ruedas diferentes dependiendo de la situación, incluyendo una que le permite disfrutar del agua, ya que puede flotar en ella. Por el contrario, en el segundo caso, ni siquiera pueden comprar una silla de ruedas, por lo que la persona se pasa la vida arrastrándose para llegar a todos lados. Cuando después de muchos intentos, la obra social, o cobertura estatal, o cualquier entidad pública le consigue la silla, esta persona tiene las piernas tan deformadas, que ya no le sirve de nada. Lo ideal, sería que ambos tengan las mismas posibilidades y oportunidades de conseguir lo que necesiten, para mínimamente, tener una vida digna. Desafortunadamente, esto no solo no es así, si no que es aún muchísimo peor. A menor cantidad de recursos, mayor es la falta de accesibilidad en todos los aspectos de la vida. Incluso, se sabe que en los países desarrollados, debido a los grandes avances tecnológicos y al mayor acceso a ellos, las personas con cualquier tipo de discapacidad, tienen una mejor calidad de vida. Y claro, es obvio que si podés comprarte algo en tu país, tengas más posibilidades de hacerlo, que si tenés que traerlo del extranjero. Es más, aunque puedas traer un producto importado, al no tener soporte local, en caso de daño, este quedaría inutilizable, o tendrías que pagar nuevamente, para llevarlo a reparar a su país de origen.

La sociedad

“…Tenés que venir con alguien, no tenés que andar solita. ¿Vos andás solita para todos lados? No deberías, con lo peligroso que está todo. ¿No tenés quién te acompañe? ¿Te espera alguien afuera?” Fragmento del cuento: La profe piola. ¿Alguna de las preguntas anteriores, te suenan familiares? ¿Nunca quisieron acompañarte a tu lugar de destino, porque pensaban que no podías llegar sola? ¿Nunca yendo a un hospital, o a hacer un trámite, le preguntaron tus datos, o le dieron indicaciones, o le hablaron a la persona que estaba al lado tuyo, en lugar de a vos? ¿Nunca te exigieron que vayas con acompañante a un hospital, diciéndote que si no, no podían llevarte, porque no podías ir sola? ¿Nunca te preguntaron si sabías cocinar, lavar la ropa, limpiar? ¿Nunca te preguntaron como hacías para… tener relaciones sexuales? ¿Nunca te dijeron angelito de Dios? ¿Nunca te dijeron que ayudándote, estaban haciendo la buena acción del día, que ya tenían el cielo ganado? ¡Mirá! ¡Un ciego con un bebé! ¡Qué lindos los nenes! ¿Seguro son tus ojos, tu luz, tu guía, no? ¿En serio sos programadora? ¡Para mí, es como si me dijeras que fuiste a la luna y volviste!

Estos, son solo algunos de los tantos ejemplos, de lo que la sociedad piensa de las personas con discapacidad. Básicamente, nos ven como incapaces, infantiles. Sí. Como niños que, no solo no aprendemos a realizar tareas básicas, si no que nunca las vamos a aprender. Exacto. Para gran parte de la sociedad, fuimos, somos, y seremos niños eternos. Y, aunque en muchos casos estas preguntas pueden parecer inofensivas, en otros, es mucho más grave, porque se vulneran los derechos que tenemos como ciudadanos, como habitantes de una nación; como personas adultas, integrantes de una sociedad.

Uno de los hechos más graves que recuerdo, fue cuando empecé a buscar alquiler. Llamé por teléfono a una inmobiliaria, concerté una cita para visitar un departamento, y fuimos en patota a verlo. Mi familia, y 2 amigas, una de ellas, también con su hija. O sea. Personas adultas ciegas, y varios niños. Lo que me suele suceder a mí, es que nunca menciono por teléfono que tengo una discapacidad. No lo veo necesario. No me parece algo relevante de mencionar. O sea, sí, tengo una discapacidad, lo sé. No es que lo niegue, ni mucho menos. Pero es algo con lo que convivo desde que nací. Que ya tengo totalmente asumido. Y, a pesar de eso, puedo desempeñarme en casi todos los aspectos de mi vida, sin inconvenientes. Entonces, cuando llamé a esa inmobiliaria, tampoco se lo dije. En fin, llegamos, tocamos el timbre, y abrió la puerta:

—Disculpame, pero yo no te puedo alquilar a vos.

