¿Qué pasa?

listenButton1.onclick = function(){ if(responsiveVoice.isPlaying()){ responsiveVoice.cancel(); }else{ responsiveVoice.speak("Esta situación tan particular que nos toca vivir, nos afecta a todos de distintas maneras. Personalmente, me sería imposible describir o comparar unas situaciones con otras. Porque, aunque en muchos casos haya similitudes, para cada uno de nosotros, con nuestras propias vivencias, nos toca sobrellevarlo de formas muy diferentes. Creo que, no por nada dicen que cada persona es un mundo y cada casa es un universo. Sin embargo, si hoy escribo esto, es porque quiero contar un poquito como me está afectando a mí. No desde todos los ámbitos de mi vida, porque para eso tengo a aquellas personas que siempre me acompañan, y para las que también trato de estar, y a mi psicóloga claro, si no, sobre esta faceta mía. Es decir, desde el lado de la escritura, que es algo que me gusta muchísimo hacer, aunque, como digo en mi perfil y dije en anteriores ocasiones, tengo poco tiempo para hacerlo. Lo cierto es, que, antes de todo esto, yo me había entusiasmado muchísimo con escribir cosas y compartirlas. Ya había mencionado al pasar, en mi publicación anterior, que había varias cosas de las que iba a \"hablar más adelante\". La realidad, es que no pude. Tenía textos y artículos a medio escribir, otros casi terminados, otros apenas empezados... Pero mi realidad, como la de todos, se tras tocó de una forma en la que jamás se me había ocurrido, y eso que quienes me conocen saben que tengo mucha imaginación. Esto cambió todo. Mi vida, mis prioridades, muchas de mis preocupaciones, y por qué no iba de ser así, con lo que tenía pensado escribir. Algunos se fueron a la papelera porque ya no me gustaron. Y otros, siguen ahí, esperando a que tenga las ganas y energías suficientes para retomarlos y terminarlos. Pero, aunque todo eso se pospuso, estoy escribiendo precisamente, porque sí tengo algo que dejarles. Lo que van a leer a continuación, tiene algunas particularidades. La primera, es que es una canción. La segunda, es que jamás pensé que la primer canción que publicara, fuese como lo es esta. La tercera, es que, para que vayan conociendo mi cancionero, todas mis canciones tienen una melodía. El problema es que, ni yo canto muy bien que digamos, ni sé, al menos por ahora, tocar otra cosa que no sea percusión. O sea como piano o guitarra. Entonces, aunque imagine y tenga en mi cabeza la melodía, no puedo pasarla a un formato audible. El resto de las particularidades, tal vez las descubran ustedes. Por último, bueno, espero poder escribir y compartir más cosas. Por el momento, solo puedo dejarles esta humilde reflexión, y esta pequeña canción. Qué pasa? Primera parte: Qué pasa, Que ya no puedo salir de casa, Ni siquiera para ir a la plaza, Lo pienso y me asusto y me pregunto por qué. Qué pena, Es tan triste esta cuarentena, Ni siquiera puedo ir a la escuela, Y tengo tantas ganas de volverte a ver. Estribillo: Me dicen mis papás, Que hay una enfermedad, Que a los grandes los puede matar. Y aunque tal vez a mí, No me haga tan mal, Si me enfermo puedo contagiar. Que las manos bien me tengo que lavar. Segunda parte: Quisiera, Que todo esto vuelva a ser como antes, Ya no aguanto las ganas de hablarte, Pero entiendo que te estoy cuidando también. Me contaste, Que estás viviendo con tu abuela, Que es ella quien te lleva a la escuela, Que si algo le pasara no sabrías qué hacer. Estribillo: Por el chat de mamás, Te mandé un whatsapp, Para preguntarte como estás. Y aunque no es lo mismo, Al fin te pude hablar, Y al fin también te pude escuchar. Bien las manos nos tenemos que lavar, Entre todos nos tenemos que cuidar, Ahora en casa nos tenemos que quedar, Esto pronto se tiene que terminar.", "Spanish Latin American Female"); } };

Esta situación tan particular que nos toca vivir, nos afecta a todos de distintas maneras. Personalmente, me sería imposible describir o comparar unas situaciones con otras. Porque, aunque en muchos casos haya similitudes, para cada uno de nosotros, con nuestras propias vivencias, nos toca sobrellevarlo de formas muy diferentes. Creo que, no por nada dicen que cada persona es un mundo y cada casa es un universo. Sin embargo, si hoy escribo esto, es porque quiero contar un poquito como me está afectando a mí. No desde todos los ámbitos de mi vida, porque para eso tengo a aquellas personas que siempre me acompañan, y para las que también trato de estar, y a mi psicóloga claro, si no, sobre esta faceta mía. Es decir, desde el lado de la escritura, que es algo que me gusta muchísimo hacer, aunque, como digo en mi perfil y dije en anteriores ocasiones, tengo poco tiempo para hacerlo.

Lo cierto es, que, antes de todo esto, yo me había entusiasmado muchísimo con escribir cosas y compartirlas. Ya había mencionado al pasar, en mi publicación anterior, que había varias cosas de las que iba a “hablar más adelante”. La realidad, es que no pude. Tenía textos y artículos a medio escribir, otros casi terminados, otros apenas empezados… Pero mi realidad, como la de todos, se tras tocó de una forma en la que jamás se me había ocurrido, y eso que quienes me conocen saben que tengo mucha imaginación. Esto cambió todo. Mi vida, mis prioridades, muchas de mis preocupaciones, y por qué no iba de ser así, con lo que tenía pensado escribir. Algunos se fueron a la papelera porque ya no me gustaron. Y otros, siguen ahí, esperando a que tenga las ganas y energías suficientes para retomarlos y terminarlos. Pero, aunque todo eso se pospuso, estoy escribiendo precisamente, porque sí tengo algo que dejarles. Lo que van a leer a continuación, tiene algunas particularidades. La primera, es que es una canción. La segunda, es que jamás pensé que la primer canción que publicara, fuese como lo es esta. La tercera, es que, para que vayan conociendo mi cancionero, todas mis canciones tienen una melodía. El problema es que, ni yo canto muy bien que digamos, ni sé, al menos por ahora, tocar otra cosa que no sea percusión. O sea como piano o guitarra. Entonces, aunque imagine y tenga en mi cabeza la melodía, no puedo pasarla a un formato audible. El resto de las particularidades, tal vez las descubran ustedes. Por último, bueno, espero poder escribir y compartir más cosas. Por el momento, solo puedo dejarles esta humilde reflexión, y esta pequeña canción.

Qué pasa?

Primera parte:
Qué pasa,
Que ya no puedo salir de casa,
Ni siquiera para ir a la plaza,
Lo pienso y me asusto y me pregunto por qué.

Qué pena,
Es tan triste esta cuarentena,
Ni siquiera puedo ir a la escuela,
Y tengo tantas ganas de volverte a ver.

Estribillo:
Me dicen mis papás,
Que hay una enfermedad,
Que a los grandes los puede matar.

Y aunque tal vez a mí,
No me haga tan mal,
Si me enfermo puedo contagiar.

Que las manos bien me tengo que lavar.

Segunda parte:
Quisiera,
Que todo esto vuelva a ser como antes,
Ya no aguanto las ganas de hablarte,
Pero entiendo que te estoy cuidando también.

Me contaste,
Que estás viviendo con tu abuela,
Que es ella quien te lleva a la escuela,
Que si algo le pasara no sabrías qué hacer.

