En esta oportunidad, me permito reflexionar sobre una cuestión que, hace rato viene generando polémica, no solo en Argentina, si no en todas partes del mundo, y en algunos casos, con consecuencias realmente graves. ¿Y esto es, qué significa el humor para nosotros? ¿Es decir, de qué nos reímos cuando nos reímos?
A lo largo del tiempo, sobre todo en estos últimos años, en los que a mí particularmente me ha tocado vivenciarlo, la forma en la que nos relacionamos con la sociedad, ha cambiado en todos sus aspectos. Esto claro que en gran parte, es positivo. Hay expresiones culturales de todo tipo con contenido feminista, sobre las personas con discapacidad, y/o sobre la comunidad LGBTIQ+, por citar algunos ejemplos. Es algo que, hace algunos años, era impensado. Pero, en cierta forma, también, se coarta otro tipo de libertad de expresión, que siempre ha funcionado como una especie de paralelismo de la sociedad en la que vivimos. Me refiero específicamente, al humor.
Yo entiendo al humor, como una parodia de la realidad, de la sociedad misma. Como una tergiversación o satirización de la misma, con el objetivo de hacernos reír. El problema es, el entender, que no todos nos reímos de las mismas cosas. Y que, lo que para unos puede parecer gracioso, para otros, por variadas razones, tal vez no lo sea. Dentro del propio humor, hay distintos tipos. Mencionarlos todos, me resultaría imposible. Pero sí voy a hacer hincapié en algunos, que pueden servir como ejemplo. Está aquel que, utiliza recursos propios e inventados para crear su propio modelo de risa. Como por ejemplo, el clásico conjunto argentino les luthier. El cual, con una mezcla de recitados, música y escenografía, logra hacer un humor, más del estilo del humor de culto. Pero también, hay otros tipos, un poco más populares, por llamarlos de alguna forma. Un ejemplo son los midachi. Aunque también tienen características similares a los anteriores, estos utilizan recursos más asequibles, por decirlo de alguna forma. Es decir, con un lenguaje más coloquial. Esto no quiere decir que un tipo de humor sea mejor o peor que el otro. Solo, que es diferente. Y que incluso, está dirigido a distinto tipo de público.
En general, la denigración, burla, o ridiculización de la mujer, de las infancias, de las personas con discapacidad, entre otras minorías, son cada vez más cuestionadas. ¿Por qué? Es claramente una cuestión sociocultural. Es decir, la forma en la que va cambiando la comprensión, y la sensibilidad de las personas, sobre las realidades diversas con las que les toca convivir, y a las que están empezando a comprender. Asimismo, tenemos también tipos de humor más complejos de analizar. Por ejemplo, el humor bizarro. Es aquel, cuya parodia de la sociedad, llega a sobrepasar límites de lo, socialmente permitido, tanto actualmente, como en el pasado.
Sabemos desde siempre, que la serie animada más longeva de la televisión, Los Simpson, hace humor parodiando a la sociedad norteamericana en sí, aunque sabemos también, que a lo largo de los años, han hecho parodias de muchísimas situaciones a nivel mundial. Una de las escenas más recordadas por acá, Argentina, es en el capítulo “Rafa el elegido”, de la temporada 19, en la que 2 de los personajes más conocidos del bar de Moe, insultan al carismático pero controversial ex presidente argentino, Juan Domingo Perón. Esto, por supuesto tuvo muchísimas repercusiones a nivel local, y a nivel internacional, con países que simpatizaban con nuestro gobierno de turno. Y es que, a nadie le gusta que insulten, a una figura que admiran. Y, sin ir más lejos, el capítulo en cuestión, ha sido censurado durante bastante tiempo en este país, y en otros países afines.
Yendo más lejos aún, la comedia animada South Park, hace humor con absolutamente todo lo que se le presenta. Es decir, todo es, fue o podría ser parodiado por ellos. Aún así, siguen teniendo gran cantidad de audiencia. La serie animada argentina, Alejo y Valentina, tiene, por decirlo de alguna forma, un tipo de humor similar a Los Simpson, con el lenguaje grosero de South Park, pero argentino, claro. Incluso, esta serie, al igual que Los Simpson, toma hechos actuales, y los parodia. ¿Qué consiguen todas estas series con esto? Que logremos reirnos de las cosas con las que nos relacionamos, en nuestro día a día, ya sea para bien, o para mal. Y ahí, está el principal problema. ¿Qué consecuencias puede traer el humor que hacemos, o que consumimos? Una de las más conocidas, como todos ya sabrán, y si no, es fácilmente googleable, es la ocurrida con el semanario francés Charlie Hebdo. Sin duda, es una de las más trágicas, de las que al menos yo, tengo conocimiento. Pero seguro, no ha de ser la única.