—¿Por qué? Pero si todavía ni hablamos, no entramos ni a ver el departamento.

—NO, lo que pasa es que vos sos especial, ustedes son especiales. Yo tengo 2 sobrinos hipoacúsicos, y ustedes tienen otras necesidades, otras cosas. Yo tengo que hablar primero con el consorcio, a ver si los aceptan. A ver si el departamento está como para que lo puedan habitar.

Ante estos comentarios, le expliqué que nunca había tenido ese tipo de problemas, y que jamás me habían hecho ese tipo de cuestionamientos. Que yo, consideraba que me estaba discriminando. Me respondió que no, que no era discriminación. Que yo tenía que entender que tenía una “capacidad diferente” (otra vez ese término) y que había edificios o departamentos, que podrían no estar aptos para mí. Una de mis amigas intentó filmar lo que ella decía (es abogada) pero no se grabó, lamentablemente. Evidentemente, sí lo consideré un hecho de discriminación. Consulté al INaDi, y me dijeron que, lean bien: yo tenía razón. Según la ley, y la propia convención de los derechos de las personas con discapacidad, la única que puede decidir si puede vivir o no, en cualquier tipo de vivienda, es la propia persona con discapacidad. Exacto. Ella, y nadie más. Como cualquier otra persona sin ninguna discapacidad.

Otra de las situaciones en las que esta discriminación se vuelve grave, es cuando hablamos de los delitos cometidos por las propias personas con discapacidad. ¿Pero, qué ustedes no eran todos angelitos? No. No, no, y no. Las personas con discapacidad somos personas, como cualquier otra de este mundo, y después tenemos una discapacidad. Hay abusadores, violadores, golpeadores, asesinos, etc. Pero, en muchos casos, las denuncias no se toman en serio. He sabido de casos de violencia de género, en los cuales la reacción de la policía ha sido, desde desestimarla, ignorarla, o hasta tratar al golpeador como un niño, diciéndole “vos no tenés que pegarle a la nena, vos tenés que portarte bien, tenés que ser un nene bueno”.

La mirada de la sociedad hacia las personas con discapacidad, tiene que cambiar en todos sus aspectos, como ya vengo diciendo. Y esta, es otra de esas miradas que están tan naturalizadas culturalmente, que es muy difícil de erradicar. Las propias personas con discapacidad, nos encargamos, cada vez que tenemos la oportunidad, de difundir una mirada diferente. Sin ir más lejos, la ONG Redi (Red por los derechos de las personas con Discapacidad) se ocupa de difundir nuestros derechos. Incluso, desde la sección de género de Redi, nos podemos descargar una app, en la que tenemos información sobre derechos sexuales y reproductivos principalmente, pero también hay una sección de derechos generales, para cualquier persona con discapacidad. Por supuesto, que es una app totalmente accesible. Iniciativas como esta, son de gran utilidad para conocer qué derechos tenemos, y qué podemos hacer en la sociedad, contribuyendo a este cambio de perspectiva.

La familia

Quizás, más allá de todos los puntos controversiales que he tocado a lo largo de este artículo, este, sea el más debatible de todos. Se supone que la familia es la que te protege, la que te prepara para tu vida adulta. La que, debe hacer lo mejor para vos. Según la psicología, el trato que tengas hacia tus hijos, los modos, lo que le inculques, su educación, será lo que defina en gran parte, como será este, el día de mañana. Claro que sabemos bien, hay muchos factores externos. Los amigos, el colegio, la adolescencia, el entorno en general. Pero no hay duda alguna de que la infancia, es la etapa más importante de nuestras vidas. En la infancia, los niños comienzan a recibir y procesar, todo aquello que luego los ayudará a integrarse plenamente en la sociedad, en su vida adulta. En el caso de la discapacidad, muchas veces, esto no se hace de la mejor manera. Aclaración. Convengamos que ningún padre del mundo, es perfecto. Y que estos conceptos psicológicos que explico, pueden aplicarse a cualquier niño, independientemente de que tengan o no, una discapacidad. De seguro muchos padres cometemos miles de errores todos los días, y nuestros hijos no serán santos. Pero mi cuestionamiento, va mucho más allá.