Estribillo:
Por el chat de mamás,
Te mandé un whatsapp,
Para preguntarte como estás.

Y aunque no es lo mismo,
Al fin te pude hablar,
Y al fin también te pude escuchar.

Bien las manos nos tenemos que lavar,
Entre todos nos tenemos que cuidar,
Ahora en casa nos tenemos que quedar,
Esto pronto se tiene que terminar.




Lenguaje inclusivo, o personas excluyentes

listenButton2.onclick = function(){ if(responsiveVoice.isPlaying()){ responsiveVoice.cancel(); }else{ responsiveVoice.speak("Esta situación tan particular que nos toca vivir, nos afecta a todos de distintas maneras. Personalmente, me sería imposible describir o comparar unas situaciones con otras. Porque, aunque en muchos casos haya similitudes, para cada uno de nosotros, con nuestras propias vivencias, nos toca sobrellevarlo de formas muy diferentes. Creo que, no por nada dicen que cada persona es un mundo y cada casa es un universo. Sin embargo, si hoy escribo esto, es porque quiero contar un poquito como me está afectando a mí. No desde todos los ámbitos de mi vida, porque para eso tengo a aquellas personas que siempre me acompañan, y para las que también trato de estar, y a mi psicóloga claro, si no, sobre esta faceta mía. Es decir, desde el lado de la escritura, que es algo que me gusta muchísimo hacer, aunque, como digo en mi perfil y dije en anteriores ocasiones, tengo poco tiempo para hacerlo. Lo cierto es, que, antes de todo esto, yo me había entusiasmado muchísimo con escribir cosas y compartirlas. Ya había mencionado al pasar, en mi publicación anterior, que había varias cosas de las que iba a \"hablar más adelante\". La realidad, es que no pude. Tenía textos y artículos a medio escribir, otros casi terminados, otros apenas empezados... Pero mi realidad, como la de todos, se tras tocó de una forma en la que jamás se me había ocurrido, y eso que quienes me conocen saben que tengo mucha imaginación. Esto cambió todo. Mi vida, mis prioridades, muchas de mis preocupaciones, y por qué no iba de ser así, con lo que tenía pensado escribir. Algunos se fueron a la papelera porque ya no me gustaron. Y otros, siguen ahí, esperando a que tenga las ganas y energías suficientes para retomarlos y terminarlos. Pero, aunque todo eso se pospuso, estoy escribiendo precisamente, porque sí tengo algo que dejarles. Lo que van a leer a continuación, tiene algunas particularidades. La primera, es que es una canción. La segunda, es que jamás pensé que la primer canción que publicara, fuese como lo es esta. La tercera, es que, para que vayan conociendo mi cancionero, todas mis canciones tienen una melodía. El problema es que, ni yo canto muy bien que digamos, ni sé, al menos por ahora, tocar otra cosa que no sea percusión. O sea como piano o guitarra. Entonces, aunque imagine y tenga en mi cabeza la melodía, no puedo pasarla a un formato audible. El resto de las particularidades, tal vez las descubran ustedes. Por último, bueno, espero poder escribir y compartir más cosas. Por el momento, solo puedo dejarles esta humilde reflexión, y esta pequeña canción. Qué pasa? Primera parte: Qué pasa, Que ya no puedo salir de casa, Ni siquiera para ir a la plaza, Lo pienso y me asusto y me pregunto por qué. Qué pena, Es tan triste esta cuarentena, Ni siquiera puedo ir a la escuela, Y tengo tantas ganas de volverte a ver. Estribillo: Me dicen mis papás, Que hay una enfermedad, Que a los grandes los puede matar. Y aunque tal vez a mí, No me haga tan mal, Si me enfermo puedo contagiar. Que las manos bien me tengo que lavar. Segunda parte: Quisiera, Que todo esto vuelva a ser como antes, Ya no aguanto las ganas de hablarte, Pero entiendo que te estoy cuidando también. Me contaste, Que estás viviendo con tu abuela, Que es ella quien te lleva a la escuela, Que si algo le pasara no sabrías qué hacer. Estribillo: Por el chat de mamás, Te mandé un whatsapp, Para preguntarte como estás. Y aunque no es lo mismo, Al fin te pude hablar, Y al fin también te pude escuchar. Bien las manos nos tenemos que lavar, Entre todos nos tenemos que cuidar, Ahora en casa nos tenemos que quedar, Esto pronto se tiene que terminar.", "Spanish Latin American Female"); } };

Mucho se ha hablado en este último tiempo del lenguaje inclusivo. Aunque se lo ha atacado de muchísimas formas, hay 2 que, particularmente, prevalecen por sobre las demás. La primera, es la referida a la posición adoptada por la RAE, Real Academia Española. Y la segunda, es a través de la comparación de la necesidad de incluir a las personas con discapacidad. En este artículo, pretendo desglosar y analizar ambas posturas, y brindar asimismo, algunas herramientas con las que podemos ser más inclusivos día a día.

Antes de comenzar quiero dejar en claro que yo no utilizo el lenguaje inclusivo por defecto. Esto se debe a que, no soy de la generación que lo está adquiriendo en su adolescencia, entonces me resulta mucho más difícil incorporarlo en mi uso cotidiano. Dicho esto, vamos a lo nuestro.

La RAE dejó bien en claro su postura al afirmar que el “todos” ya estaba incluyendo todas las expresiones de género al incluir también a “todas”. Sin embargo, los partidarios de su utilización, argumentan que, incluyendo al todos y todas, no estamos incluyendo a “todes”, es decir, a quienes no se identifican con ningún género, o sea, ni masculino ni femenino. ¿Pero, por qué deberíamos hacer caso a la RAE? ¿Alguna vez nos preguntamos si las palabras que utilizamos a diario, se encuentran aceptadas por la Real Academia Española? ¿No deberíamos ser nosotros quienes condicionemos el uso del lenguaje, y no al revés? Creo que para esto, deberíamos dejar que hablen les principales modificadores del lenguaje. Aquelles a los que nadie puede ni podrá rebatir, por mucho que lo intenten. Y como a mí me encanta contar historias, allá voy…

La maestra entra al salón. Los niños, entre curiosos y divertidos, la reciben sin prestarle mayor atención al principio, hasta que ella los saluda.

—¡buenos días!

—¡Buenos días señorita Claudia!

Ella se sienta, acomoda sus pertenencias, y comienza a hablar:

—Bueno, hoy vamos a hablar de un tema del que seguro algunos de sus padres habrán hecho algún comentario. Ya sea porque lo escucharon en la tele, porque tienen algún hijo o hija un poco más grande que ustedes, o porque lo escucharon en la calle. Esto es, el uso del lenguaje inclusivo. Muchas personas, dicen que no se debería usar, porque no está aprobado por la real academia española. ¿Pero, qué les parece si tratamos de reflexionar todos juntos al respecto?

—Yo nunca me fijé si las palabras que digo todos los días están en el diccionario. —Dijo una niña desde la cuarta fila.

—El diccionario está bueno para que sepamos como tenemos que hablar y escribir, pero después todos tenemos formas de hablar diferentes, porque venimos de otras provincias o países. Por ejemplo, yo vengo de Perú, y no hablo como ustedes. Hay cosas que no se dicen Igual allá. —Dijo otro de los niños, sentado en la tercer fila.

—Además, también existen distintas formas de hablar, dependiendo del lugar en donde vivamos. No es lo mismo alguien que vive en una villa, que en capital, o en la provincia de Buenos Aires. —dijo una niña pelirroja desde la última fila.

