Todos sabíamos que iba a pasar. Pero no sabíamos ni el cómo ni el cuándo. Por eso cuando finalmente pasó, fue como si nos hubiesen puesto un resorte en el culo. O bueno, otra cosa. Ya que tanto asquito les da.
Así, de la nada, más de quinientas mil personas solo en la ciudad de Buenos Aires, más de un millón y medio en todo el país y más las réplicas en las capitales de varios países del mundo, nos juntamos este sábado primero de febrero para decir NO. No al retroceso en derechos humanos. NO a volver al closet. NO al retroceso en calidad de vida. Porque “sean eternos los laureles que supimos conseguir” dice nuestro himno nacional. Y más allá de cualquier diferencia política, lo que primó este sábado fue un concepto bien claro y contundente: “marcha antifascista y antirracista.” Porque es claro que los discursos discriminatorios son en primera instancia eso. Seamos realistas, ¿a quién le jodemos la vida con la ley de identidad de género? ¿Con el cupo laboral travesti-trans, con el cupo laboral para personas con discapacidad, con el DNI no binario? A nadie. “Ah, pero no queremos pagarles con nuestros impuestos…” sí, claro. Como si nosotres no pagáramos impuestos. No tengo que volver a repetir en esta entrada lo que me he cansado de decir en múltiples oportunidades. La situación del 85% de las personas con discapacidad y del 90% de las personas trans, es más que deplorable. Si acaso, un 5% y un 1% respectivamente, no hacen más que ser una dádiva (en los casos en los que se cumple) para con lo que el estado en realidad nos debería garantizar como habitantes del suelo argentino, como reza el artículo 14 bis de nuestra constitución nacional. Pero además, las leyes no deberían ser retroactivas. Pero además, las convenciones internacionales sobre derechos humanos tienen carácter de ley según también la constitución nacional de 1994. Entonces, ¿qué estamos discutiendo? ¿Discutir? ¿Yo? Yo no vengo acá a discutir. Yo vengo a hacer lo mismo que hicimos el sábado. Yo vengo a exigir que mínimamente se nos respeten los derechos ya conseguidos. Que se nos garantice a todes por igual la misma calidad de vida. Las mismas oportunidades. Solo así la igualdad ante la ley, va a ser la igualdad ante la vida. Pero mientras eso no suceda, acá vamos a estar las minorías, disidencias y demás actores sociales para decir: basta. Hasta acá llegaron. Porque no vamos a permitir que se vulneren no solo nuestros derechos sino además los de las generaciones por venir solo porque al gobierno de turno se le ocurre.
Ese sábado no fue uno más. Fue un sábado distinto a todos los que he vivido. Fue una marcha distinta a todas las que había ido. La enorme cantidad de autoconvocades de distintas ONG, partidos políticos y personas apartidarias, fue impresionante. Tuve el placer de marchar junto a personas con discapacidad que nos pusimos al frente de la lucha para decirles que nosotres también estábamos siendo afectades por sus políticas y sus dichos de odio. Como si les discapacitades no cogiéramos. ¡pero por favor! Pero además, marchar junto a las trans históricas, a mujeres que habían sobrevivido a la dictadura y a los edictos policiales en democracia, fue un enorme placer. Chiques, estuve marchando al lado de Marlene Wayar. El resto es historia pura y dura.
Las fotos pueden verse a lo largo y ancho de las redes sociales y de los medios. Fuimos entrevistades por agencia presentes y por tiempo argentino en el que estamos junto a grandes referentes del activismo LGBTIQ+. Pero esto no se trata de autobombo ni nada que se le parezca. Esto se trata de sensaciones, de sentimientos. De intentar explicar el porqué de la necesidad de esta marcha y de las futuras que tenga que haber para que no se salgan con la suya. Pero mi gran dilema, a mí que tantas veces me han sobrado las palabras, es cómo explicar aquello que te causa tanta emoción. Algo tan grande que no llegás a dimensionar en el momento. Quizás no baste con decir que conocí a personas maravillosas que me hicieron volver a creer en la humanidad. En la gente. En que si estamos todes juntes tirando para un mismo lado, las cosas pueden salir adelante. Mi hermano tiene una canción que dice: “No me importa la camiseta que lleves si por adentro no la podés defender.” Y es justo eso. Porque estoy en el medio de un choque de generaciones. Por un lado las históricas. Gente que tuvo que soportar cosas que no puedo llegar siquiera a imaginar. Y por el otro las nuevas generaciones. Cuando veo a las niñeces hablando de su identidad libremente, a les maestres dándoles apoyo en las escuelas, a les mapadres, o pamadres, o xadres, o como cuernos le queramos decir porque el lenguaje es del pueblo, y no de unos tipos aponchonchados (sí acabo de usar una palabra inventada por mí, vengan de a miles) en sus sillones al otro lado del océano atlántico, me digo a mí misma que, sí. Tenés que salir por ellas. Porque si ellas y las que se fueron no hubiesen puesto el cuerpo, sudor y sangre, vos no estarías acá escribiendo desde tu computadora un lunes a las 20:44 de la noche. Tenés que salir por vos. Porque hoy hace apenas 2 meses que cumpliste uno de los objetivos más importantes de toda tu vida en cuanto a tu identidad de género (solo para entendidos y para quienes me vean en fotos XD) y tenés que salir por elles. Por les que vienen. Porque los derechos que tenés vos ahora, elles también tienen que poder disfrutarlos sin que nadie les reprima. Sin que nadie les venga a decir cómo deben vivir, ser, llamarse o vestirse. Por infancias libres de todo prejuicio y discriminación. Y por eso voy a seguir gritando junto a todes en nuestra histórica plaza de mayo: “MARICONAZOS SÍ, MARICONAZIS NUNCA.” Porque al fascismo no se le habla. Se lo combate. Y eso es lo que vamos a hacer. Nunca más al closet. Nunca más les trans al calabozo. Nunca más les discapacitades pidiendo dádivas que no alcanzan siquiera para vivir dignamente. “Señor, señore, señora, no sea indiferente. Porque esta lucha es de todos, de todas, de todes; pero principalmente del pueblo, de la gente.”
Hasta prontito, nos vemos en las calles las veces que haga falta, y las que no haga falta también.
Trabajar no es un privilegio, es un derecho. Exijamos nuestro derecho a un trabajo digno.
La identidad de género es un derecho humano básico. No dejemos que nos lo arrebaten.
Quienes podemos un poquito más, debemos poner de nuestra parte para que quienes no, tengan las mismas oportunidades y posibilidades de crecer en ambientes sanos y seguros libres de discriminación de cualquier tipo.
La discriminación positiva también es discriminación. Pero no como lo plantean ellos. Discriminación positiva es exigirnos trabajar en igualdad de condiciones cuando las mismas no están dadas para cumplir con ese cometido. Es decir, las personas trans no tuvieron las mismas posibilidades de capacitación que las personas cis. Así mismo el concepto puede aplicarse a las personas con discapacidad. El hecho de que haya cupos y leyes de igualdad de género es dar a las minorías la oportunidad y la posibilidad de ser partícipes de trabajar, de formar parte activa de la sociedad, rol que durante añares se les ha sido relegado. Porque lo realmente incapacitante, excluyente, discriminatorio, es el propio entorno. A mayores oportunidades, mayores modificaciones edilicias, mayor accesibilidad al conocimientos y a los recursos necesarios para el buen desempeño de cada persona independientemente de sus condiciones particulares, menor es la diferencia para con sus pares. Pero esto no se logra retrocediendo en lo ya obtenido. Sino, por el contrario, mejorando lo que ya existe. De nada sirve quitar el 5% de cupo laboral para personas con discapacidad si esas personas continúan sin tener trabajo. De nuevo: “El trabajo no es un privilegio. Es un derecho.” Es algo que todes tenemos que grabarnos en la cabeza. Solo así vamos a llegar a comprender cuán importante es la lucha que estamos dando.
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Sororidad — Crónica del #8M
Los gritos que no se escuchan. Las caras que no se ven. Los abrazos que no se dan o los pies que no tocan el suelo. Pero todo eso existe y se siente. Sí, se siente. Aunque yo no pueda ver, o ella no pueda escuchar, o ella no pueda caminar. Aunque tengamos que usar bastones, sillas de ruedas o audífonos. Aunque seamos diferentes. Sí, muy diferentes. Hay algo que nos une a todas, todos y todes sin distinción: La sororidad.
Imagínense cuánto daño tienen que hacerte las personas para que llegues a dudar de tu propia identidad. Para que llegues a cuestionarte lo que tantos años te costó conseguir. Lo que por tantos años intentaste construir para tu vida.