Primero, el rechazo. Hay padres que directamente, niegan, o no aceptan la discapacidad de sus hijos. Esto les genera baja autoestima, entre otros síntomas más severos. También, están quienes discuten sobre la discapacidad del niño, frente a él, tratándola como un problema a resolver, como algo que está mal. Esos padres pueden pretender que los niños vayan a escuelas comunes, o incluso llegar al extremo de que estos utilicen útiles que no les sirven de nada, como un lápiz y una hoja común, para quienes tenemos una discapacidad visual. Esto, puede llegar a generar en muchos casos, un resentimiento del propio niño para con su discapacidad, lo que hace que sienta odio y rechazo hacia la misma, al igual que lo hicieron sus padres con él, y hacia los demás.

Después, están quienes no la niegan, pero ven a la discapacidad al igual que el resto de la sociedad, como algo que hay que sobreproteger, que cuidar, que meter en un frasquito de cristal. Algo que no puede romperse. Esto les impide enseñarles cosas básicas, porque piensan que pueden quemarse, lastimarse, golpearse, como expliqué en el post que inició todo esto. Esto genera chicos inseguros de sí mismos, con poca capacidad de resolución de conflictos. A ver. Expliquemos esto mejor. ¿Si todo el tiempo le estás diciendo a una persona, no, no hagas esto, cuidado, no hagas lo otro, pará, no ves que no podés? ¡huy! ¡Se te cayó! Dejá, dejá que lo hago yo. ¡Sos un inútil! En algún momento, la persona en cuestión, va a creer que esto es cierto. Y, no solo va a tener baja autoestima, si no también, muchísimas inseguridades, a la hora de enfrentarse a cualquier situación. Porque siempre está dependiendo de otra persona, que sí sabe hacer esas cosas. También, son padres negadores, en el sentido de que, si bien saben de ejemplo de otras personas con discapacidad que salen adelante por sí mismas, no ven en esa situación, a sus propios hijos. Digo padres en general porque es lo que se acostumbra, pero aclaro que aplica a cualquier persona que conviva con otra con discapacidad.

A continuación, tenemos a los padres cómodos, que generan hijos cómodos. Estos no tienen, al igual que los anteriores, interés en que sus hijos aprendan nada, por sobreprotección. Pero, generan en sus hijos, que tampoco quieran aprender. Es decir, mientras que en el caso anterior, la persona con discapacidad, a pesar, o quizás mediante el mal trato, porque es un mal trato, intenta aprender, en este caso, la persona con discapacidad, también permanece cómoda ante esa situación, no poniendo interés en aprender a valerse por sí misma.

Y por último, al menos los casos de los que yo tengo conocimiento, o los que recuerdo en este momento, tenemos a padres un poco más comprensibles. Saben que sus hijos no pueden hacer ciertas cosas, y muchas no se las enseñan, pero no les prohíben hacer nada de lo que ellos quieran aprender. Incluso, teniendo en cuenta los riesgos que esto implica. Tengo un ejemplo propio para este caso. No se trata de cosas de la vida cotidiana pero, sí es un caso en el que a pesar de los riesgos, mis papás, no me prohibieron. Aprender, a andar en bicicleta. La bicicleta y el monstruo.

Conclusiones

Este texto, es quizás uno de los más largos que haya escrito. Pero quería tocar este tema desde hace tiempo, y el artículo en cuestión, me dio la oportunidad. Mi intención no es decirle a los demás lo que tienen que hacer, o inmiscuirme en la vida de nadie. Solo trato de expresar mi punto de vista sobre un tópico del cual, si bien se habla, lo que se dice y se sabe, es realmente muy poco. Quiero hacer reflexionar a la sociedad, a las personas en particular, a las empresas, y al estado. En sí, a cualquiera que lo lea. Quiero que las nuevas generaciones, conozcan realmente a las personas con discapacidad. Quiero que los padres, conozcan las capacidades de sus hijos. Que aprendan a reconocer lo que nos hace iguales, y no aquello que nos diferencia. Soy realmente consciente, de que muchísimas veces los malos tratos que sufrimos quienes tenemos una discapacidad, son por falta de conocimiento del otro. Por ignorancia. Pero en otros casos, es indiferencia, desinterés. O incluso, en otros, todo lo contrario. Es llenarse la boca hablando de inclusión, cuando lo que se hace, se nota a leguas que es insuficiente. El 85% de las personas con discapacidad, no tiene trabajo. No, tiene, trabajo. Y esto, es lo que quiero cambiar. Que tengamos las mismas posibilidades y oportunidades en la vida, que los demás. Pero para lograrlo, el granito de harena, lo tenemos que poner entre todos. Espero que cada quien, empiece a aportar el suyo, así como yo, intento desde este rinconcito, aportar el mío. Como dije. Con sus hijos, amigos, primos, hermanos, sobrinos, padres, familiares que tengan una discapacidad. Para que así, seamos una sociedad, libre de prejuicios y de todo tipo de discriminación. Sí. Incluso libres, de la discriminación positiva.