—O sea seño, por qué se hacen tanto problema, si cuando la gente habla de los homosexuales y eso, también usan palabras que ni deben saber si están en el diccionario. Por ejemplo, trava, travesti, trapito, travuco, maricón, maricona, marica, mariquita, puto, puta, torta, tortillera, trolo, trola… —Dijo el chico de la primer fila, justo al frente de la maestra.

La maestra quedó tan sorprendida ante semejantes declaraciones de sus alumnos, que decidió dar por terminada la clase, hasta después del recreo.

¿Qué quiero decir con todo esto? Bueno, 2 cosas. La primera, y que por el momento no tiene mucha relevancia, es que en este pequeño diálogo hay escondido un personaje del que van a tener noticias más adelante… Y la segunda, son las personas, las culturas y los propios países, quienes van modificando el uso de la lengua, de acuerdo a sus propias adaptaciones, usos y costumbres. Y, como plantean los niños, existen muchas palabras que usamos a diario, y que ni siquiera nos cuestionamos. ¿Entonces, por qué el ataque al uso del lenguaje inclusivo? Porque, básicamente, lo que les molesta a sus detractores, no es la modificación del lenguaje, si no, la inclusión en el mismo de la comunidad LGBTIQ+. Todo lo que se refiera a la inclusión y aceptación de la diversidad sexual dentro de la sociedad, les hace ruido a ciertos sectores reaccionarios como la iglesia, pero también, a aquellas personas que sienten desprecio hacia quienes no encajan en los parámetros denominados “normales”. Pero, el lenguaje inclusivo, no viene de grandes académicos, ni eruditos. Al igual que muchas modificaciones del lenguaje, viene de la juventud. De esta nueva generación de adolescentes que está tomando la lucha de la diversidad sexual, como propia. Y que quiere que en base a la aceptación, y el respeto hacia el otro, se construya de a poquito, una sociedad más inclusiva. Una sociedad que sabe que, la mejor forma de vivir, es dejando ser feliz a los demás, y respetando sus formas de vida. Y esta generación, le pese a quien le pese, llegó para quedarse.

La inclusión, la discapacidad y la diversidad sexual

Hace poco, se hizo viral en internet una publicación de facebook llamada “Inclusión de cotillón”, en la que un padre, indignado por la utilización del lenguaje inclusivo de un bar, le hizo saber a la moza que lo atendía, que el establecimiento no estaba siendo inclusivo en realidad, porque no contaba con asistencia para personas con discapacidad. La publicación fue replicada en diarios nacionales, por lo que es fácil de encontrar. Más allá de las razones personales de este señor para indignarse por la falta de accesibilidad para 2 de sus familiares que, debido a sus discapacidades, necesitarían adaptaciones para que el local estuviese apto para que ellos concurran, y, más allá incluso, de la falta de accesibilidad con la que las personas con discapacidad en general nos encontramos en la mayoría de los edificios y establecimientos tanto públicos como privados que nos toca visitar, creo que la discusión, es mucho más amplia todavía.

Esta persona, al comparar el uso del lenguaje inclusivo con la discapacidad, no hizo más que llevar al ámbito digital, una discusión que se viene dando desde hace tiempo. Ya una profesora de primaria, a fines del 2018, me planteó que antes de fomentar, promover, y difundir el uso del lenguaje inclusivo, sería mejor que se enseñe el uso del sistema braille. Al salir esta discusión a la luz, escuché que se debería enseñar, además de braille, LSA (Lengua de Señas Argentina) y RCP, entre otras cosas.

También, empezaron a hacerse visibles las enormes carencias de accesibilidad del sistema. Desde la falta de boletas en braille para votar, la falta de rampas para discapacitados motrices en infinidad de lugares, la dejadez notoria en el mantenimiento de calles y veredas en muchísimos barrios y ciudades, etc. ¿Pero, es realmente factible culpar, o siquiera atacar al uso del lenguaje inclusivo por todas estas dificultades, que ya venían de muchísimo antes de que este se popularizara? No, yo creo que no. Es más, incluso, hasta me cuesta llegar a relacionar una cosa con la otra. ?Por qué? Bueno, porque creo, en primer lugar, que hay un error de conceptos.

El relacionar directamente la palabra inclusión con la palabra discapacidad, es sin duda una práctica peligrosa. Supongamos que tenemos que dar una charla para un grupo de estudiantes de una escuela secundaria, que vinieron de viaje. Ahora, resulta que estos estudiantes vienen de una escuela en… no sé, Paraguay. Para dar esta charla, deberíamos contar con un traductor Guaraní, ya que, en Paraguay, es el segundo idioma más hablado del país. O sea, podemos hablar en español, pero tenemos que comprender, que tal vez no todos nos entiendan. Sobre todo, si provienen de zonas rurales, que es en donde el uso del guaraní es más cerrado. Lo mismo se puede aplicar a cualquier otra situación, con cualquier otro idioma. La pregunta acá es: ¿Al contemplar el uso de otra lengua, no estamos “incluyendo” también? ¿Cual es la diferencia entre esta “inclusión” y la de las personas con discapacidad? Conceptualmente, ninguna. Si programás una aplicación, o desarrollás un sitio web para personas con daltonismo, o con una interfaz sencilla para personas mayores, estás incluyendo. Si adaptás un artículo en un medio para que puedan leerlo personas con un vocabulario más coloquial, estás incluyendo. Si te acercás al micrófono o hablás más alto para que las personas del fondo te escuchen, también estás incluyendo. ¿Entonces, si alguien te pide que te refieras a “elle” con la “e”, en lugar de tratarle de él o ella, por qué no deberías incluirle?

En segundo lugar, claro que sería maravilloso que se enseñen el sistema braille, LSA, y RCP. Pero, acá el problema no es solo cuestión de intercambiar una cosa por la otra. Para la utilización del lenguaje inclusivo, no se debe hacer más que tener la decisión de utilizarlo. Para la enseñanza de un sistema de lectoescritura diferente, debe haber políticas educativas que garanticen la capacitación y los materiales necesarios, los espacios curriculares dentro del propio horario escolar, para no añadir más horas a las que tienen que cumplir tanto maestros como alumnos, y, aunque esto pueda generar debate, tiene que haber una necesidad particular que requiera ese aprendizaje. Es decir, realmente, sin tener una persona con discapacidad visual cercana, es muy poco probable que cualquier otra persona tenga que utilizar el sistema braille. Distinto es la lengua de señas, ya que este es directamente un medio de comunicación mucho más usable, porque es la única forma en la que nos podemos relacionar de forma inmediata, con quienes no pueden hablar. Aún más necesario, es el RCP, ya que es realmente imprescindible para poder asistir a cualquier persona en casos de emergencia. Pero como dije, estas cuestiones tienen que estar garantizadas en el sistema educativo del estado, y nada tienen que ver con el uso o no, del lenguaje inclusivo por parte de cualquier ciudadano, institución pública, o incluso organismos no gubernamentales. Porque, básicamente, no se debe destinar ningún tipo de presupuesto para su utilización.

En tercer lugar, al separar la inclusión de las personas con discapacidad del lenguaje inclusivo, no estamos teniendo en cuenta 2 cosas. Primero, que, por ejemplo, en braille, también se puede escribir “todes” o “todxs”, porque las letras, también existen. De hecho, este artículo lo estoy escribiendo con un teclado braille, del cual voy a hablarles más adelante. Y segundo, que, para quienes no lo saben, también existe la diversidad sexual dentro del mundo de las personas con discapacidad. Sin ir más lejos, yo soy una mujer trans, y soy ciega. También conozco a un varón trans, a homosexuales y lesbianas. Todavía no conocí a alguien no binarie, pero si le llego a conocer, voy a tener en cuenta tanto su discapacidad, como la forma con la que se siente cómode que le trate, al igual que la mayoría de las personas que conozco y que me cruzo, hacen conmigo.

Por último, claro está, que el uso del lenguaje inclusivo no hace que las personas trans, y la diversidad sexual en general, tengan garantizados todos sus derechos, ni mucho menos. Así como tampoco, la enseñanza del sistema braille lo haría para las personas con discapacidad visual. Muchos derechos de ambos colectivos están siendo vulnerados incluso hoy en día, y con los avances que ha habido. El cupo laboral trans, el cual no fue reglamentado en muchas provincias, el cupo del 5% para las personas con discapacidad, el cual si bien sí está reglamentado, en muchos casos no se cumple, entre otros. Siempre se requiere que posean experiencia, determinados conocimientos, etc. Pero no se contempla que en muchísimos casos, y por diversas razones que van desde falta de conocimiento de los padres sobre las cosas que pueden hacer sus hijos con discapacidad, hasta el hecho de que tal vez por tener familia, no hayan podido capacitarse como es necesario para el mercado laboral actual. Aún así, como para el resto de la sociedad, el tener un título o una carrera en curso, tampoco te garantiza conseguir un trabajo. Mucho más difícil es para las personas con discapacidad, en la que siento que hay una especie de discriminación indirecta. Para las personas trans, quienes en muchos casos no han podido siquiera terminar sus estudios primarios, la situación es más preocupante todavía, ya que, en la mayoría de esos casos, el único camino en el que han encontrado la forma de ganarse el pan, es la prostitución. Cierto es, que en la actualidad, muchas cosas están cambiando. Pero todavía nos falta un largo camino por recorrer, tanto como sociedad, como a nuestros gobernantes, como a nosotres como individues.

Algunos tips sobre cómo incluir

Ya que se viene hablando de la inclusión de las personas con discapacidad, Hay tantas formas de incluir, como personas con discapacidad. Y, dependiendo del tipo, seguro hay más de una forma en la que se puede incluir. No voy a hablar de todas, porque esto ya se me hizo muy largo, porque son muchísimas, y porque no las conozco a todas, pero sí voy a mencionar algunas referentes a la discapacidad visual. Creo que todes aquelles que estén realmente interesades en contribuir a que la vida de quienes tenemos una discapacidad visual sea un poco más sencilla, podrían, simplemente, adoptar ciertas prácticas que, si bien no son fundamentales, sí nos hacen participar en mayor igualdad, a la hora de formar parte de grupos de personas que ven. Primero, una app que sí es muy útil, y que creo que estaría bueno que todos instalen, es “Be My Eyes”. La info está en el artículo, así que no necesito comentarles más al respecto. Por otro lado, cuando envíen imágenes por whatsapp, una vez enviadas, pueden añadir descripciones de las mismas, y copiar el texto, en caso de que sean memes, para que podamos entender de qué se trata, y reírnos también. En cuanto al resto de las redes sociales, tanto twitter, como instagram y facebook, tienen la posibilidad de añadir texto alternativo a las imágenes. El texto alternativo, aunque no se ve, sí es leído por los lectores de pantalla tanto para celulares como para computadoras. ?Cómo se hace? Bueno, eso les queda como tarea para el hogar, hagan de cuenta que volvió la maestra.

Personas excluyentes

A lo largo de este artículo, intenté expresar la forma en la que se excluye, queriendo incluir. En este sentido, me permito cuestionar qué es lo realmente cierto y qué no en este nuevo interés por la inclusión de las personas con discapacidad. Los tips que pasé anteriormente, y con un tono medio irónico, sintetizan una realidad bastante frecuente dentro de la sociedad. Es la dificultad de entender que para exigir, también tenemos que contribuir con algo. Ese algo, claro está, no tiene que ser, necesariamente, uno de estos tips. Pero sí, lo que intento demostrar, es que exigirle a una moza que haga al bar en el que trabaja inclusivo, es contraproducente, si no intentamos incluir por nuestros propios medios, y por supuesto, con los conocimientos que nos ha dado la experiencia, sin atacar el tipo de inclusión que este lugar ya utiliza. Claro está, que usar estos tips no te hace totalmente inclusivo, y que el no usarlos, tampoco te hace totalmente excluyente. La decisión de incluir de una forma u otra, está en cada persona. Tal vez alguien, aunque lea este artículo, no se ponga a describirme imágenes en whatsapp, pero sí me acompañe cuando necesito ir a algún lado, me espere en un lugar cuando no sé como llegar, o me avise que me dejó el mate al frente.

No podemos ser totalmente inclusivos, pero sí podemos ser cada vez menos excluyentes, incluso yo misma. Es cuestión de ir mejorando día a día, y como mejor nos sea posible. Porque, con la exclusión, se puede aplicar el mismo concepto que se le aplica a la presunción de inocencia. Todas las personas somos excluyentes, hasta que se demuestre lo contrario.




Soy Katherine

listenButton3.onclick = function(){ if(responsiveVoice.isPlaying()){ responsiveVoice.cancel(); }else{ responsiveVoice.speak("Esta situación tan particular que nos toca vivir, nos afecta a todos de distintas maneras. Personalmente, me sería imposible describir o comparar unas situaciones con otras. Porque, aunque en muchos casos haya similitudes, para cada uno de nosotros, con nuestras propias vivencias, nos toca sobrellevarlo de formas muy diferentes. Creo que, no por nada dicen que cada persona es un mundo y cada casa es un universo. Sin embargo, si hoy escribo esto, es porque quiero contar un poquito como me está afectando a mí. No desde todos los ámbitos de mi vida, porque para eso tengo a aquellas personas que siempre me acompañan, y para las que también trato de estar, y a mi psicóloga claro, si no, sobre esta faceta mía. Es decir, desde el lado de la escritura, que es algo que me gusta muchísimo hacer, aunque, como digo en mi perfil y dije en anteriores ocasiones, tengo poco tiempo para hacerlo. Lo cierto es, que, antes de todo esto, yo me había entusiasmado muchísimo con escribir cosas y compartirlas. Ya había mencionado al pasar, en mi publicación anterior, que había varias cosas de las que iba a \"hablar más adelante\". La realidad, es que no pude. Tenía textos y artículos a medio escribir, otros casi terminados, otros apenas empezados... Pero mi realidad, como la de todos, se tras tocó de una forma en la que jamás se me había ocurrido, y eso que quienes me conocen saben que tengo mucha imaginación. Esto cambió todo. Mi vida, mis prioridades, muchas de mis preocupaciones, y por qué no iba de ser así, con lo que tenía pensado escribir. Algunos se fueron a la papelera porque ya no me gustaron. Y otros, siguen ahí, esperando a que tenga las ganas y energías suficientes para retomarlos y terminarlos. Pero, aunque todo eso se pospuso, estoy escribiendo precisamente, porque sí tengo algo que dejarles. Lo que van a leer a continuación, tiene algunas particularidades. La primera, es que es una canción. La segunda, es que jamás pensé que la primer canción que publicara, fuese como lo es esta. La tercera, es que, para que vayan conociendo mi cancionero, todas mis canciones tienen una melodía. El problema es que, ni yo canto muy bien que digamos, ni sé, al menos por ahora, tocar otra cosa que no sea percusión. O sea como piano o guitarra. Entonces, aunque imagine y tenga en mi cabeza la melodía, no puedo pasarla a un formato audible. El resto de las particularidades, tal vez las descubran ustedes. Por último, bueno, espero poder escribir y compartir más cosas. Por el momento, solo puedo dejarles esta humilde reflexión, y esta pequeña canción. Qué pasa? Primera parte: Qué pasa, Que ya no puedo salir de casa, Ni siquiera para ir a la plaza, Lo pienso y me asusto y me pregunto por qué. Qué pena, Es tan triste esta cuarentena, Ni siquiera puedo ir a la escuela, Y tengo tantas ganas de volverte a ver. Estribillo: Me dicen mis papás, Que hay una enfermedad, Que a los grandes los puede matar. Y aunque tal vez a mí, No me haga tan mal, Si me enfermo puedo contagiar. Que las manos bien me tengo que lavar. Segunda parte: Quisiera, Que todo esto vuelva a ser como antes, Ya no aguanto las ganas de hablarte, Pero entiendo que te estoy cuidando también. Me contaste, Que estás viviendo con tu abuela, Que es ella quien te lleva a la escuela, Que si algo le pasara no sabrías qué hacer. Estribillo: Por el chat de mamás, Te mandé un whatsapp, Para preguntarte como estás. Y aunque no es lo mismo, Al fin te pude hablar, Y al fin también te pude escuchar. Bien las manos nos tenemos que lavar, Entre todos nos tenemos que cuidar, Ahora en casa nos tenemos que quedar, Esto pronto se tiene que terminar.", "Spanish Latin American Female"); } };

Esta es la primer publicación que hago después de mucho tiempo. Aunque, lo había iniciado como para expresar un poco lo que me iba pasando, al final lo dejé, por falta de tiempo, ganas, y bueno, porque tengo la particularidad de empezar cosas, aburrirme y dejarlas, o, empezar varias cosas a la vez, y no terminar concretando ninguna.

.En fin, esta publicación, es un poco para explicar “el origen”, de mi condición como trans. Y lo pongo entre comillas, porque en realidad, buscar el verdadero origen, es mucho más complicado que esto que voy a pasar a relatarles.

Fue aproximadamente hace unos 5 años. En el año 2014. A principios de ese año había entrado una compañera a trabajar con nosotros. Era una chica jovencita, no es que yo no lo sea, claro, pero tenía 18 añitos en su momento, y como que eso fue una novedad, teniendo en cuenta que los demás íbamos de los 20 años para arriba. Me llamó muchísimo la atención, cuando mencionó que su mamá le había puesto su segundo nombre, por una canción de los beatles. Ahí fue cuando dije, esta chica me va a caer bien. Le escribí, y empezamos a hablar. Compartíamos varias cosas, pero 2 de las más importantes, fueron nuestro gusto por la música, y la literatura. Empezamos a compartir libros, artistas musicales, pero libros más que nada. Siempre estábamos leyendo un libro nuevo y recomendándolo, o a veces hasta nos lo pasábamos para que pudiéramos leerlo.

Una de esas tardes en las que salíamos de trabajar, ella me acompañó hasta la entrada del subte. Entre tantas cosas que íbamos hablando, me dice:
—¿Sabés a quien tendrías que leer vos? A Gabriel Rolón. —Me dijo.
—¿Y quién es? —Le pregunté.
—Es un psicólogo…
—Nhaaa, olvidate, yo de psicología no quiero saber nada. Freud y toda esa onda a mí no me van.
—Nooo, pero esto es distinto. El chabón te cuenta historias de sus pacientes, o sea los que van a atenderse con él. Cambiando lugares, nombres y todo eso, pero en sí son las historias que a él le toca tratar.
Obviamente, me pasó el libro y lo leí. A medida que iban transcurriendo las historias, entendía por qué las personas terminaban yendo al psicólogo, y mi mente comenzó a abrirse un poco más, a algo a lo que, hasta antes de eso, yo no le veía sentido.
Una de esas historias, en algunos de sus libros, no recuerdo en cual, porque luego descubrí que sacó varios en el mismo sentido, me llamó muchísimo la atención.
Se trataba de un cura, sacerdote, que, mediante el tratamiento psicológico, descubría que era homosexual. Y que además, había tenido fantasías homosexuales con uno de sus mejores amigos de la adolescencia. ¿Yo me dije, si un cura, con todos los prejuicios que tiene, se anima a hablar de eso, por qué yo no podía hablar de lo que, hace muchísimo tiempo me venía pasando?
Desde muy muy chica, no recuerdo bien cuando empezó, yo tenía sueños, y creaba historias en mi mente, en los que yo era una niña. A veces una princesa, a veces una niña que, sin posibilidades económicas tenía que enfrentarse a los problemas de la vida. A veces tenía muñecas para jugar, otras veces no. A veces tenía vestidos hermosos para ponerme, otras veces no. A veces mi imaginación iba más allá, y tenía alas con las que poder volar, o me enfrentaba a monstruos, animales, personas o seres con poderes sobrenaturales.
Desde los 13, y hasta los 15, tuve la oportunidad, en muchas ocasiones, de quedarme sola en casa. En esos momentos, me vestía con la ropa de mi mamá. Sí, vestidos, sandalias, hasta corpiños, poniéndome medias para simular los pechos. Yo, directamente, no lo entendía. ¿Cómo es que un hombre, podía querer ser mujer?
Fueron muchas las razones por las que jamás se lo pude contar ni a mi familia, ni a nadie, y por las que jamás encontré la forma de enfrentarlo. Además, a mi me gustaban las mujeres. Como puede ser que me guste eso, que sueñe con eso y que me vista como mujer, siendo que me gustan las mujeres? Era algo que no entendía, algo que no podía aceptar ni tolerar. Porque, sí, dentro mío, aunque vivía con esto, también yo tenía prejuicios. Los prejuicios sobre mi misma, los prejuicios que me habían inculcado, los prejuicios existentes en la sociedad, en la iglesia, en la escuela...
Desde los 16 en adelante, aunque los sueños y las historias siguieron existiendo, como nos mudamos y la organización era otra, además, ya no tenía la oportunidad de quedarme sola, no pude vestirme con ropa de mujer.
Un paréntesis: ¿Por qué Katherine? En realidad, no lo sé. No sé si conocí a alguien con ese nombre, no sé si me lo dijeron y me gustó, no sé si apareció en mi mente… El recuerdo más viejo que tengo sobre eso, es de cuando salió la película de Casper, (Gasparín). La protagonista de la historia se llama Katlin. En un momento de la película, ella se presenta a su nuevo curso y les dice: “ me llamo Katlin, pero pueden decirme Kat”. Y el resto de los compañeros, dice: “¡Miaaauuu!”, haciendo referencia a los gatos, claro está. Y yo pensé, con mis entre 6 y 7 añitos, O sea que si yo les digo que me llamo Katherine, también me van a decir Kath? No… Pero si yo no me llamo Katherine. Igual, me gusta Kathy antes que Kath, así que tienen que acostumbrarse a ese. Hay otras muchas anécdotas de mi infancia, de antes de los 13, pero preferí remitirme a lo más relevante, porque esto ya se está haciendo muy largo.
En fin, cuando inicié el tratamiento psicológico, le conté, y con muchísimo miedo, a mi psicóloga, estas cosas y tantas otras más relacionadas. Desde entonces, empecé un largo proceso, en el que intenté escribir esas historias de mi mente (una de ellas está en este mismo blog, y las otras tal vez lo estén en el futuro si tengo ganas y tiempo…) pero no funcionó. Yo necesitaba algo más, necesitaba encontrar la verdad, mi verdad, encontrarme a mí misma…
Así fue, como 2 años después de a ver iniciado el tratamiento, cansada de buscar respuestas y no encontrarlas, decidí hacer algo tan sencillo, como googlear. Mi primera búsqueda, fue “hombres que se visten de mujeres”. Y entendí, que eso no era lo que yo quería. La segunda, fue más específica. “hombres que se sienten mujeres”. Ahí, llegué a la página de una diputada española, que es transexual, en la que hay muchísima información, incluso hasta teorías que explicarían el por qué de la condición como trans.
Desde entonces, habiendo entendido lo que me pasaba, comencé a tratar de enfrentarlo. Y es así, como inicio un enorme proceso, que al momento de publicar esto, ya está llegando a su fin, ya con mi partida de nacimiento en trámite.
Hay muchísimas personas que me acompañaron en todo este proceso. Muchas a las que conocía de antes, otras a las que fui conociendo a medida que iba avanzando, que me abrieron las puertas de su corazón, y me dejaron entrar en sus vidas. No tengo más que agradecerles desde lo más profundo de mi alma y de mi corazón. Porque gracias a estas personas, pude avanzar hasta llegar a donde estoy hoy, a encontrarme definitivamente conmigo misma, y a ser quien soy, quien siempre tuve que haber sido: Katherine.
Acá está la página: No hace falta que lean todo, solo hasta donde empieza la parte de las cirugías. Lo primero sí es importante: Informe sobre transexualidad.