Este no fue un 8 de marzo más por varias razones: La situación social, política y económica actual en la que se retrocede en derechos para las minorías y disidencias. Personas con discapacidad y trans despedidas sin razón alguna. Precarización económica y laboral de las mujeres. Vaciamiento y desguace en general del estado dejando a miles de familias sin trabajo. Aumento del coste de vida a tal punto que empresas y negocios cierran. Al punto de que la gente saca préstamos, usa tarjetas o intenta conseguir ingresos extras para poder comer o llegar a fin de mes. A tal punto que los comedores populares se quedan sin alimentos. A tal punto que se dejan de entregar medicamentos a pacientes oncológicos. A tal punto que muchas personas tienen que decidir qué medicamentos pueden comprarse y cuáles no. A tal punto que los alquileres se van por las nubes dejando a familias realmente en situación de calle. A tal punto que hay un desprecio por la pobreza, por la vida humana pocas veces visto en la historia de este país. A tal punto que el presidente discrimina, grita, insulta y desmerece a personas u organizaciones solo por opinar distinto. Les dije en una entrada anterior que nuestros derechos eran innegociables. no me creyeron, no me hicieron caso, no me escucharon. Insultar sin argumentos, sin un debate enriquecedor y una mente abierta parece ser la nueva forma de hacer política en estos días.
Sé que esto puede parecer la queja de una niñita caprichosa y enojada. ¿Y qué? ¿Alguien tiene algún problema con eso? Alt+F4, CTRL+w o el botón de cerrar pestañas en el navegador solucionan el problema fácilmente. No se queden si no quieren, no se queden que nadie los obliga. Si algo no me interesa, no lo leo, no lo escucho. Pueden hacer lo mismo.
Pero en fin. Eso no es todo. Muchas veces a las personas trans nos cuesta expresar nuestra identidad frente a los demás por miedo al desprecio, a la discriminación. Pero eso es al principio. Cuando vas adquiriendo confianza vas dejando todo eso atrás. Te das cuenta que, sí, no sos una mujer como las demás. Sos una mujer con pene. Sos una mujer con apariencia masculina. Que si bien nadie tiene por qué asumir tu género sí deberían respetarte o preguntarte cuál es tu pronombre. Pero sos una mujer. Y de eso no te tendría que caber ni la menor duda…
Cambiaste muchísimo. No sos pero ni por asomo la persona que eras hace 10 años. Detalle no menor. No recuerdo la fecha exacta, pero 2014 fue la primera vez que fui a la psicóloga y le dije… Bueno, lo que está en la entrada más leída del blog. Lo que seguro todos o almenos la mayoría ya leyeron, si me vienen siguiendo desde hace rato o si se pasaron por aquí hace poquito.
Este viernes 8 de marzo me desperté con ganas de mirarme al espejo. Lo bueno es que tengo uno en el baño de mi casa. Lo malo es que no veo. Lo bueno es que podría intentar usar la aplicación con IA para sacar una foto y saber qué me devuelve. Finalmente no lo hice. ¿Por qué? No lo sé. Por miedo, ¿quizás? ¿Y si los demás tienen razón? ¿Y si no soy un hombre porque tengo actitudes, ropa y formas femeninas? ¿O si nunca fui ni voy a ser una mujer porque no tengo vajina, no menstrúo, tengo una voz masculina y me crecen pelos en la cara todavía?
Quizás se preguntarán cómo llegaste a esa conclusión. Qué fue lo que te hizo tanto daño como para llegar a dudar de vos misma. No puedo ni quiero contarlo. Ya el hecho de recordarlo todo y tenerlo presente en mi mente es suficiente para mí. Pero sí quiero contar que durante un tiempo bastante considerable, no sentí que tuviese un lugar de pertenencia en esta sociedad. Como si el país, no fuese hecho para mí, igual que no lo fue para Alicia.
Me hice el desayuno, trabajé como todos los días, mientras arreglaba con mi amigue cómo íbamos a ir y con quién o con qué orga. Porque la idea no era ir soles. Era bastante peligroso, según decían. Finalmente, nos anotamos para ir con Orgullo Disca. Tomamos las precauciones recomendadas y quedamos en encontrarnos allá. Estuvimos en contacto entre nosotres y con la gente de la orga. Finalmente, cuando estaba llegando me encontré a parte de les chiques yendo al escenario principal y me fui con elles. Mi amigue se quedó en el lugar de la ranchada, y la verdad, le costó mucho llegar.
La energía que se sentía era impresionante. Los gritos, los cantos, la gente, la lectura del documento con intérprete de lenguaje de señas.
Una vez finalizado, desconcentramos y fuimos al lugar de la ranchada. Durante y después de la marcha, me crucé con chiques que conocía y otres que no. Se armó un lindo grupito de camaradería, de complicidad, de sororidad.
Entre varias personas nos fuimos juntando para no volver soles. Ahí conocí a alguien muy especial que me cayó súper bien. Pero no tengo por qué contar eso…
Por último, terminamos con mi amigue yendo a una parrilla a festejar un lindo 8M, a su casa a charlar de la vida como siempre y a tomar un tecito a las 12 de la noche. Sí, un tecito.
Y ahí lo entendí. Ya saben, en su momento Me Lo Dijo el Tigre. Pero ahora me lo dijeron miles de personas en las calles. No estás sola. Nadie está sole. Si nos tocan, nos acosan, abusan de nosotres, nos violan o nos matan, nos cuidamos entre todes. Porque ninguna persona puede condicionarme. Nadie puede venir a decirme quién soy o a dudar de mí. Tengo los mismos derechos y merezco las mismas consideraciones que el resto de las personas, de las mujeres. Y porque aunque no se hable de ello, hay personas abusadoras, violadoras, manipuladoras y violentas con discapacidad. Y hay personas que sufren, sufrimos alguno o varios de esos tipos de agresiones y que también tenemos una discapacidad.
Nota: Aunque esta entrada terminé de escribirla una hora antes de su publicación, decidí programarla para que se publique justo el 12 de marzo. ¿Por qué? Acá está la respuesta. Muchas cosas cambiaron desde entonces. Mi vida, mi forma de escribir, mi vínculo con las personas. Pero hay algo en mí que sigue intacto: Soy transfeminista, socialista, interseccional. Y nunca nadie va a cambiar mis ideas y convicciones. Siempre voy a luchar por un mundo más justo e igualitario para todos, todas y todes.
Los peones no se convertirán en damas
La cucharita que faltaba. A pedido de algunas personas, y debido a que mi preocupación por el resultado de las elecciones paso 2023 me generó incertidumbre como a gran parte de la población, por supuesto, decidí escribir esta entrada para dar mi punto de vista. Además, cabe destacar que actualmente, dicha incertidumbre, ocupa el 33% de mi sesión psicológica semanal (el resto se divide entre mi historia con Nerea y otras cosas que ya conté). Y considerando que estoy también bajo tratamiento psiquiátrico, bueno, digamos que como me dijo una amiga, si el propio entorno no ayuda, más difícil se hace aún, el salir adelante.
Soy analista política desde siempre. Me preocupa que la gente pase hambre, desde que yo misma y mi familia, lo pasamos en los 90. Esta entrada, es un análisis de la situación política, económica y social actual, que sucede aquí en mi país, Argentina. Todo lo que van a leer a continuación, no es más que mi humilde opinión como ciudadana. No se le debe ser atribuida a ningún partido ni espacio político de ninguna índole. Habiendo aclarado este punto, comencemos.
Primero, quiero explicar el título de la entrada. Hace poco me compré un Ajedrez para ciegos. Supongo que lo correcto sería decir que es un ajedrez adaptado, ya que podemos jugar tanto personas que no vemos, cómo personas que ven. Bien, es un juego con el que me entusiasmé muchísimo, y al que le dedico bastante tiempo. Ayuda a reflexionar, a armar nuevas estrategias, a pensar, como me gusta a mí, y como estoy acostumbrada, con lógica. ¿Pero, qué tiene que ver esto con lo que dije al principio?
Pensemos en la situación política actual del país, como en un tablero de ajedrez. Cada uno, va haciendo sus propios movimientos, pensando su estrategia para ganarle al contrincante. Pero en este tablero imaginario, las cosas no son como en el convencional. Podemos observar 5 jugadores, que compiten por llegar a la casa rosada. Las blancas, las grises, las verdes y las negras por un lado, y como separándolos, podemos poner a los peones por el otro. ¿Y si los simbolizamos con el color rojo, estaría mal?
Sí, ya sé. Mi artículo es tendencioso. Obvio que lo va a ser. Es mi opinión, y mi sitio web, por ende, al menos hasta ahora, como dice Baglietto, “La censura no existe mi amor”. ¿Continuamos? En el juegotradicional del ajedrez, si un peón logra llegar al lado contrario, se convierte en alguna de las piezas especiales del tablero. Y sin duda, la pieza con más facilidad de movimiento, es la dama. Y es que claro, al convertirse en dama, adopta todos sus movimientos y características. Pero en la realidad, parece no ser así.