Hechiceras de la luna

listenButton10.onclick = function(){ if(responsiveVoice.isPlaying()){ responsiveVoice.cancel(); }else{ responsiveVoice.speak("\"Por favor, presione el botón para tomar una selfie. Encuadre la cara dentro del óvalo. Alinee la cara al marco. Guiñe el ojo. Mire al centro. Mire hacia arriba. Mire hacia abajo. Busque a una vieja, pelando ajo\". OK, no, lo último no. ¿Pero el resto, no te suena familiar? Y vos me dirás: \"¡Claro! Estás hablando del validador de identidad\". No, no, se llama validador de discapacidad. ¿He? Sí, así es. Paso a explicarte. Todas las apps bancarias, y billeteras virtuales, entre otros servicios, poseen un método de reconocimiento facial, con el cual, casi cualquier persona puede validar que es real, y que no es un robot. Entre las más conocidas, podemos nombrar a Ualá, Mercadopago, BNA+ (del banco nación), la app del banco Galicia, entre otros. En cuanto al resto de los servicios, uber, Cabify, o la app Mi Argentina, del gobierno nacional, también poseen este método. Pero el problema se presenta cuando esta validación debe hacerla una persona con discapacidad. Una amiga me contó el año pasado que tuvo que cerrar su cuenta en el banco nación, porque nadie pudo ayudarla a hacerlo. Y es que, claro, como es una selfie y exige movimientos de rostros, imagino yo que cuesta que otra persona que no sea una misma, haga ese enfoque. Y algo similar sucede con el resto de las apps mencionadas. Aclarar que, en cuanto a la lucha por la accesibilidad se refiere, no hago distinciones de ningún tipo. Es decir, no me caso con nadie, literalmente. Si conocen otras apps con las que hayan tenido el mismo problema, pueden dejarlas en comentarios, y las iré agregando. Continuemos: Una persona con discapacidad visual, y personas con ciertos tipos de discapacidad motriz o con alguna afección en los ojos o en el rostro, no puede realizar esta validación, de forma accesible. Acá, Martín Dilucio lo explica mejor. ¿Y qué se hace? La primer opción sugerida es que nos ayude un familiar. OK, perfecto. Quienes tenemos personas que ven cerca, podemos intentarlo, que no significa que finalmente podamos lograrlo. Pero de poder, podemos. Pero existen quienes no. Una chica que vino del interior, y está viviendo sola, me contó que se quiso hacer la tarjeta Ualá, y no pudo por esa misma razón. Tiene discapacidad visual total, y no tiene a nadie que la ayude. Cuando la cuenta ya está creada, es cuando corre esto que digo de, validación de discapacidad. ¿Por qué? Porque necesitamos notificar al soporte técnico que no podemos hacerlo. Entonces, después de sugerirnos la primera, y ver que no es posible, viene la segunda opción. Desactivar esa validación de la cuenta. Es lo que hacen la mayoría, ya que, no existe una alternativa accesible, a ese método de validación. Al menos, no que yo conozca, o que se haya aplicado hasta ahora. Y si grandes empresas como Ualá o mercado pago no lo aplican... ¿Qué queda para el resto? No importa realmente. Lo que importa es que hay que poner este tema sobre la mesa. Porque somos muchos usuarios con discapacidad que queremos, y tenemos el derecho de poder elegir qué servicio preferimos. Pero no es así. Si eso funcionara bien, no debería haber ninguna diferencia entre los usuarios. Todos, deberíamos poder acceder en igualdad de condiciones. Mejor me dejo de viajar por mundos de fantasía, que eso es para otras cosas que estoy escribiendo, y vuelvo a la realidad. Pero insisto en esto. Lo llamo \"validador de discapacidad\", porque a diferencia del resto de los usuarios, tenemos que aclarar que poseemos la condición de discapacidad, para poder acceder al servicio. Yo tuve este tipo de problema. Acá pueden ver el hilo de twitter en el que lo cuento, y las repercusiones que ha tenido, incluso con una respuesta del propio ceo de Ualá. Hoy, al fin desactivaron la validación (porque intenté de miles de formas con alguien que ve antes) y pude ingresar, y utilizar mi cuenta. Pero, volvamos a la chica que vive sola. ¿Qué solución habría para ella? Paula Maciel, de la Comunidad de DALAT propuso que se utilice el viejo y querido llamado telefónico, vamos, que como cuando llamamos al centro de atención al cliente, y se valide la identidad con personas humanas, respondiendo preguntas de seguridad, que solo el usuario sabría. Pero... ¿Personas humanas? ¿Qué es eso? En aras del progreso de la tecnología, el contacto humano con las compañías, ha ido en detrimento. Todo son chats, todo son contactos online, todo mails que, en lugar de responder al instante, responden en horas, o a veces días. Y, oiga, que yo no estoy en contra de que la tecnología avance. Pero si mejoramos las cosas para que otros derechos se vean vulnerados, ahí tenemos un problema. Marina Piemonte, también de la comunidad, lanzó una petición online para que el banco nación sea accesible. A un año de esto, el banco no solo no hizo nada, si no que sigue siendo inaccesible. Miles de personas con discapacidad cobran sus pensiones mediante ese banco, y muchos de quienes trabajan para el estado, también. ¿Qué más necesitamos hacer para que esto cambie? ¿Qué otra alternativa se puede ofrecer? La ley de accesibilidad web, quedó obsoleta. como se explica en la comunidad también, la disposición del banco central sobre accesibilidad digital, no viene a hacer más que empeorar las cosas, y prestar a confusión. Esto quiere decir, que del lado legal, tampoco tenemos gran ayuda. Sigamos del lado tecnológico, a ver... Si entran a mi tweet, y ven las respuestas, van a encontrar varias soluciones interesantes, que podrían llegar a funcionar. Primero, lo básico. ¿Por qué no se puede usar como validador, la propia huella digital? Esto lo pregunto desde la ignorancia también. Tal vez, no sea tan segura como se cree. Las apps bancarias que uso, me piden la huella digital para iniciar sesión cada vez. En algunas de ellas, solo he tenido que validar mi identidad la primera vez, y ya no hizo falta de nuevo. ¿Por qué el resto, no puede hacer lo mismo? Un sistema de reconocimiento de voz. Bueno, mediante un entrenamiento, se puede utilizar la voz como validador, al estilo de los asistentes más conocidos, Alexa, Siri y Google. Yo propongo otra cosa, a ver qué tan difícil suena. Hay cámaras accesibles ya para IPhone, y Android. Se podría crear simplemente, una cámara que te vaya guiando cuando hacés el reconocimiento, mediante el lector de pantalla, y que, para que no tengas que mover la cámara, que al pasar... No sé, 5 segundos desde que dejamos la cámara quieta, saque la foto sola. Claro que, seguimos teniendo el problema de la discapacidad motriz, y eso no es negociable tampoco. Cave destacar que, Mercado Libre está trabajando en un validador de identidad accesible, lo que abre un poco el paraguas, pero deja al menos la certeza de que, alguien se está ocupando del tema, y no todo está perdido. Por último, en cuanto a la seguridad en sí de la validación de identidad mediante el rostro, se suele pensar que es infalible. Pero conozcamos la historia de este señor, quien logra engañar al sistema de validación con un ojo de cartón. Para finalizar, al menos por ahora, comentarles que, mediante el hashtag #YoElijoAccesible, en twitter, denunciamos la falta de accesibilidad de diversas aplicaciones, y por el motivo que sea. Los invito a sumarse y denunciar ustedes también, todas aquellas apps, que no sean accesibles. Ideas, aportes, comentarios, acá en el blog, en el propio twitter, o en cualquiera de mis redes sociales, o de la comunidad de DALAT. ¡Saluditos, y hasta la próxima!", "Spanish Latin American Female"); } };

Dicen que las brujas no existen. Pero que las hay, las hay. Y es verdad. Hay toda clase de brujas. Buenas, malas, y más o menos. Algunas usan el poder de la magia negra. Otras, la blanca. Otras, la roja. Algunas usan el poder de la madre naturaleza. Otras el del sol, y otras, el de la luna. Es de estas últimas, de las que voy a hablarles. Hace mucho mucho tiempo, fui una de las hechiceras de la luna. Usábamos el poder de nuestra amada diosa, para ayudar a los demás niños. Sí, y es que, nosotras, también éramos niñas.

No cualquiera puede ser una hechicera de la luna. Hay que cumplir con algunas reglas. Esto hace que, los demás, no sepan que existimos. Porque incluso hoy en día, nos tienen miedo a las brujas. La gente siempre le teme a lo que no conoce. Y esta, es otra de esas cosas que las personas o no saben, o no entienden.

Lo principal, es mantenernos en secreto. Que solo los niños nos conozcan, para poder ayudarlos. La segunda regla, es que no puede haber más de 3 hechiceras por escuela. Casi siempre son 2, pero en escuelas muy grandes, es necesario que haya una más. La tercera, es que tenemos que tener entre 8 y 12 años. Esta es la edad en la que mejor podemos cumplir con nuestra misión. La cuarta, es saber leer y escribir. Así podemos leer los deseos de los niños, y escribir nuestras respuestas. La quinta, es que podemos ser hechiceras, sí y solo si, otra hechicera nos da el poder. Una nena tiene un mes lunar desde el día de su cumpleaños número 12, para darle el poder a la siguiente. Se hace dibujando una luna en un papel, y escribiendo las reglas. Luego, se deja el papel, dentro de la mochila de la elegida. Es la propia luna, quien elige a las brujas, y quien le dice a la niña, en qué mochila debe dejarlo. Lo mejor, es hacerlo durante el recreo, para que nadie se dé cuenta. Cuando la otra niña lo encuentra, tiene que aceptar el poder, bajo la luz de la luna llena. Así, ya es suyo, y se le saca a la primera niña.

Capaz que haya alguna que no lo acepte. Es una gran responsabilidad cumplir con todo lo que se necesita para ser una buena bruja. En ese caso, la segunda niña tiene que romper el papel, y la luna, elegirá a otra. La propia diosa luna, es quien se comunica con la primera niña, para decirle que el poder fue rechazado. Lo hace a través de los sueños. Si el papel cae en manos equivocadas, o la segunda niña no lo quiere romper, este se pone en blanco, para que el poder de la luna, siga permaneciendo en secreto.

Ellas, tampoco deben conocerse entre sí, o si se conocen, ninguna debe saber que su amiga o compañerita es bruja. Para esto, otra de las reglas, es que antes de comunicarse, tienen que elegir un nombre y una forma. Puede ser un animal que les guste, una niña diferente a ellas, o hasta un árbol, una planta o una flor. La comunicación, también es a través de sus sueños, por lo que ninguna sabe como es la otra, ni su nombre, ni la escuela a la que van. Solo se diferencian por ciudades, que se reúnen una vez por semana, y países, que se reúnen una vez por mes. También, hay una reunión anual, en la que se reúnen todas las brujitas. Sí, ya se imaginarán cuando es. Entre la noche del 31 de octubre, y la mañana del primero de noviembre. Claro que no todas las brujas pueden estar al mismo tiempo, porque cuando en unos países es de día, en otros, es de noche.