Para Kathy

listenButton4.onclick = function(){ if(responsiveVoice.isPlaying()){ responsiveVoice.cancel(); }else{ responsiveVoice.speak("Esta situación tan particular que nos toca vivir, nos afecta a todos de distintas maneras. Personalmente, me sería imposible describir o comparar unas situaciones con otras. Porque, aunque en muchos casos haya similitudes, para cada uno de nosotros, con nuestras propias vivencias, nos toca sobrellevarlo de formas muy diferentes. Creo que, no por nada dicen que cada persona es un mundo y cada casa es un universo. Sin embargo, si hoy escribo esto, es porque quiero contar un poquito como me está afectando a mí. No desde todos los ámbitos de mi vida, porque para eso tengo a aquellas personas que siempre me acompañan, y para las que también trato de estar, y a mi psicóloga claro, si no, sobre esta faceta mía. Es decir, desde el lado de la escritura, que es algo que me gusta muchísimo hacer, aunque, como digo en mi perfil y dije en anteriores ocasiones, tengo poco tiempo para hacerlo. Lo cierto es, que, antes de todo esto, yo me había entusiasmado muchísimo con escribir cosas y compartirlas. Ya había mencionado al pasar, en mi publicación anterior, que había varias cosas de las que iba a \"hablar más adelante\". La realidad, es que no pude. Tenía textos y artículos a medio escribir, otros casi terminados, otros apenas empezados... Pero mi realidad, como la de todos, se tras tocó de una forma en la que jamás se me había ocurrido, y eso que quienes me conocen saben que tengo mucha imaginación. Esto cambió todo. Mi vida, mis prioridades, muchas de mis preocupaciones, y por qué no iba de ser así, con lo que tenía pensado escribir. Algunos se fueron a la papelera porque ya no me gustaron. Y otros, siguen ahí, esperando a que tenga las ganas y energías suficientes para retomarlos y terminarlos. Pero, aunque todo eso se pospuso, estoy escribiendo precisamente, porque sí tengo algo que dejarles. Lo que van a leer a continuación, tiene algunas particularidades. La primera, es que es una canción. La segunda, es que jamás pensé que la primer canción que publicara, fuese como lo es esta. La tercera, es que, para que vayan conociendo mi cancionero, todas mis canciones tienen una melodía. El problema es que, ni yo canto muy bien que digamos, ni sé, al menos por ahora, tocar otra cosa que no sea percusión. O sea como piano o guitarra. Entonces, aunque imagine y tenga en mi cabeza la melodía, no puedo pasarla a un formato audible. El resto de las particularidades, tal vez las descubran ustedes. Por último, bueno, espero poder escribir y compartir más cosas. Por el momento, solo puedo dejarles esta humilde reflexión, y esta pequeña canción. Qué pasa? Primera parte: Qué pasa, Que ya no puedo salir de casa, Ni siquiera para ir a la plaza, Lo pienso y me asusto y me pregunto por qué. Qué pena, Es tan triste esta cuarentena, Ni siquiera puedo ir a la escuela, Y tengo tantas ganas de volverte a ver. Estribillo: Me dicen mis papás, Que hay una enfermedad, Que a los grandes los puede matar. Y aunque tal vez a mí, No me haga tan mal, Si me enfermo puedo contagiar. Que las manos bien me tengo que lavar. Segunda parte: Quisiera, Que todo esto vuelva a ser como antes, Ya no aguanto las ganas de hablarte, Pero entiendo que te estoy cuidando también. Me contaste, Que estás viviendo con tu abuela, Que es ella quien te lleva a la escuela, Que si algo le pasara no sabrías qué hacer. Estribillo: Por el chat de mamás, Te mandé un whatsapp, Para preguntarte como estás. Y aunque no es lo mismo, Al fin te pude hablar, Y al fin también te pude escuchar. Bien las manos nos tenemos que lavar, Entre todos nos tenemos que cuidar, Ahora en casa nos tenemos que quedar, Esto pronto se tiene que terminar.", "Spanish Latin American Female"); } };

Para mi cumpleaños número 28, en noviembre de 2016, una gran amiga mía me regaló un hermoso cuentito. Este cuento, es uno de los regalos más lindos que recibí. No sólo porque no es un regalo material, si no porque además, supo expresar tan bien mucho de lo que ambas sentíamos, de lo que pensábamos, de lo que nos preocupaba, de lo que nos emocionaba; que decidí compartirlo con el simple objetivo de que cierren sus ojos, abran sus mentes, y se dejen transportar al mundo de la fantasía, o… Al de la realidad, quien sabe…

Mariposa

Me siento en uno de los sillones redondos y sostengo el zapato media indecisa. Estoy demasiado pensativa y por un momento siento que no es correcto que yo esté allí.

Me descalzo, apoyo los pies sobre el suelo helado intentando reflexionar sobre algo que no termino de entender y no lo consigo. El ruido de la puerta de cristal hace que me quede quieta con el zapato entre los dedos y los labios entreabiertos. Una señora ha entrado; la veo dirijirse a uno de los sillones, sentarse tranquilamente y hacerle una seña a una de las muchachas del lugar.

-Ay… ¿no te animás a alcanzarme esos? -Pregunta con una voz demasiado sonora que no parece agradarle a mis tímpanos-. Los rojos… esos de ahí -agrega señalando unos tacones del estante más bajo. La muchacha sonríe (o al menos lo intenta), y procede a tomar unos idénticos que se encuentran cinco estantss más arriba.

-¡No! -exclama con intencionada fuerza la mujer, y en un segundo todas las miradas de la zapatería se posan sobre la delgada vendedora. Creo que tiene las mejillas sonrojadas, pero el cabello que cubre su cara cansada no me deja asegurarlo con certeza-. Te dije que quería esos -continúa en un tono más bajo, pero lo suficientemente alto como para que todos escuchemos.

Seguramente conteniendo un suspiro, la muchacha se agacha. De repente la señora, que antes me había parecido bonita, se vuelve un alcón, y la joven muchacha, cuyas rodillas ahora tocan el suelo y cuya espalda se inclina para que sus frágiles dedos puedan sujetar esos zapatos, que seguramente cuesten la mitad de lo que ella gana en un mes, se transforma en una pequeña perdiz, sometida al pájaro más grande, al más desagradable.

Cuando la muchacha le entrega los zapatos, la señora disimula una sonrisa bajo un pañuelo con el que finje secarse el sudor.

-Necesito que me ayudes -casi que ordena-, es que siempre me costó ponérmelos…

-¿No quiere llevárselos y probárselos en su casa, que puede estar más tranquila? -Pregunta la joven en un intento desesperado por ebadir esa desagradable tarea. No le corresponde hacerlo, tampoco, pero seguro sabe que se juega el trabajo. Andá a saber cuánto le costó conseguirlo, cuánto la explotan y lo mucho que necesitará la miseria de sueldo que seguro gana. No le corresponde, pero ese peso que lleva sobre los hombros, el mismo que la obligó a inclinar la espalda pudiendo limitarse a extender el brazo, el mismo que la obliga ahora a hablar bajito para esconder la umillación que seguro siente, el mismo que la obliga a permanecer parada en una zapatería durante ocho horas o más, es el que hace que llegue al punto de tener que calzar a una señora que seguro tiene sus capacidades motrices en perfecto estado.

-No nooo… ¡mirá si le voy a pedir a mi marido que me ayude con los zapatos! Que ocurrencias las tuyas, ¡muchacha! Te falta mucho por aprender a vos. ¿Tanto te cuesta ayudar? Si es así me voy…

Me muerdo la lengua para no decirle que sí, yo la ayudo con los zapatos. El problema es que si yo la ayudo no creo que los mismos terminen en sus pies. Me sonrojo de furia al verla agacharse (por no decir arrodillarse) otra vez frente a la señora, e intentar colocarle el zapato ocultando su cara de asco. Seguro es algo que ha hecho muchas otras veces, (de hecho fue ella quien me ofreció ayuda al ver que tenía problemas con unas sandalias demasiado ajustadas) pero muy en el fondo debe presentir lo que implica en este momento.

-¡Despacio! -Exclama la señora demasiado cerca del oído de la joven, quien ya no intenta disimular que cubre su rostro con su cabello. Mi enojo aumenta al ver que la vendedora ni siquiera ha rozado sus dedos aún. Ella no dice nada. Clavo mi vista en las dos (al igual que todos allí) hasta que la señora desagradable se va (sin comprar nada, por cierto). La vendedora se acerca a mí, pero mi cara de enojo debe ser un tanto impresionante porque lo hace con mucha cautela. Consciente de ello, intento sonreír, sobra decir que sin mucho éxito. Se acerca a mí y cuando está apunto de agacharse para tomar el zapato, me inclino y se lo alcanzo. Con la otra mano sujeto la que ella tiene libre y la siento temblar.

Mientras percibo sus dedos temblorosos intentando y no queriendo, a la vez, salirse de entre los míos hasta desistir y apretar con fuerza, la miro a los ojos y me acuerdo de vos. Ahora sí, puedo dar forma al pensamiento que rondaba por mi cabeza. ¿Por qué? ¿Por qué esto? ¿Por qué así? ¿Por qué ella, que tiene de buena persona lo que yo de rubia, puede venir acá, tratar pésimo a las empleadas e irse como si nada? ¿Por qué ella puede entrar a una tienda de ropa como si se llevara el mundo por delante y nadie le dice nada? ¿Por qué yo puedo entrar a una tienda de ropa de lo más tranquila sin preocuparme por que no me atiendan, me miren mal o me esperen afuera para darme una paliza, en el mejor de los casos? ¿Por qué alguien como vos tiene que cargar con tanto sola? ¿Por qué tenés que sentir miedo para decir algo tan simple como que querés ponerte un vestido, cuando a mí me basta con abrir el ropero y sacar uno de una percha? Por qué vos (y tantas otras u otros) se tienen que esconder? Por qué… por qué? Sí, ya sé la respuesta, vos también. Pero me paro a pensarlo y es tan frustrante… y me dan tantas ganas de poder cambiarlo todo con el simple hecho de chasquear los dedos…

Y después lo pienso bien y sonrío, porque te veo a vos tan libiana, tan libre, con tantas ganas de volar y empezar a cambiar las cosas, y pensás que podés, y después que no podés, y te frustrás, y cientos de lágrimas resbalan atrebidas por tus mejillas como cientos de veces tus labios se curvan en esa hermosa sonrisa. Y sonrío y te abrazo fuerte, porque yo sé que vos podés. Que vas a poder con todo lo que te pongan delante y que si caés, acá voy a estar, y acá vamos a estar todos para sostenerte, para que un día, al fin, hermosa mariposa, puedas desplegar esas preciosas alas y acompañar al viento que se llevará lejos, no sin esfuerzo, todo aquello que te oprime, que te tira, todo aquello que día a día intenta aplastarnos y undirnos. Sonrío porque sé que un día vas a volar, y todos vamos a estar contigo, y vamos a sentir esa alegría tan única de verte lograr eso que tanto querés, mariposa.

Este es el blog de la autora de este cuentito, para que también puedan leerla:

Océano…




La plaza del barrio

listenButton5.onclick = function(){ if(responsiveVoice.isPlaying()){ responsiveVoice.cancel(); }else{ responsiveVoice.speak("Esta situación tan particular que nos toca vivir, nos afecta a todos de distintas maneras. Personalmente, me sería imposible describir o comparar unas situaciones con otras. Porque, aunque en muchos casos haya similitudes, para cada uno de nosotros, con nuestras propias vivencias, nos toca sobrellevarlo de formas muy diferentes. Creo que, no por nada dicen que cada persona es un mundo y cada casa es un universo. Sin embargo, si hoy escribo esto, es porque quiero contar un poquito como me está afectando a mí. No desde todos los ámbitos de mi vida, porque para eso tengo a aquellas personas que siempre me acompañan, y para las que también trato de estar, y a mi psicóloga claro, si no, sobre esta faceta mía. Es decir, desde el lado de la escritura, que es algo que me gusta muchísimo hacer, aunque, como digo en mi perfil y dije en anteriores ocasiones, tengo poco tiempo para hacerlo. Lo cierto es, que, antes de todo esto, yo me había entusiasmado muchísimo con escribir cosas y compartirlas. Ya había mencionado al pasar, en mi publicación anterior, que había varias cosas de las que iba a \"hablar más adelante\". La realidad, es que no pude. Tenía textos y artículos a medio escribir, otros casi terminados, otros apenas empezados... Pero mi realidad, como la de todos, se tras tocó de una forma en la que jamás se me había ocurrido, y eso que quienes me conocen saben que tengo mucha imaginación. Esto cambió todo. Mi vida, mis prioridades, muchas de mis preocupaciones, y por qué no iba de ser así, con lo que tenía pensado escribir. Algunos se fueron a la papelera porque ya no me gustaron. Y otros, siguen ahí, esperando a que tenga las ganas y energías suficientes para retomarlos y terminarlos. Pero, aunque todo eso se pospuso, estoy escribiendo precisamente, porque sí tengo algo que dejarles. Lo que van a leer a continuación, tiene algunas particularidades. La primera, es que es una canción. La segunda, es que jamás pensé que la primer canción que publicara, fuese como lo es esta. La tercera, es que, para que vayan conociendo mi cancionero, todas mis canciones tienen una melodía. El problema es que, ni yo canto muy bien que digamos, ni sé, al menos por ahora, tocar otra cosa que no sea percusión. O sea como piano o guitarra. Entonces, aunque imagine y tenga en mi cabeza la melodía, no puedo pasarla a un formato audible. El resto de las particularidades, tal vez las descubran ustedes. Por último, bueno, espero poder escribir y compartir más cosas. Por el momento, solo puedo dejarles esta humilde reflexión, y esta pequeña canción. Qué pasa? Primera parte: Qué pasa, Que ya no puedo salir de casa, Ni siquiera para ir a la plaza, Lo pienso y me asusto y me pregunto por qué. Qué pena, Es tan triste esta cuarentena, Ni siquiera puedo ir a la escuela, Y tengo tantas ganas de volverte a ver. Estribillo: Me dicen mis papás, Que hay una enfermedad, Que a los grandes los puede matar. Y aunque tal vez a mí, No me haga tan mal, Si me enfermo puedo contagiar. Que las manos bien me tengo que lavar. Segunda parte: Quisiera, Que todo esto vuelva a ser como antes, Ya no aguanto las ganas de hablarte, Pero entiendo que te estoy cuidando también. Me contaste, Que estás viviendo con tu abuela, Que es ella quien te lleva a la escuela, Que si algo le pasara no sabrías qué hacer. Estribillo: Por el chat de mamás, Te mandé un whatsapp, Para preguntarte como estás. Y aunque no es lo mismo, Al fin te pude hablar, Y al fin también te pude escuchar. Bien las manos nos tenemos que lavar, Entre todos nos tenemos que cuidar, Ahora en casa nos tenemos que quedar, Esto pronto se tiene que terminar.", "Spanish Latin American Female"); } };

Muchos de los cuentos e historias que van a ver en este blog, están basados en sueños. Son sueños vívidos, cosas que me acontecieron en lo más profundo de mi imaginación, y que se hicieron parte de mí. Parte de lo que hoy en día, estoy construyendo en mi vida. Tal vez, y solo tal vez, algo de esto sirva para comprender un poco, como es que somos tan diferentes los unos de los otros como seres humanos.

Basada en un sueño

Nos sentamos sobre las ramas de los árboles de una calle que daba directamente a la avenida principal. Era pasando el mediodía, el sol estaba radiante en la calle, pero en los árboles el viento se hacía sentir. Desde ahí, teníamos una muy buena vista de que pasaba en dicha avenida. Estábamos impresionados. Desde la mañana venía llegando gente con autos re copados. Estaban brillantes, ni una sola pisca de mugre. Nunca habíamos visto algo así por acá. Estaban por inaugurar la plaza del barrio. Había nenes, claro. Pero no eran como nosotros, eran todos nenitos bien vestidos, con uniforme de escuela y todo. Pero lo más importante, tenían comida, y era mucha. Facturas, galletitas, y estaban preparando ollas con leche chocolatada, o al menos eso parecía. El estómago de uno de mis amigos hizo ruido y yo me asusté, aunque me di cuenta que no iba a pasar nada, están tan ocupados con el acto, que ni siquiera miraban para acá. Pensé en que parecía otro mundo distinto, como si fuese un planeta a parte o algo así. Estuvimos mirando todo el acto. La parte más aburrida fue la del discurso, ya ni recuerdo que decían. Cuando terminó, los chicos se fueron, pero los adultos se quedaron un poco más para levantar todo lo que habían armado. Bajamos de los árboles, cruzamos la calle y nos sentamos del lado del frente, en ronda, sin decir una sola palabra, no hacía falta. Nos miramos entre nosotros, y luego volvimos a mirar otra vez hacia la avenida, esta vez sin escondernos, porque ya habíamos entendido que nadie se iba a fijar en 6 nenitos flacos y mugrientos. La cantidad de comida que les había sobrado era impresionante, se podía ver bien, se ve que habían esperado que vaya más gente, aunque supongo que los adultos de por acá no quieren mucho a los políticos. ¿Cómo los iban a querer en un pueblito en donde apenas si tenían electricidad en algunas casas?
—¿Y si… vamos a pedirles algo? —Preguntó uno de los chicos.
—¿Y quién va? —Añadió otro.
Todos nos quedamos mirándonos por unos momentos interminables.
—Voy yo —les dije.
Me miraron claramente sorprendidos e impresionados. Sin siquiera meditarlo, me paré. Ellos se pararon justo después de mí. Fui por primera vez consciente de mi apariencia. Soy la única nena del grupo, y soy más bajita que los chicos. Tengo un vestido bastante manchado y lleno de tierra que me queda más grande de lo que debería, y tengo el pelo muy largo y sucio. Trato de sacudirme lo más posible la tierra, me doy vuelta, y empiezo a caminar hacia la avenida.
Al llegar, observo un poco la situación, y me doy cuenta que, al parecer, es una señora la que está a cargo porque se la pasa dando órdenes de un lado para el otro. Bajo a la calle, y me acerco a ella despacio, pero procurando llamar su atención.
—Disculpe…
—¿sí? ¿Qué querés?
—Bueno… Yo quería saber si no nos puede dar, para mí y para mis amigos, un poco de la comida que les sobró. De todos modos ustedes la iban a tirar, y algunos de nosotros no comemos desde ayer. Se lo agradeceríamos mucho.
—¿Qué? ¿Estás loca? ¿Por qué habría yo de darte comida? ¿Qué me viste cara de beneficencia a mí? Tomatelá mocosita antes de que te dé una paliza.
—Disculpe señora, pero yo no le falté al respeto, yo solo quería algo para comer, nada más, no tiene por qué tratarme así.
—Ah, ahora vos me vas a decir como tengo que tratar a una mocosa insolente, y encima mugrienta. ¿A ver, y que manos usarías para comer? ¿Esas que tenés todas sucias?
—Le dije que yo solo quería algo para comer, no tiene que tratarme así, a ustedes eso les sobra. Pero sabe que, muchas gracias. Váyase a la mierda.
—¿Qué dijiste?
Me di vuelta y me estaba yendo, cuando me agarró por la espalda, me levantó, me puso acostada sobre uno de sus brazos, y con la otra mano me empezó a dar chirlos en la cola. Me dolió, sí, pero ni ahí le iba a dar el gusto de ponerme a llorar al frente de ella. Al final, me bajó al piso, y me dio vuelta para que la mire.
—Espero que con esto te alcance para entender que las personas como yo no tenemos que darle explicaciones a mocositas insolentes como vos, y que no tenés por qué faltarme el respeto.
El respeto primero me lo había faltado ella, pero no le dije nada. Me soltó, me di vuelta y me fui. Cuando estaba a unos 20 metros, me di vuelta, la miré con cara de odio y le saqué la lengua. Me vio, porque se había quedado mirándome cuando me estaba yendo. Seguí mi camino hasta llegar a la calle donde estábamos al principio. Los chicos estaban ahí esperándome, justo en la esquina. Yo me puse a llorar, y seguía llorando cuando nos tomamos de las manos, y empezamos a caminar hacia adentro, hacia ese submundo al que llamamos pobreza.