Oportuncrisis
Creo que no tengo que citar el capítulo de Los Simpson en el que Lisa le dice a Homero que en chino, la palabra crisis, significa oportunidad. ¿Y en nuestro caso, oportunidad para quién? Porque es claro que desde hace unos años, estamos en una crisis de la que no solo nadie nos pudo (o nos quiso) sacar, si no que además, fue empeorando cada vez más. Argentina pareciera estar girando en círculos bajo las mismas premisas, bajo los mismos de siempre. A pesar de ser los grandes actores y causantes del desplome del poder adquisitivo de la clase trabajadora, no solo se siguen postulando, si no que además, siguen ganando. La pregunta es: ¿Hasta cuando? Bueno, en realidad, así era. Hasta que un nuevo actor vino a patear el tablero.
Las verdes y el colmo de lo imposible
Una sociedad despolitizada, con hambre y cansada de vivir cada vez más para la mierda, harta de los mismos de siempre, son el cultivo perfecto para la aparición de personajes como este. Un tipo carismático, con un discurso en contra de los políticos tradicionales (la casta chorra y parasitaria) y con la promesa de llenar de dólares el país, ha sabido ganarse al 30% del electorado. Pero no solo es esto. Con ideas que retrasan años, en contra del feminismo, de las personas con discapacidad, de la identidad de género, de la legalización del aborto, de la enseñanza de la ESI en las escuelas, de la educación y la salud pública entre otros, si ganara, representaría un enorme retroceso para todos esos derechos que supimos conseguir. Y eso, es innegociable. Pero sigamos.
,Su candidata a vicepresidenta, es una acérrima negacionista del terrorismo de estado ocurrido entre los años 1974 y 1983. Para quienes leímos el nunca más, para quienes vimos la noche de los lápices, la fuga, y tantas otras series, películas y libros que nos cuentan la historia de aquellos años, para quienes vivimos la desaparición de Jorge Julio López en plena democracia, no solo es un insulto a nuestra inteligencia, si no, a nuestra memoria. No podemos permitir que personas con ideas tan nefastas nos gobiernen. Tenemos que ser partícipes de nuestros propios destinos, de nuestras propias decisiones. Tenemos que conservar los derechos que a pulso, y con la lucha de muchos compañeros y compañeras que estuvieron antes que nosotros, nos hemos ganado. Sus muertes, no tienen que ser en vano. Y ahora te preguntarás, ¿Entonces, qué hacemos?
Las negras, la seguridad y los jubilados
Esta mujer, no solo es responsable de la desaparición y muerte de Santiago Maldonado, Rafael Nahuel, y la doctrina Chocobar, 3 de los peores delitos contra la vida humana ocurridos en democracia, si no que además, formó parte de los peores gobiernos de nuestra historia en los últimos años. El de Macri, el de de la Rúa, el de Menem. Impulsó leyes en contra de los jubilados y los trabajadores, impulsó protocolos de libre represión a manifestantes por parte de la policía durante su cargo como ministra de seguridad de la nación, entre otras tantas cosas que podemos leer en su propia biografía en wikipedia.
Las blancas, y el síndrome del mal menor
Sin duda, teniendo una crisis económica como en la que nos encontramos actualmente, es obvio que cualquiera de estos 4 personajes, va a aplicar un ajuste al bolsillo de la clase trabajadora, ya sea para cumplir con los compromisos internacionales, como ya lo hizo este tercer candidato a presidente, o para dolarizar la economía, como pretende hacer el otro descarado. Sin entrar en la carrera política de este personaje, podemos decir que a pesar de que su política como ministro de economía haya sido nefasta y desastrosa, para muchos, es el nuevo mal menor. Sí, como lo hubiese sido Scioli en 2015, si no hubiese ganado Macri.
Las grises y la prueba de que estamos rodeados de viejos vinagres
Este cuarto candidato, no solo nos demuestra que la vieja política y rancia sigue ocupando un lugar en la escena nacional, si no que además, también podemos ver que continúan fragmentándose entre ellos, sin llegar a acuerdos para conseguir un consenso general, que les permita seguir haciéndose con el poder. Acá no sé qué pensaría Perón realmente, y no me interesa. Quizás, el día de mañana, podamos reflejar posibles pensamientos de seres ya fallecidos con la inteligencia artificial. Ya es posible clonar voces humanas. No me extrañaría. Pero mientras tanto, sigamos con los “vivos”, que de esos, ya tenemos bastante.
La historia prosigue pero amigo yo ya la vi
Si tenemos un poco de memoria, la incapacidad del radicalismo en los 80 para contrarrestar la crisis económica dejada por la dictadura militar, terminó en un estallido social en 1989, que propició la asunción del peronista Carlos Menem como presidente, incluso con el apoyo de partidos de izquierda. Tiempo después, este señor dijo: “Si yo hubiese dicho desde un principio lo que iba a hacer, nadie me hubiese votado”. El 1 a 1 (1 peso argentino igual a 1 dólar estadounidense) promovido e implementado por su ministro de economía, junto con la reducción del gasto público despidiendo a trabajadores, fue lo que hizo que la crisis, no encontrara punto de retorno. Privatización de empresas, privatización de las jubilaciones, entre otras medidas antipopulares, permitieron que en 1999, el radicalismo ganara de nuevo las elecciones. Pero claro, no se puede arreglar en un año o 2, o 4, lo que se destruyó en 10, aunque así se quisiera hacer, cosa que claro, no sucedió.
Un nuevo estallido social tuvo lugar en 2001, lo que dio pie para la asunción de Eduardo Duhalde como presidente, y posteriormente, los Kirchner. La bonanza económica de aquellos años, se debió a un aumento en las exportaciones, cosa en la que no solo se vio beneficiada la Argentina, si no todos los países de la región. Brasil y Venezuela, también con gobiernos populares, aprovecharon estos enviones para afianzar un espacio político propio. De ahí salió, el Nac&Pop (Nacional y Popular). Pero como tenemos “El karma de vivir al sur”, las buenas nuevas, no pueden durar para siempre.
La crisis financiera de 2008, fue desencadenando en los años posteriores, medidas antipopulares por parte de la entonces presidenta, Cristina Fernández de Kirchner. Esto no solo provocó el decaimiento de su espacio político, si no, la asunción de un jugador imprevisible.
Prometiendo una lluvia de inversiones que nunca llegó, endeudando al país por años con el préstamo más grande de la historia pedido al FMI (del que no vimos ni un dólar), con el caso de los “Panamá Papers” y las escuchas telefónicas de por medio, El gobierno de la alegría, bailando al ritmo de Gilda, llegó para dar un discurso que venía a “cambiar”, con que estábamos viviendo hasta entonces. Y sí, cambió. Pero para peor en el caso del pueblo, y para mejor en el caso de sus amigos empresarios. En 2019, las paso propiciaron de la mano de Alberto Fernández, y con una jugada de Cristina Kirchner que, sin ser simpatizante suya, logró mi admiración política, la victoria nuevamente del peronismo. La corrida cambiaria después de esas elecciones paso del 2019, perpetuada por el entonces presidente Macri, permitieron aún más la devaluación del salario.
Pero ahí, no estaba todo dicho. Con la gente festejando en la plaza de mayo el 10 de diciembre, se creía que la buena vida iba a volver. Pandemia de por medio, devaluación aún más fuerte de la moneda, imposibilidad de ejercer control de precios, inflación de más del 100% anual y leyes antipopulares como la ley de alquileres, el gobierno de Alberto Fernández, es uno de los más incompetentes que tuvimos. Sin embargo, como ya mencioné, un candidato propuesto por su espacio político, es quien más chances tiene de llegar a la presidencia.
Los peones rojos, no se convertirán en damas
Está claro que parte de la sociedad, está descontenta (y con toda razón) con las políticas económicas llevadas a cabo por los 2 últimos gobiernos más que nada, pero a mi parecer, no podemos dejar de lado que la crisis como ya dije, empezó muchísimo antes. Lo que realmente me preocupa, es que la izquierda no haya podido capitalizar en estos últimos 4 años ese descontento social para llevar a la clase trabajadora a una competencia más firme en la escena política.
Entendiendo a la izquierda
Hay que aclarar, que la izquierda no es un partido tradicional. Por ejemplo, vayamos al nombre del espacio político: “Frente de Izquierda y de los Trabajadores”. ¿Suena lindo, no? ¿Pero, quienes tienen noción realmente de la diferencia entre izquierda y derecha? Los partidos de centro derecha o derecha directamente, no tienen este tipo de nombres. El de Milei, para mí debería llamarse: “Frente de la Derecha y de la Sumisión al Imperialismo Yanqui”. El de pato, “Unión por Derecha para la Represión y el Ajuste”. El de sergio, “Frente de Derecha patriótico para los Empresarios”. Y el cuarto, no se me ocurre. Hasta acá llega mi imaginación. A lo que quiero llegar, es que con el uso de las palabras y el discurso político, disfrazan la verdad adornándola con algo biensonante, al estilo de los espejitos mágicos. Y gran parte de la sociedad desafortunadamente, absorbe esos discursos. Aún así, atribuir el medio triunfo de la derecha solo a la semántica, sería por mi parte un grave error. La criminalización de la protesta social, la demonización de la izquierda por parte de casi todo el arco político independientemente del partido al que pertenezcan (al estilo de la comuna de parís) hace que sean estos los malos de la película, por ser violentos, por estar en contra del resto, y hasta por usar IPhones o comprar dólares, entre otras ridiculeces.
Lo cierto es que los partidos de izquierda, están para concientizar a las minorías y a la clase trabajadora en su conjunto, sobre los derechos que tienen, para conservarlos, y los que aún no saben que deberían tener, para luchar por ellos. Pero evidentemente, esto no es tan fácil, si la derecha continúa ganando terreno. Una salida por derecha como la que se plantea con Milei, si logramos sobrevivir como una nación independiente, traería 4 años después, en una nueva posible salida peronista, como ocurrió en 2015, como está ocurriendo ahora. Por esto que decía anteriormente, del síndrome del mal menor. La porción de la sociedad que está realmente politizada, sí vota de acuerdo a sus ideas y convicciones. Pero ni son los muchos, y además, en los casos en los que pueden elegir entre varios candidatos, deciden votar a este mal menor.
Una persona que hace muchos años hizo campaña por el peronismo, me contó que en esas elecciones, había votado a los comunistas. Porque no iba a votar a todos esos chorros de mierda. Y se mantuvo en su postura hasta el 2015, cuando decidió votar a Scioli, para que no asumiera Macri. Y no es el único caso. Todas esas personas saben que la izquierda no va a ganar como partido. Pero sí comprenden las implicancias que conlleva tener una ideología socialista. En este sentido, sí se puede decir que son personas politizadas y con conciencia de clase, a pesar de su elección en el cuarto oscuro. Pero claro. Eso es para elecciones generales, o más precisamente para el balotaje. En las paso, sí se suele demostrar su convicción política. Y ahí es donde me preocupa que, a pesar de conservar su base electoral, la izquierda no haya capitalizado alguna porción del electorado, para incrementar su participación y seguir enfrentando al establishment.
Algo está por llegar, algo está por venir…
Lo que va a suceder en octubre, es sin dudas el peor de los pronósticos. O gana Milei, o gana la represora, o gana el mal menor. Ninguno de los 3 candidatos con mayores probabilidades, tiene un plan que incluya la mejora de la calidad de vida del pueblo. Es más, todo lo contrario. Porque más allá de dolarizar la economía o no, sí es cierto que quienes nos manejan y nos van a seguir manejando la agenda económica y social suba quién suba, es nuestro “bien amado” Fondo Monetario Internacional. Y es que, si vos pedís plata prestada, el prestamista es quien pone las condiciones para su devolución. Pero eso no es todo. Los que reniegan de la casta chorra y parasitaria, no solo llegaron a donde están ahora de la mano de sus amigos empresarios, si no que además, están a favor de las políticas implementadas por un tal… Domingo, ministro de economía de los 90, y en la última parte del gobierno de la alianza. Sí, así es. El señor que implementó el tan recordado, corralito financiero. Hay nombres que no deben pronunciarse, porque traen mala suerte. Y si bien no soy supersticiosa, para ciertas cosas, es creer o reventar.
Ahora, recapitulemos. El candidato a presidente, es admirador de las políticas implementadas por ese ministro de economía de los 90 y responsable del corralito del 2001. Y su candidata a la vicepresidencia es una acérrima defensora de la teoría del supuesto terrorismo comunista que asoló nuestro pobre país, y que la fuerza militar en su conjunto, tuvo que erradicar por el bien de la patria. Entiéndase el sarcasmo, por favor.
Pero mucho más allá de nuestros derechos, que como ya dije son innegociables, lo que vayan a hacer económicamente, definitivamente va a afectarnos como sociedad. En el peor de los casos, nosotros mismos o amigos, conocidos, familiares y personas a las que queremos mucho, podríamos quedarnos sin trabajo. Y no podemos permitir que sigan degradando la calidad de vida del pueblo trabajador en beneficio de los empresarios, los acreedores extranjeros, o sus propios bolsillos. El clásico “roba pero hace”, se tiene que terminar. Pongamos un ejemplo. Vos tenés una casa que mantener, y te endeudaste con las tarjetas de crédito. Lo lógico sería pagar las cuentas. Pero no si para eso, te quedás sin comer. Porque si es así, entonces “la casa no está en orden”. Además, hay que destacar que gran parte de esa deuda externa, corresponde a la privatización de deudas de empresas durante la dictadura. Es como cuando el tesoro de Estados Unidos le prestó dinero a los bancos durante la crisis financiera de 2008, para disminuir un poco su impacto. La principal diferencia, es que ellos tienen con qué, aunque sea de igual forma, con los impuestos pagados por el pueblo. Nosotros, no solo no tenemos esa cantidad de dinero, si no que tenemos que comprender, que esa deuda no fue contraída por el pueblo. Y por ende, no es este quien tiene que pagarla.
Creo que tenemos que entender y explicar, que la gente que ven en las listas de esos candidatos, son los mismos que vienen gobernando u ocupando un lugar como supuestos servidores públicos durante los últimos 20 a 40 años. Que formaron parte de alguna u otra manera de todos los gobiernos. Que siempre se asociaron al empresario que mejor concuerde con sus intereses. Que dieron beneficios a militares condenados por delitos de lesa humanidad. Que mantienen en las fuerzas policiales a muchos de los oficiales de aquella época. Que reprimen a los manifestantes que protestan por una mejor calidad de vida. Y porque dijimos como sociedad, “Nunca más un 24 de marzo de 1976”. Pero para todo esto, tenemos que informarnos, politizarnos, prestar atención, analizar, leer sus propuestas, y recién después, ir a votar. Porque, sí. Ahora mismo, los peones no se convertirán en damas. Pero si todos aportamos un granito de arena, estoy segura que en algún momento, va a pasar. Y ese va a ser el verdadero jaque-mate. Una sociedad en la que cada uno de nosotros, tenga voto y participación sobre cualquier decisión. Como dijo Rosa Luxemburgo: Por un mundo donde seamos socialmente iguales, humanamente diferentes y totalmente libres.
Ni una más
Palabras que te pegan como un huracán,
Miradas que no sabes bien a dónde van,
Dime qué pasaría si no hubiera nadie.
Siguiendo mi camino, yo sé a dónde voy,
Sintiéndome insegura y aunque no lo soy,
No ver tus intenciones me hace vulnerable.
Fragmento de la canción Ni una más de Aitana.
Sinceramente, no sabía como empezar esto. Pero sabía que algo, tenía que escribir. Ya me había quedado como un pendiente personal, escribir algo por el 8M. Pero la verdad, estuve con tantas cosas en mi cabeza toda la semana, que no pude dedicarle el tiempo que hubiese querido. Y lamento muchísimo estar escribiendo hoy, en estas circunstancias. Porque esta vez, no estoy escribiendo para ofrecer simplemente un punto de vista, aunque la categoría que elegí, así lo indique. No estoy escribiendo para expresar una opinión, una reflexión, un pensamiento. Esta vez, estoy escribiendo para expresar mi enojo. Mi más puro y sincero enojo. Un enojo visceral, que me sale del centro de las entrañas, y se propaga por todo mi cuerpo.
Aitana, como tantas otras artistas que han tocado este tema en miles de canciones, lo expresan muy bien. Estoy cansada. Muy cansada, de terminar escuchando siempre las mismas historias. De que nos, sí. Nos, y me incluyo, nos pasen siempre las mismas cosas, o similares. A todas. Por ser mujeres, por tener una discapacidad. Por ser, como dice ella, vulnerables. Incluso más que el resto. Y sí. No lo voy a negar. No está en la agenda pública de nadie. Las organizaciones feministas en general, no nos tienen en cuenta. Somos nosotras mismas desde orgas de mujeres con discapacidad, quienes tenemos que levantar la mano para hacer oir nuestra voz. Y eso cansa. Cansa, y mucho. La verdadera sororidad, no siempre está en las que organizan una marcha, las que leen un documento que, en muchos casos, no llega siquiera a ser un consenso. No, no. Muchas veces, está en la amiga que te ofrece que le compartas tu ubicación cada vez que vas a ir a un lugar que no conocés, o a encontrarte con alguien desconocido. Está en la que te llama si siente que te pudo haber pasado algo. A la que podés recurrir si te sentís amenazada, y que sabés que va a estar del otro lado por cualquier cosa. Para ayudarte y acompañarte si está cerca, o para hablar con vos, para que le escribas, para escribirte, si está lejos. Y con esto no quiero renegar ni desacreditar el trabajo de nadie. No, no es mi objetivo. Solo que me pongo a pensar, ¿Donde están esas organizaciones cuando a nosotras nos pasa algo? ¿Donde están esas mujeres cuando necesitamos ayuda?
De todas las mujeres con alguna discapacidad que conozco, creo que al menos el 95% ha sufrido algún tipo de violencia de género en la calle. Desde intentos de robo, hasta… violaciones directamente. Pasando por todos los puntos intermedios. Y la pregunta es, ¿Donde podemos ir? ¿Qué podemos hacer si nos sentimos amenazadas? ¿Con quien podemos contar? Muchas veces, solo con nosotras mismas. Eso, es lo terrible.
Supe de 2 casos en los últimos meses, que me han marcado mucho, por ser de amigas muy cercanas. Pero no son los únicos, ni los primeros, ni los últimos. Por suerte (si se puede decir eso en algún sentido) las cosas no terminaron mal. Pero el trauma que se le genera a una mujer que sufre un ataque en la calle, por mínimo que sea, es muy fuerte. Imagínense una mujer con discapacidad, a la que además, por su propia indefensión, no puede discernir incluso, hacia donde debe correr, en caso de peligro. Hay mujeres que fueron secuestradas en autos, y lograron saltar de estos en movimiento, con el peligro que eso conlleva. ¿Una mujer con discapacidad, podría hacer lo mismo? Lo veo poco probable. En estos 2 casos que comento, la reacción principal de ellas, fue correr, y llegar lo más rápido que pudieran, a pedir ayuda a quien sea. Pero… ¿Sería posible hacer eso en todos los casos? ¿Como reaccionamos cada una de nosotras ante situaciones límites? Y otra pregunta más… ¿Cual es la verdadera solución a estos problemas?
De vuelta. Yo no hago esto para menospreciar, ni mucho menos, todo lo que se hace desde los movimientos, marchas y organizaciones feministas en general. Pero sí creo, que no es suficiente. Sí creo, que hay que hacer algo más. ¿Qué? Realmente no lo sé. Pero sí sé que ni siquiera con tener un ministerio de las mujeres, alcanza para erradicar la violencia de género. Porque hay un problema principal en todo esto. Y ese problema, no tiene que ver exclusivamente con nosotras. Tiene que ver con una cuestión sociocultural que, si bien se ha venido modificando en los últimos años, y a grandes pasos, para ser totalmente honesta, todavía falta mucho por hacer. La cuestión, del machismo implícito en la sociedad en general. El creer que por ser hombre, podés tomarte libertades que evidentemente, no te corresponden. Y de las que claramente, no tenés conciencia de cuanto pueden perjudicarnos. O si acaso la tenés, pareciera no importarte. Con esto, tampoco voy a caer en el feminismo extremo, en el que le hecho la culpa al hombre y nada más. No, no es así. Pero sí hay una realidad que no puede negarse. Y es que ellos no tienen que cuestionarse a qué hora salen, a qué hora llegan, como van vestidos, quien los ayuda a cruzar. Nosotras, tenemos que cuestionarnos eso en todo momento. ¿Estamos saliendo muy provocativas? ¿Estamos mostrando demasiado? ¿Estamos dándote pie a algo más, solo con decirte nuestro nombre? No, realmente no. Pero es como vos lo interpretás. Y acá estoy hablando de situaciones puntuales, de extrema violencia. Porque, sí, aunque no haya un golpe, aunque no haya directamente una amenaza física, las palabras, también son agresiones. Y en muchos casos, muy fuertes. Pero, también podemos hablar de otros casos. Del acoso en redes sociales, del creerse que porque te acepté una solicitud de amistad, o dejé que me sigas en las redes ,te estoy dando luz verde para otras cosas, entre otros cientos de miles de situaciones en las que, solo por el hecho de ser mujeres, estamos mucho más expuestas. Me resulta triste que en pleno 2023, tengamos que seguir haciéndonos este tipo de cuestionamientos. Me resulta indignante, que todavía tengamos que apoyarnos en nosotras mismas.
Una vez, una amiga me contaba que tenía que encontrarse con un chico que… <la había agredido en el pasado. Las razones no importan. Pero tenía que hacerlo. No tenía otra opción. La reacción de sus amigos varones, fue, “hu, qué cagada negri”, y preguntarle después de 3 horas, si estaba bien. La reacción de sus amigas mujeres, fue “reportate cada media hora, y compartinos tu ubicación”. ¿Se entiende? ¿Más clarito le echo agua, no?
Tengo un grupo de amigas con el que nos compartimos ubicación, cada vez que cualquiera de nosotras, se encuentra en algún tipo de situación en la que pueda llegar a estar en peligro. Pero como explicaba, en el caso de mujeres con discapacidad, el peligro puede suceder en cualquier momento. No podés saber quien te está ayudando a cruzar la calle, ni con qué intenciones. ¿Y qué vas a hacer? ¿Compartir tu ubicación en todo momento con alguien? ¿Vestirte un poco más “decente” para que no se fijen en vos? ¿Enserio? No, no me parece justo. Son ellos los que tienen que cambiar. Es la sociedad la que tiene que ser educada para transformarse en una sociedad diferente. Con personas diferentes. Lo estamos haciendo bastante bien con las nuevas generaciones. ¿Tendremos éxito realmente, al final del camino?
Tampoco voy a darle el crédito a las fuerzas de seguridad. Bien sabemos que en la mayoría de los casos (ley Micaela mediante incluso) la justicia y las fuerzas policiales en sí, han entorpecido el camino, muchísimo más de lo que lo han allanado. Sí no voy a negar, que es a quienes tenemos que recurrir en caso de peligro. Pero eso no quiere decir, que esté de acuerdo con confiarle mi seguridad, a desconocidos que, en muchos casos, incluso han revictimizado a mujeres.
Hay quienes deciden tomar sus propias medidas de seguridad. No estoy hablando de que todas y cada una de nosotras, portemos un arma. Además de que una ciega con un arma, es tan peligrosa como un mono con navaja, como bien lo dice el dicho. Pero sí, podemos optar por dispositivos que nos ofrezcan, cierta seguridad. Yo no voy a recomendar ninguno en particular, porque aún no los he comprado. Pero una amiga sí lo hizo, y me pasó el contacto. La gente de Mamá Llegué, ofrece varios productos que se adaptan a los gustos y necesidades de cada persona. Revísenlos, y vean cual es el que prefieren. Quizás, y solo quizás, no debería estar yo haciendo este tipo de recomendaciones. Pero vamos, de nuevo. Tener un arma no es lo mismo que tener un llavero con alarma, que puede incluso conseguir que el potencial agresor se asuste, y se vaya.
¿Y acá es donde se preguntarán, por qué estás escribiendo esto realmente entonces? Ya se los dije. Porque estoy enojada. Porque no puede pasarle esto a una chica que lo único que hace, es salir a pasear un fin de semana. No puede pasarle esto a otra que lo único que hizo, fue llegar a su casa de trabajar a la noche. Pero principalmente, y esto lo resalto con mayúsculas, NO PUEDE PASARNOS ESTO, A NINGUNA DE NOSOTRAS, Y BAJO NINGUNA CIRCUNSTANCIA. Basta, ya basta. Nos queremos vivas. Nos queremos libres. Nos queremos independientes. Nos queremos fuertes, valientes, decididas. Queremos vestirnos como se nos cante, y cuando se nos cante. Queremos disfrutar de la vida como cualquier otra persona. Sin miedo. Sin culpa. Sin presiones sociales y culturales de ningún tipo, sobre nuestro aspecto, apariencia, género, discapacidad, ni nada de lo que nos haga diferentes.
Tal vez, y solo tal vez, no haya sido una casualidad que justo este sábado a la mañana, el aleatorio me haya despertado con esa canción que puse acá al principio, y que como apagué la alarma y volví a quedarme dormida, luego lo haya olvidado. Cuando a la tarde me contaste lo que te había pasado, lo recordé. Pero más allá de esas cosas flasheras del universo, sabé vos, y cualquiera, siempre, que como dije en artículos anteriores hablando de este tema, pueden, podés contar conmigo cada vez que te pase algo, cada vez que lo necesites. Que voy a estar ahí para vos, para todas. Que si nadie más está, al menos, entre nosotras, sí estamos. Entre nosotras, sí nos cuidamos, sí nos protegemos. Porque, sí. Entre nosotras, independientemente de todas aquellas ideas, opiniones y pensamientos que nos diferencian, sé, que como dije, vivas nos queremos.
Como hacemos que cualquier mirada,
Siempre esté librada,
De interpretaciones.
Que ni una más deba permanecer callada,
Que ni una más sufra por dobles intenciones.
Quise
Texto de Luna Romano. Publicado con su permiso. Actualizado el 13/03/2023.
quise desenredar de mi lengua palabras
quise
quise
quise
toda yo
toda otros
quise por deber
por ser ella
sin entender lo que significaba
la mancha azul en las propagandas de apósitos
las piernas cruzadas
las miradas ajenas
el arco lacerando mis pechos
quise sosegada
controlando la voz
con hambre
muda
y en juicio
sin querer quise pensándome sin sangre
sin deseo
inmóvil
y en calma
Hoy sabiendo que no puede acortarse mi cuerpo
Quiero
sabiendo
toda yo
toda heridas
abiertas
vivas
Heridas y Vivas
El mal querer de Flamenca y Rosalía
Alerta spoiler. El presente artículo es una reflexión propia a partir de la lectura de la novela “El romance de Flamenca”, escrita por un autor anónimo en el siglo XIII, y del álbum El mal querer” de Rosalía, publicado en 2018. Si bien, no es necesario leer el libro, sí recomiendo escuchar el mencionado trabajo discográfico, antes de continuar leyendo, debido a que aquí se encuentran apreciaciones propias que podrían condicionar la opinión de quien lo escuche posteriormente. Para hacerlo, pueden saltar al título de fuentes y enlaces directamente, y clickear en el de Spotify o Youtube, como mejor lo prefieran.
Sin dudas, uno de los mejores álbumes musicales de los últimos tiempos. Y una de las mejores artistas, más allá incluso de las críticas que han dado que hablar en estos más de 3 años de su desembarco en la escena musical internacional. Rosalía, y su “Flamenca”.
“el mal querer”, fue el segundo trabajo discográfico de la artista española Rosalía. El mismo, fue realizado en el marco de una tesis, para especializarse en el cante flamenco. Desde la propia comunidad gitana, se la ha criticado entre otras cosas, por apropiación cultural. Pero no se puede negar, que vino a darle a la música, un nuevo ritmo, una nueva forma de escuchar varios estilos, fusionados de forma tal, que ya en su lanzamiento, superó récords de reproducción no solo en listas españolas, si no en varias partes del mundo.
De mi parte, solo puedo decir que se ha convertido en el disco que más he escuchado desde que una amiga me lo mostró, allá por enero de 2019, y en uno de mis discos favoritos. Y es que, su riqueza musical es tal, que cada vez que lo vuelvo a escuchar, encuentro algo nuevo. Un sonido, una voz, un instrumento oculto… Pero no vengo en sí a hablar de mí, si no de ella. De Flamenca, de Rosalía.
Como ya se sabe, dicho álbum está inspirado en una novela escrita alrededor del siglo XIII, llamada “El romance de Flamenca”. El libro batió récords de venta también, a partir de la publicación del álbum. La novela, cuenta la historia de Flamenca, una mujer cuyo padre la casa con un noble caballero de nombre Archimbaud de Borbón, mayor que ella. Cabe destacar que el casamiento es con consentimiento de ella. Este, una vez casados, a partir de celos infundados por la reina, decide encerrarla en una torre junto a 2 doncellas, quedándose él como guardián en la puerta de la misma, no pudiendo confiar en nadie más, debido a sus celos tan fuertes. Este se deja estar, a tal punto que, cuya apariencia, sumada al hecho de su encierro, le produce rechazo a Flamenca. Otro noble caballero de nombre Guillermo, quien se enteró del encierro de Flamenca, y de su fama y belleza, se enamora de ella. Y, sin spoilear toda la historia, por el momento solo diré que se pone como objetivo, el conquistar y enamorar a la misma, utilizando tretas y argucias, con un cuarto personaje principal, en este caso abstracto, quien aparece en la historia como “El Amor”. Rosalía, se inspira en los celos, en el concepto del Amor, y en ese triángulo amoroso, para traernos a Flamenca, al siglo XXI. La forma en la que lo hace, es magnífica. En este artículo, me propongo desentrañar esa novela. No la del siglo XIII, si no la del siglo XXI. La novela musical de Rosalía.
Debido a que no los conozco en su totalidad, porque por obvias razones no puedo verlos, y porque no tuve la oportunidad de que me los describieran, no voy a hablar de los videos. Solo mencionar que, según lo que leí, tienen una impronta con influencias religiosas, con referencias al arte, y por supuesto, al tema que, con tanta pasión, toca durante todo el disco. La violencia de género, el machismo, los celos. Voy a hablar de cada capítulo de esta novela musical, sin mencionar los temas en sí, y explicar lo que para mí representa, esta maravillosa obra de arte. No voy a copiar fragmentos de las letras, ya que no tengo conocimiento de si puedo hacerlo, sin violar derechos de autor. Y bueno, como todo el contenido de KathWare está bajo una licencia creative commons, en fin, que quiero tener la libertad de hacerles llegar estas reflexiones, sin tener problemas.
El mal querer
Augurio: es el primer capítulo de la novela. En este, nos cuenta una especie de presentimiento de lo que va a suceder durante el resto de la historia. A través de recursos literarios como los miedos infantiles, el miedo a la oscuridad, a las voces en la escalera, a los ruidos nocturnos, Rosalía nos introduce en el mundo de esta joven, quien comienza a crecer y prepararse para su inevitable destino. Aquí ya podemos comenzar a conocer a nuestra flamenca, a través de su descripción. Sabemos que es una joven que posee joyas. Esto, aunque no es determinante, nos indica que, al igual que la de la novela, es una mujer de un buen poder adquisitivo.
Boda: el segundo capítulo. Ya nos estamos metiendo de lleno en la historia. El casamiento de nuestra Flamenca. Acá reafirmamos su pertenencia a la alta sociedad, es decir, la posesión, y/o posibilidad de elegir, como claramente nos cuenta ella misma, los tipos de joyas que prefiere. La del siglo XIII, es hija de un conde. El caballero con quien se casa, es también adinerado y de gran fama. A tal punto llega, que según nos cuenta la historia, la celebración es de las más hermosas que se han visto. Volviendo a la actual, se empieza a notar, el machismo y los celos del novio. El pretender silenciar a quien no esté de acuerdo con dicha celebración. La arrogancia de considerarse tan imprescindible, que afirma, de forma muy presumida por su parte, que ella llegaría a matarse por él. Pero además, podemos encontrar alabanzas hacia ella, a su belleza. El complacerla con regalos y cumplidos.
Celos. Tercer capítulo. Una disertación entre ambos. Claramente podemos iniciar aquí, el nudo de la historia. Celos no solo obsesivos, posesivos. Si no que también, extremadamente ilógicos. El oro que la cubre, el aire levantándole el pelo. Celos ya no solo hacia las personas, sino incluso hacia ella, hacia su propia belleza. Con el miedo a que se escape, a que lo deje. Como si fuese su posesión, su propiedad. Ella, sintiéndose observada en todo momento por él. Ya, perdiendo su libertad.
Disputa. El cuarto. Volviendo al siglo XIII, podríamos decir que es aquí donde él encierra a flamenca en la torre. En la del siglo XXI, sin duda, la parte más fuerte de esta novela. Sus celos lo llevan a ejercer violencia ya no solo psicológica, si no también física y directa hacia ella. El autoconvencimiento de que, es ella quien provoca esas reacciones de su parte. Que él solo cumple con el deber de hacer que ella lo respete. Acá, los efectos sonoros de la canción, el tono con el que la canta, e incluso la sonoridad de la voz, juegan un papel más que importantísimo. Los gritos de él, el llanto de ella, el sufrimiento, la reacción… Todo, conforma un conjunto de cosas que, realmente te hacen sentir esa violencia, como si fueses vos, quien la está padeciendo.
Lamento. El quinto capítulo. Es aquí donde ella, se lamenta por el destino que le toca. Por verse y sentirse encerrada, apartada del resto del mundo. Por pensar que no tiene escapatoria. Que deberá sufrir su destino, aunque reniegue de él. Es una canción con una tristeza absoluta. Ya aquí es ella, quien tiene la palabra, quien logra expresar sus emociones.
Clausura. Capítulo sexto. Un recitado que, nos cuenta un poquito más de lo que siente, pero con un pequeño detalle. Habla de 2 ángeles. Si regresamos a la Flamenca del siglo XIII, podríamos decir que se refiere a las doncellas que la acompañan en su encierro. Pero, Rosalía decide aquí, tomar otro rumbo. Y más adelante, lo veremos con más claridad.
Liturgia. Séptimo capítulo. Rosalía hizo esta canción, inspirada en Bagdad, un reconocido club erótico de Barcelona. En esta oportunidad, podemos ver a nuestra Flamenca a las afueras de dicho club. Invisible para los demás. Desolada, triste. Casi desesperada, implorando una solución a Dios. Es como una mezcla entre el cielo que anhela, y el infierno en el que está viviendo. Creo que incluso la elección del club en cuestión, reafirma esto, al tratarse de un lugar, considerado por la religión, como pecaminoso. Como adicional, tenemos una mínima descripción física de ella.
Éxtasis. El octavo. A diferencia de la novela del siglo XIII, en esta oportunidad, es aquí recién donde aparece el tercero en discordia, por decirlo de alguna forma. Y, de hecho, no se le da participación, más que en esta canción. Podemos encontrar a una Flamenca distinta. Entregada de pleno a esta aventura con su amante. Sabiendo que tienen que cuidarse, que su relación, debe permanecer oculta. Aún así, disfrutando sin tapujos de este nuevo amor. Con un cúmulo de sensaciones que, se entiende, no había vivido antes. Haciendo hincapié, como podemos ver a lo largo de la canción, en la pronunciación, de su nombre. Es decir, con un protagonismo más marcado, con una autoestima, muchísimo más alta.
Concepción. Capítulo noveno. Aquí, es donde al fin revelamos el misterio al que hacíamos referencia en el capítulo 6. Los ángeles con los que subió desde el infierno. Podemos asumir que se trata de niños. Tal vez, un embarazo no deseado de su marido. Sabemos que estos hijos, son producto de una relación tóxica, una relación en la que ella, sufrió muchísimo. Intenta dormirlos con una canción de cuna, pero con una tristeza muy marcada, por los sentimientos encontrados que esto le provoca. Y con esta canción, se podría decir que ya comenzamos el desenlace de la historia.
Cordura. El décimo. Es lo que nuestra flamenca del siglo XXI, pierde en esta canción. Entiendo que la instarían a que continúe su relación, con el padre de sus hijos. Diciéndole que, sin él, no tendría futuro. Pero ella, no puede continuar viviendo así. Sufriendo por la violencia, por el amor que la espera afuera… Y, nuevamente con efectos sonoros alucinantes, y con una valentía muy pocas veces vista, lo mata. Se hace fuerte, se revela, aunque tenga todo en contra. Se libera al fin de las cadenas que la tenían prisionera. El estribillo, es para mí una de las frases más significativas de todo el disco.
Poder. El último. Y sí, como su nombre lo indica, no podría tratarse de otra cosa. Ya nunca más, ningún hombre va a lastimarla, va a dañarla, va a condenarla. Solo se debe a su Dios, y a nadie más. Un resumen de gran parte de la historia, en una pequeña canción, hecha solo con un coro de voces. Un recuerdo que, si bien causa sufrimiento, nunca se va a borrar de su mente, de su cuerpo, de su alma.
El mal querer. Es el nombre del álbum. Pero también nos puede llevar a reflexionar el por qué de ese nombre. Dicen, que quien te quiere, no debe lastimarte. Por consiguiente, si lo hace, es porque realmente, no te quiere. Por otro lado, también hay quienes afirman que incluso esa, es una forma de querer. Retorcida, sí. Pero que lo es. Se podría decir que hablamos de eso, cuando nos referimos a este título. Pero en realidad, yo creo que no. Que en este caso, Rosalía se refiere al “Mal querer” de ella. Al hecho de que, como dijimos, ella quiso, pero recibió de él solo violencia. Y que cuando luego intentó querer de nuevo, aunque pareció funcionar, debido a que no podía ser libre, no logró querer verdaderamente. Por último, podemos aplicar esta premisa al querer que parece profesar a sus hijos. Productos de un amor-odio, no sabe bien, como expresarles lo que siente. Y les deja, solamente este “Mal Querer”. Incompleto, triste, vacío. Como detalle adicional, sobre el disco en sí, quiero destacar, que las referencias a Dios y a la religión, son más de las que aquí menciono. Ella plantea a Dios como una especie de amor también. Un amor diferente. Uno mucho más presente en su vida. Es similar a como se plantea originalmente, en la novela del siglo XIII.
Conclusión
Sería injusto de mi parte, pretender que este modesto artículo sea considerado siquiera como un resumen del álbum. Y es que, como ya mencioné, la calidad musical, las letras de las canciones, su propia voz, en fin, el arte en cada detalle es tal, que me resulta imposible escribir algo que realmente le haga justicia a tan maravillosa obra. Además, como también mencioné, no puedo ver los videos, por lo que, entiendo me estoy perdiendo de parte de ese arte. Por último, ya un youtuber, hizo un análisis musical bastante completo, por lo que hacer otro, no me parecía correcto. Incluso sé, que él tiene muchísimos más conocimientos musicales, como para poder darse a esa tarea.
Es muy probable que haya quienes no estén de acuerdo con mi visión. Y que haya cosas en las que no coincidan para nada. Incluso, puede que, hasta la propia artista no esté de acuerdo con algo. Y en mi forma de verlo, todo punto de vista u opinión, es aceptable. Esta solo es, como ya lo dije, una opinión personal. Pura, y exclusivamente mía. Mi objetivo al escribir y publicar este artículo, es compartir con ustedes mis pensamientos y reflexiones sobre un disco que, me cautivó desde la primera vez que lo oí. Es, simplemente una forma de hacerles llegar a mis lectores, mi propia interpretación sobre una obra que, toca de una forma en la que yo jamás había escuchado antes, temas tan presentes y actuales como la violencia de género, el machismo, los celos, el amor tóxico. Con letras muy fuertes, alternándose en ocasiones en la misma canción, como si fuesen él y ella quienes hablan. Mi intención, fue además, una vez leí la novela, hacer una comparación entre ambas. Es decir, meterme de alguna forma en la mente de Rosalía, para tratar de entender, como es que una novela escrita hace 700 años, lleva a una artista actual, a hacer un álbum entero, inspirado en ella. Y, si bien no tengo la certeza de haberlo logrado, tal vez, y solo tal vez, no esté tan lejos.
Fuentes y enlaces
Para finalizar, les dejo algo de información para que conozcan un poco más a Rosalía, y en parte, en la que me basé para hacer esta pequeña publicación. No suelo hacer reseñas de nada, como dije en entradas anteriores, pero después de haber leído la novela, creí que era hora de hacerlo. Espero les haya gustado.
escuchá El mal querer en youtube.
Escuchá El mal querer en spotify.
El Romance de Flamenca. Novela en lengua occitana, escrita durante el siglo XIII, por un autor anónimo. Se desconocen tanto el principio como el final de la historia.
ROSALÍA: Lo que nadie está diciendo sobre EL MAL QUERER | Jaime Altozano.
Rosalía te cuenta los secretos de su disco El mal querer.
Flamenca, la novela del siglo XIII que inspiró el nuevo disco de Rosalía.
Rosalía y el origen literario de ‘El mal querer’ en la novela medieval ‘Flamenca’.
ROSALÍA – EL MAL QUERER Lyrics and Tracklist | Genius.
Cambios profundos
Unas semanas atrás, una amiga mía publicó en su blog un artículo que removió muchas cosas en las personas que lo leyeron. El artículo en cuestión pueden encontrarlo acá, y habla de, si los hombres ciegos son o no, realmente angelitos como los considera la sociedad. De si, por el hecho de ser ciegos, tienen derecho a tocar a una mujer, ya sea discapacitada o no. En mi caso, quise aportar mi mirada, tomando como punto de partida, el hecho de que antes, estuve de aquel lado del mostrador. Recomiendo que, si no lo leyeron, entren al artículo primero, y luego continúen con esta publicación.
Desde chica, pero aún más en la secundaria, tenía la convicción de que, por ser hombre, tenía que actuar bajo ciertas reglas, bajo ciertas costumbres. Nunca me cuestioné si esto estaba bien o no. Solo lo hice, porque, en muchos casos, era divertido, y, para qué negarlo, tenía su grado de satisfacción. Reírse de chistes machistas y homófobos, hacer chistes degradando a las mujeres, entre otros. Recuerdo que, hace poco, cuando volví a hablar con una amiga de aquella época, ella me dijo. ¿Vos? ¿Trans? ¡Si no hubiese sido porque sentaste cabeza con una familia, yo pensaba que ibas a ser el “gallo ponedor” de la clase! Y no es casualidad, que ella me haya considerado así. En la secundaria, creamos un personaje con mi bastón blanco, llamado el “bastón-Tito”, o el “Bas-tontito”. Este personaje, por supuesto en la mayoría de los casos direccionado por mis compañeros varones, atacaba a las compañeras por detrás. Claro que, ellas en ocasiones, podían obtener su venganza, pagándoles con la misma moneda. También, mis compañeros tomaban mi mano y la dirigían hacia los pechos de una compañera. Y yo, no me negaba. ¿Por qué hacerlo? ¿Qué tenía de malo? El decir que una compañera parecía “fácil”, o tenía “más carrera” que otra, era moneda corriente. El acosar a mujeres en las fiestas, o boliches, las pocas veces que fui, también era algo común. La excusa del “disculpame, no te vi”, era algo habitual en mí. Las clasificábamos como quien va al super a comprarse un paquete de fideos, una caja de leche, y elige la marca que le gusta. Por supuesto, esto continuó siendo así durante gran parte de mi vida. Siempre los chistes machistas, las comparaciones entre unas y otras, la caracterización de como se vestían, se comportaban, lo que decían o lo que hacían. La crítica, la burla, el menosprecio solo, por ser mujeres. Es lo que la sociedad nos enseñó que teníamos que hacer, lo que me enseñó que tenía que hacer. ¿Por qué habría de cuestionarlo?