Entonces, creo que podemos subdividir al humor, en 3 partes muy sencillas de identificar, ya que, son las partes que componen cualquier tipo de comunicación. Y puede que algunos, recuerden estos conceptos de cuando iban a la secundaria. Emisor, mensaje, receptor.
Emisor: Es quien cuenta el chiste, quien hace la parodia, la satirización. Quien relaciona hechos, ya sean verídicos o ficticios, de tal forma que estos provoquen risas al receptor.
Mensaje: Es el chiste en sí. ya sea que tenga contenido soez o grosero, o no lo tenga. Ya sea un chiste corto o largo, o un monólogo. Ya sea un cómic/historieta, o incluso una canción, el mensaje es el contenido que va a llegar al receptor.
Receptor: Es quien recibe el mensaje. Quien lo interpreta, lo decodifica, y reacciona al mismo. Para mí, excepto en ocasiones particulares que menciono más abajo, es la parte más importante en todo este proceso. Porque según la reacción de este, el chiste como tal, va a haber funcionado, o no.
Otra de las trágicas consecuencias que puede traer el humor, es cuando este, va dirigido desde una, o un grupo de personas, hacia otra u otras en particular, con el objetivo de burlarse de esta o estas. Esto, es generalmente conocido como bullying. Y, a pesar de los avances en la sociedad, aún el tema, no es tratado como una prioridad. Existen muchísimas causas de suicidios debido a esta “clase de humor”, y por supuesto, muchísimos ataques de depresión. En este caso, la parte importante, son tanto el emisor como el receptor. El primero, porque lo hace con una clara intención de perjudicar al segundo. Y el segundo, obviamente, porque el “chiste”, evidentemente, no solo no le parece gracioso, si no que además, lo ofende, se siente insultado, discriminado por ese chiste.
Existen muchos humoristas, que hacen chistes recurrentes sobre temáticas específicas en particular. Y esto, puede interpretarse como una intención de reirse, siempre de las mismas cosas, y teniendo la certeza, de que mi humor, va a resultar ofensivo para ese grupo de personas que, se identifican con la temática de la que yo estoy hablando. Por ejemplo, si mi humor siempre depende de hacer chistes sobre la gente de color, o los que tienen algún tipo de discapacidad, o de la comunidad LGBTIQ+, evidentemente, estoy haciendo un chiste, con la clara intención de ofender al receptor. O al menos, esa es mi forma, como receptora de estos mensajes que envían esos emisores, de interpretar, esto que llamo, “Humor ofensivo”. Pero de nuevo, esto no depende solo del emisor, si no de quien se siente ofendido al recibir ese mensaje. ¿Es posible trabajar nuestro sentido de la ofensa, por llamarlo de alguna manera? Me parece que, en esta ocasión, podemos tomar como punto de partida, y en el sentido de realizar un análisis concreto, Tanto el llamado humor negro, como el humor machista. Creo que sería una buena forma de reconsiderar nuestra tolerancia a cosas que, hoy en día, ya no son tan socialmente aceptadas como antes. Pero que aún así, continúan siendo parte del humor popular.
Volviendo al tipo de humor que hacen las series más arriba mencionadas, podemos decir que, estas continúan teniendo vigencia hoy en día, ya que, se puede interpretar que las mismas, no hacen humor con el sentido de ofender, si no con el sentido de solo parodiar, de hacer reír al receptor. Y que lo logran, incluso considerando que puede haber ciertos tipos de chistes, que resulten ofensivos para algunos grupos de personas. Sin embargo, hay muchos que aún siguen considerando a esos chistes graciosos, a pesar de la queja de estos grupos. Otra de las preguntas que podemos hacer, es… ¿Quien tiene razón?
Existe cierto tipo de “humor sano”. Este, es el humor que cada uno, puede hacer sobre sí mismo. ