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A 3 semanas de las últimas elecciones legislativas, es necesario hacer un nuevo análisis sobre lo que nos dejaron a nivel político y social. En primera instancia, destacar que, al contrario de lo que anticipé, la baja de Espert de la candidatura fue mucho más efectiva de lo que se creía. La gente lo interpretó como un signo de honestidad, a pesar de tratarse de una supuesta conexión con el narcotráfico. Por otro lado, lejos de lo que LLA y el propio Milei creen, el voto positivo y el hecho de que hayan ganado a nivel nacional en la mayoría de las provincias no es más que un voto negativo contra el kirchnerismo. Otra cosa que anticipamos fue la abstención, la cual fue de cerca del 66%. Contabilizando los votos a favor para las fuerzas mayoritarias, queda claro que la gente que realmente apoya este modelo de gobierno o el anterior es menos de la mitad del electorado. Incluso nos arriesgaríamos a afirmar que es tan solo 1/3 por fuerza política.
La gran sorpresa, sin duda alguna, fue el 9% del Frente de Izquierda en la Ciudad de Buenos Aires, que pone a Myriam Bregman como diputada para asumir el próximo 10/12. En una ciudad cuya preferencia mayoritaria ha sido para gobiernos de derecha, es notorio el “avance” del FIT-U como tercera fuerza a nivel nacional. ¿Pero por qué avance entre comillas? Porque, lejos de lo que parece, también es cierto que la cantidad de votantes ha disminuido considerablemente respecto a elecciones anteriores. Cierto es que, como hemos mencionado en posts anteriores, el FIT-U se basa en la conciencia de clase de la sociedad, por decirlo de alguna forma. Pero también es cierto que la sociedad está muchísimo más despolitizada que en otras épocas.
Es imprescindible no solo hacer una reconsideración socio-política-cultural de lo que queremos como país y como sociedad, y no de lo que no queremos. A pesar de que Cristina continúa siendo una figura fuerte dentro del peronismo, también hay que interpretar el mensaje de la sociedad para Fuerza Patria. No importa cuánta gente haya votado a LLA. Lo que sí importa es cuánta gente los apoya realmente y cuánta gente no fue a votar. ¿Y por qué no fue? Ya lo dijimos. Porque hay un descontento generalizado con la política en general. El peronismo se plantea ahora una renovación de sus referentes. Pero es demasiado tarde. Las diferencias entre LLA y Fuerza Patria se achicaron con el escrutinio definitivo. El peronismo kirchnerista se apoyó en su base electoral sin comprender el verdadero funcionamiento de nuestra sociedad. La gente no vota a un partido. No vota ideologías, modelos de país, proyectos. La gente vota figuras. Y quien encuentre cómo explotar ese santo grial será el ganador temporal.
Milei lo hace ahora, Cristina lo hizo antes y Perón fue el primero que supo verlo. En los años 1900, la política se dividía entre conservadores y radicales. Hoy, el radicalismo sacó solo un 3%. Todo esto debería servirle al peronismo para intentar encontrar una figura que represente al pueblo. Kicillof, con su carta a Milei, empieza a hacer su jugada de cara a 2027. Pero necesita que su fuerza política lo acompañe. De no ser así, van a caer de nuevo en su propia trampa. Protestando por un fraude que no existe, echándole la culpa a la izquierda en lugar de hacer autocrítica de por qué perdieron, no van a lograr nada. Es hora de que dejen de lado las fricciones internas y salgan a la calle para enfrentar a Milei y su descomunal ajuste sobre las personas desfavorecidas. ¿Lo harán? No se sabe. Lo que hay que destacar y no debe pasar desapercibido es el hecho de que, si no toman medidas pronto, la soberbia de Milei y compañía los va a llevar a la reelección. Y muchos no queremos eso.
La política en general necesita una renovación. Una cara fuerte que, más allá de ideologías, represente los intereses del pueblo. El problema es quién va a ser esa figura. La falta de accesibilidad en la boleta única de papel, pero a su vez la facilidad con la que la gente votaba, la rapidez con la que se dieron los comicios y con la que luego se empezaron a contabilizar los votos jugaron mucho a favor de este nuevo sistema. Por nuestra parte, solo podemos esperar que, en el mejor de los casos, se nos tenga en cuenta en las próximas elecciones.
Cabe destacar también que otro de los temas candentes fue la cantidad de votantes por fuerza política. Esto no hace más que reafirmar lo que ya venimos diciendo. La gente no vota a un partido. Vota a una figura. O, en estos casos, vota en contra de una figura. A pesar de ser Cristina una de las mejores oradoras de este país, es innegable que el mensaje de las urnas no es nada más ni nada menos que: permiso. Tu tiempo ya pasó.
Por último: es muy probable que haya influido en el voto a la izquierda su acompañamiento constante en la lucha de las personas con discapacidad y jubiladas. Esto sienta precedentes, ya que es algo que no solo el peronismo no ha hecho, sino que ha ignorado deliberadamente. El silencio del triunvirato de la CGT (veremos qué hace el nuevo directorio renovado), el hartazgo de la sociedad en cuanto a la economía doméstica y una inflación que no se condice con lo que nos encontramos en la calle son un caldo de cultivo perfecto para el desastre. Y ya no sé si la gente está dispuesta a esperar hasta las urnas. Podemos concientizar a la sociedad. Podemos cambiar a nuestros representantes. Pero, para eso, tenemos que informarnos. Porque, actualmente, el nuestro no es más que un voto contado a favor o en contra. Pero, a niveles prácticos, solo empeora las cosas.