Por otro lado, y en contraposición a lo expresado anteriormente, en muchas otras ocasiones, estas charlas con los varones sobre las mujeres, me aburrían. Siempre tuve muchas más amigas mujeres que amigos varones. Y, aunque en ocasiones fue porque; sí, quería tener algo con ellas, en muchas otras no. Siempre se me hizo más fácil hablar de temas que me interesaban, como música o literatura, con ellas que con ellos. Muchos de los temas que ellos hablaban, como deportes, a mí no me interesaban. Jamás me gustó el fútbol, más allá de la sensación que causan los mundiales. No me interesan ni el boxeo, ni los autos… Me gusta leer, escribir, el arte, y escuchar música. Es por eso que los temas de conversación de los que quería hablar, siempre tuvieron una asociación más hacia las mujeres.
Recuerdo en noveno grado, cuando me cambié de escuela por circunstancias personales, que un chico me dijo: “mirá, vos para mí sos puto, porque te pasás mucho hablando con las chicas”. Y hoy le diría, bueno, no necesariamente amigo, pero algo parecido. Recuerdo también, en aquel momento, que tratando de encontrarle un sentido al hecho de tener una discapacidad, y tener que enfrentarme a un mundo pura y exclusivamente visual, me acercaba a las chicas con las que no hablaba nadie. ¿Por qué nadie les hablaba? No es tan difícil. Porque no cumplían con lo que se requiere para ser lindas, para ser aceptadas en un mundo dominado por hombres, un mundo dominado por como te ves, más allá de como sos. Fue así, que me puse a charlar con la chica más fea del curso. Supuestamente claro, porque yo jamás la vi. Todos me preguntaban, tanto chicas como chicos, por qué me acercaba a ella, si era fea, y nadie la quería. No supe más nada de ella después. Ni de ella, ni de otra chica a la que le decían “mona”, y la discriminaban por sus lentes mucho antes, en séptimo grado. Me parecía, y me parece hoy en día incluso, una estupidez que se discrimine a personas por esto. Pero eso es un enorme debate que, si lo amplío, no termino más… En fin, a lo que quiero llegar, es a que siempre me pregunté, que significaba ser lindo o feo. ¿Yo qué soy? ¿Qué era? ¿Qué seré? ¿Acaso importa? En base a esto, reflexionaba. ¿Realmente me importa como es una chica por fuera? ¿Para qué necesito saberlo?
Todas estas cosas, estos cuestionamientos, estas dudas, continuaron durante muchísimo tiempo en mi mente. Fueron parte de mí, formaron parte de mi vida. Y es muy difícil sobrellevar lo que pensás, lo que sentís, con lo que se supone que tenéss que hacer. Tratando de buscarle una analogía, es como si, durante mucho tiempo, mi lado femenino, hubiese estado prisionero en una celda, y el guardiacárcel, fuese mi lado masculino. Y, como si este, hubiese pugnado por salir muchas veces, pero solo en ocasiones particulares, lo hubiese logrado. Hasta que un día, todo esto, comenzó a cambiar…
Cuando comencé a descubrirme como trans, encontré en el feminismo y la militancia, una comprensión y una aceptación que no había encontrado en ningún lado. Asimismo, encontré que muchas de las conductas y actitudes que yo daba por ciertas, y tenía naturalizadas, estaban mal. No es para nada fácil comprender esto. Es muy difícil ir tomando consciencia del rol que cumplimos en la sociedad, y de lo mucho que podemos perjudicar a alguien. Más difícil aún, es cambiar esas actitudes, esas conductas, esa forma de pensar, de decir y hacer las cosas. No quiero decir con esto que esté totalmente deconstruida, no, para nada. Todo esto es un crecimiento constante. Pero sí saber que, si bien no podía deshacer mi pasado, podía reflexionar, y ser mejor persona en el futuro. Y eso fue lo que hice. Pero, deconstruir años y años de actitudes y conductas machistas, requiere un gran esfuerzo, que no todos están dispuestos a hacer. ¿Por qué? Porque vivimos en una sociedad machista y heteropatriarcal. Porque, ir en contra de los mandatos sociales, es extremadamente difícil. Pude lograrlo, como digo, trabajando mucho conmigo misma, y con la compañía de quienes ya son parte del movimiento, pero que, además, son víctimas de estas conductas, todos los días de sus vidas.
Por supuesto, esto no se dio de la noche a la mañana. Fue un arduo trabajo de cuestionarme todo, de dudar de todo, de no dar por cierto nada. Cuando llegué a la conclusión del daño que todo esto provoca, tuve 2 opciones. O dejar las cosas como estaban, o mirarme en el espejo de mi conciencia y preguntarme. ¿Esto es lo que yo quiero para mi vida? La respuesta fue no, ya no más, nunca más.
Hubieron infinidad de momentos en los que tuve cuestionamientos sobre mis conductas, y sobre las de los hombres que me rodeaban. Un chiste machista, el contarme una supuesta “hazaña” con una mujer, o el intentar compararlas con autos y computadoras, como si, para ser la mujer perfecta, debieran tener una buena delantera, o la última versión del sistema operativo o alguna aplicación. Cuando eso empezó a resultarme incómodo, me di cuenta que estaban ocurriendo en mí, cambios profundos, que iban más allá de mi identidad de género. Más allá de lo que en mí, estaba logrando como mujer. Pero asimismo, también entendí que estaba relacionado a una empatía que ahora tenía, y que antes, no había podido comprender. Esta empatía primero, viene del conocer como en el día a día son muchísimo, y en muchos aspectos, más vulnerables que los hombres. Y después, fue algo mucho más interno. Fue, el entender que, así como a ellas las violentaban, las insultaban, las acosaban, y las cosificaban por ser mujeres, a mí podría pasarme lo mismo por autopercibirme como mujer trans.
Cuando estaba investigando sobre el ser trans, el ser mujer, leí a una antropóloga uruguaya que, si bien no puedo citarla textualmente porque no recuerdo las palabras exactas, decía algo así como que, para la sociedad, había una especie de escalera de sometimiento, dominación y discriminación. El hombre, está por encima de todo. Luego sigue la mujer. Y por último, las mujeres trans. Con esto no quiero victimizarme, solo quiero contar una realidad que, es innegable para todas las mujeres, y que en el caso de las mujeres trans, se hace evidente también, al ser violentadas por otras mujeres cis, aunque es cierto, hay muchas otras que no, que nos respetan, nos acompañan, nos entienden. Ni quiero justificarme, porque sé que en el pasado tuve actitudes machistas, y como dije anteriormente, el pasado es imposible de borrar. Pero sí quiero dejar en claro que hoy, ya no soy la misma persona. Que no tengo ni voy a tener las mismas actitudes. Que si en alguna ocasión, alguna mujer se sintió violentada de alguna forma por mí, que estoy arrepentida de esos actos, a los cuales, hoy considero deplorables. Y que, si quieren luchar contra todo tipo de acoso, y de violencia machista, estoy con ustedes, estamos todas juntas, todas en este sentido, tenemos que ser compañeras, hermanas. Porque hoy, por medio de la empatía, del entendimiento, de la comprensión, del saber y conocer, de una forma más profunda experiencias de vida, y por medio de una confianza que fui logrando, puedo decir con orgullo, que soy una persona totalmente diferente.
Con todo esto, no pretendo que se me lancen flores y aplausos por quien soy, ni piedras y abucheos por quien fui. Si hago esta publicación, es para que, entre todos, tomemos conciencia de la realidad, y de, como afecta a quienes ni siquiera tienen la posibilidad de ser tomadas en cuenta. Quiero que entendamos, que existe la violencia de género, el acoso, el ciberacoso o acoso digital, el abuso sexual, la violación, y que todavía están muy naturalizadas y en el caso de las personas con discapacidad, hasta infantilizadas. No es necesario que seas trans, o que seas feminista. Aunque sí sería genial, que escuches los reclamos del movimiento, y que te los tomes enserio. Sí es necesario que entiendas, que te informes. Nadie te dice quien y como tenés que ser. Solo vos, solo yo, solo cada uno, puede ver las cosas, desde un punto de vista diferente. Hemos recorrido como sociedad, un camino muy grande. Pero nos falta mucho por recorrer todavía. Tomemos conciencia, por todas las víctimas de este sistema machista y patriarcal.
Para finalizar, les dejo un cuentito de Hernán Casciari, un cuentista y escritor argentino, que hace una bonita reflexión sobre el machismo.