KathWare & ChatGPT: ¿Quién desafía a quién?
Esta es la primera publicación que hago después de mucho tiempo. Aunque lo había iniciado como para expresar un poco lo que me iba pasando, al final lo dejé, por falta de tiempo, ganas y bueno, porque tengo la particularidad de empezar cosas, aburrirme y dejarlas, o, empezar varias cosas a la vez, y no terminar concretando ninguna.
Así empieza el artículo “Soy Katherine”, el que a tantas personas les llegó e impactó. A una de ellas incluso llegó a impactarle tanto que, en base a ese artículo y una charla de WhatsApp, terminamos teniendo una historia de amor fallida, pero historia de amor en fin.
Nunca conté el porqué del nombre de esa entrada. Muchos podrían haber pensado que era una reafirmación de mi identidad, como si necesitara gritar a los cuatro vientos que “Soy Katherine”. Y en parte lo era. Pero la verdad era más profunda.
Lo cierto es que tiempo atrás de escribir esa entrada había perdido una gran amistad de muchísimos años. Y el daño que sentí en aquel momento fue tan fuerte que me costó muchísimo tiempo superarlo. Pero pase lo que pase, siempre tenemos que intentar al menos, mirar hacia adelante. Porque no es el sentido de la vida lo que debemos encontrar. Sino que somos nosotros mismos quienes tenemos que crearlo. Porque si fracasamos, al menos tendremos la satisfacción de haberlo intentado. Si no lo intentamos siquiera, realmente no nos queda nada. Y yo no quiero que no me quede nada. Es algo que aprendí de aquella relación fallida que les comentaba. Pero en fin, vamos a lo nuestro que ya se hace demasiado larga esta intro.
Los años pasan, las personas cambian (o no), pero hay algo que sigue siendo constante en mí: la necesidad de explorar, de entender, de desafiar y de jugar con los límites de lo que conocemos. Y de ahí nace esta nueva serie de publicaciones. Charlas con la tecnología que vino a cambiar el mundo tal como lo conocemos, para siempre. Estamos viviendo un proceso realmente histórico. Y desde mi lugarcito, decidí ser parte de eso. Decidí empezar este camino con un experimento, un desafío. Algo que pone a prueba la inteligencia, la lógica, la creatividad y, sobre todo, esa delgada línea que separa el pensamiento humano del procesamiento de datos de una inteligencia artificial. Así que decidí jugar con ChatGPT.
Sección 1: Un duelo de lógica y razonamiento
Todo comenzó con un simple juego: hacer que la IA adivinara mi segundo nombre. Pero no se trataba de un juego cualquiera, sino de uno basado en una lógica estructurada, similar a la de un algoritmo. ¿Se acuerdan?
Pensé que sería un reto interesante, porque mientras que yo tenía la respuesta desde el inicio, la IA tenía que descubrirla siguiendo las reglas que le iba dando.
Pero ahí apareció la primera gran diferencia entre la inteligencia humana y la inteligencia artificial:
- La IA genera respuestas en base a información existente, pero no “crea” reglas desde la intuición.
- Los humanos diseñamos problemas con una intención detrás, estableciendo conexiones más abstractas.
- La IA optimiza patrones, pero no necesariamente capta matices implícitos o juegos de palabras si no están codificados explícitamente.
Al final, ChatGPT solo pudo dar con la respuesta correcta cuando se la proporcioné. Es decir, no pudo adivinar mi nombre por sí sola. Porque, aunque la inteligencia artificial es poderosa y puede procesar millones de datos en segundos, sigue dependiendo de cómo se le plantea la información y de las reglas que la humanidad ha programado en ella.
Sección 2: La IA propone un juego, pero…
Después de mi desafío, ChatGPT intentó devolverme la apuesta. Me propuso un juego de adivinanza, pero con una diferencia clave: la IA primero armó la lógica y luego intentó encajar la palabra en ella.
- En mi caso, yo ya sabía la respuesta y había diseñado las reglas en torno a ella.
- En el caso de la IA, primero construyó la estructura y luego trató de forzar una respuesta dentro de ella.
Esto llevó a inconsistencias y errores en la deducción. Un ejemplo de esto es cuando asumió letras que no necesariamente estaban en la palabra oculta, simplemente porque su algoritmo estaba tratando de seguir patrones predefinidos.
Así que quedó en evidencia otra diferencia fundamental: la intuición humana vs. el procesamiento algorítmico.
Yo sabía desde el inicio a dónde quería llegar. La IA solo buscaba patrones, sin una comprensión real del objetivo final.
Reflexión Final: ¿Quién desafía a quién?
Este primer capítulo de “KathWare & ChatGPT” dejó varias preguntas abiertas:
- ¿Qué significa realmente la “inteligencia artificial” si su razonamiento sigue siendo dependiente de patrones preexistentes?
- ¿Puede una IA “pensar” como un humano o simplemente simula un razonamiento lógico sin comprensión real?
- ¿Hasta qué punto puede la IA participar en la creación de contenido que dependa de la intuición, la creatividad y el matiz humano?
En este primer encuentro, la IA tuvo que adaptarse a una lógica humana en lugar de imponer la suya propia. Y aunque logró acercarse, la diferencia en el proceso fue evidente.
¿Qué vendrá en la próxima entrega? Solo una cosa es segura: la conversación no ha hecho más que empezar. 😉