Pero en fin, llegó la hora de lo más importante. Hablar de nuestros poderes. De como y en qué, podemos las hechiceras de la luna, ayudar a los niños. Primero, se deja un papel en cada grado de primaria. En este papel dice que hay niñas que hacen magia, y que pueden ayudar a cualquier niño que lo necesite. Para pedir nuestra ayuda, tienen que dejar un papel con su deseo, y un dibujito de la luna, en un lugar que está también escrito ahí. Es diferente para cada escuela. A veces es la puerta del baño de las nenas, a veces la de algún salón, a veces algún rincón al que normalmente, no llegan las maestras y las porteras para encontrarlo. También dice que los más grandes, tienen que contarles a los más chiquitos, que no saben leer. Pero claro, no podíamos ayudar con todo. Al fin y al cabo, éramos niñas. Y no teníamos el mismo poder que una bruja adulta. Los ayudábamos a encontrar cosas perdidas, a hacer “trampita” en las tareas para los que iban muy mal, a hacerles desaparecer cuadernos, libros, tizas, lapiceras y demás cosas a los maestros, para que sea difícil para ellos, darles tantas tareas a los chicos. ¿qué, acaso alguien pensó que éramos brujitas buenas? Nosotras pensábamos que sí, claro. ¿Como no íbamos a serlo? Ayudábamos a los niños, a librarse de los malvados adultos, que solo querían que estudien más y más. También, esto pasaba con los padres. Si un nene tenía malas notas en el boletín, o no quería estudiar en su casa, las hojas podían aparecer como completas, sí, por arte de magia, o la tarea podía desaparecer. Si la tele se apagaba a las 10, a las 10 y media, cuando los adultos dormían, estaba prendida de nuevo. Se caía el plato de sopa para los que no les gustaba, aparecían los juguetes que sus padres les sacaban para castigarlos, y así, muchísimas cosas más.

¿Y como llegué yo a todo esto? Bueno, pasó por una situación especial. Para conceder un deseo, los niños tenían que escribirlo en un papel, como ya dije, y dejarlo en un lugar que les decíamos. Cualquiera de las brujas de la escuela, podía ir a buscarlo. Para no cruzarse, un día, una iba cuando empezaba el último recreo. Y al día siguiente, esa misma iba cuando terminaba. O sea. Las 2 iban el mismo día, solo que una cuando empezaba, y la otra cuando terminaba. Si alguna no podía ir, la otra agarraba los deseos. Y al otro día, lo mismo pero al revés. La que antes fue cuando empezaba el recreo, ahora le tocaba ir cuando terminaba.

Una vez, un niño dejó un papel escrito en algo que ninguna de las brujitas que estaban en ese momento, pudo entender. El deseo, estaba escrito en braille. El braille es un sistema para leer y escribir hecho con puntitos en una hoja, que usan las personas ciegas. En fin, sin saber qué otra cosa hacer, una de ellas consultó a la luna en sus sueños, sobre qué podía hacer con ese deseo, ya que ella no sabía leer braille. Ahí descubrió, que ninguna de las otras sabía tampoco. Entonces, la luna le dijo que, había llegado la hora de traer a una nueva brujita. Una que supiera braille. Pero se encontraron con un nuevo problema. ¿Cómo iban a hacer para que le llegue el papel con las reglas y el dibujo? Una de ellas, tuvo una idea. Grabar en un casete las reglas, y describir como era el dibujo. Después, dejarían el casete en la mochila de la nueva, y ella lo entendería cuando lo escuche. Fue así, como me llegó ese casete, y me convertí yo también, siendo ciega, en una hechicera de la luna. Solo que, en mi caso, ninguna tuvo que perder el poder, para que yo lo tenga. Y sí. Cuando hay reglas, también, hay excepciones. Y esta, fue una de ellas.

Desde ese momento, empezamos a sumar más niños y escuelas. Y se empezaron a sumar más deseos. Como al principio fui la única bruja ciega, leía los deseos que pedían los niños ciegos, a las otras brujitas. Para pasarnos los deseos, una tenía que leerlos, hasta memorizarlos. Para las niñas que veían, era más difícil. Porque tenían que acordarse de como estaban escritos los puntitos en las hojas en braille, para reflejarlos iguales en sus sueños, y así, yo podría leerlos. En cuanto a las respuestas, casi siempre respondíamos con un “tu deseo se hizo realidad”. Pero a veces, aunque lo intentábamos, el poder no era suficiente para concederlo. En el sueño, yo escribía la respuesta, y la niña que veía, tenía que recordarla cuando se despertaba, para tratar de hacer lo mismo con lo que tuviera a mano. Un lápiz y una hoja, o uno de esos punzones que están en todas las casas, que son de madera y alargados. Además, quedamos en que yo iba a ir a buscar los deseos, pero solo iba a agarrar, los que estuvieran en braille, si había. Si no, no agarraba ninguno. Porque si agarraba los que están en tinta, obviamente, no los iba a poder leer.

Sobre los deseos, algunas veces, habían muchos que eran difíciles de cumplir. Y necesitábamos usar las reuniones por mes, para poder hacer la magia que se necesitaba para esos deseos. Un perrito lastimado, un gatito que no quería comer, un pajarito con el ala rota. Sí, teníamos el poder para eso. Pero no siempre se podía usar. Es mucha energía, y quedábamos muy cansadas. ¿Porque, de algún lado salía la energía, no? La luna nos daba la magia, pero la energía que hacía que esa magia funcione, salía de nosotras. A veces no nos queríamos despertar para ir a la escuela, hacíamos fiaca para ir a desayunar… Por eso dije que, es una gran responsabilidad ser una hechicera de la luna.

Otra cosa, es que no podemos saber así nomás si un deseo se puede hacer realidad o no, hasta que no lo intentamos, o lo consultamos con la diosa Luna. Si no se puede, les pedimos disculpas, y les decimos que no fue posible cumplir su deseo. Si no es algo muy urgente, les decimos que lo vamos a intentar más adelante. Ese más adelante, es cuando nos juntamos las brujitas de todo el país, una vez por mes, o cuando nos juntamos muchas más, una vez por año. Claro que no puedo hablar de esos deseos tan importantes. Porque estaría diciendo más de lo que la diosa nos deja contar. Dije que todo esto es un secreto, ya sé. Pero en realidad, no nos prohíbe contarlo. Lo único de lo que realmente nos prohíbe hablar, es de aquello que es tan pero tan increíble, que solo el poder de la magia puede lograr. Y de eso se tratan esos deseos que tuvimos que hacer realidad entre muchas.

Es justo en este momento, en el que seguro se están preguntando, por qué cuento todo esto, y por qué trato de contarlo para que los chicos, también lo entiendan. Por varias razones. La primera, es que quiero que cada vez más y más niños, conozcan la magia. Que haya cada vez más hechiceras. Yo creo que si se lo piden en sus sueños, la luna se los tiene que conceder. La segunda, es que quisiera reunir a las brujitas que conocí durante los 2 años que yo estuve. A mí ya me eligieron de grande, por lo que fui bruja entre los 10 y los 12. Si en la fecha en la que publico esto estoy cumpliendo 33 años, bueno, es cuestión de hacer cuentas. Si fuiste hechicera de la luna en esos años, escribime. Me gustaría saber si podemos tener un nuevo poder, ahora como adultas. Y así ayudar a más personas. Si sos hechicera de la luna ahora, no te preocupes. Podés escribirme también, para contarme tus aventuras. Te prometo que no se las voy a contar a nadie. En verdad, quisiera contactar a la mayor cantidad de hechiceras que pueda, de todas las generaciones, para armar un gran aquelarre de la luna. Y, bueno… Para los padres, si ven a sus hijas con mucha fiaca, cansadas, sin ganas de despertarse, puede que sea maña o capricho. Pero también, puede que sean, las actuales hechiceras de la luna. Déjenlas hacer su trabajo. No los van a molestar mucho. o, al menos, eso espero.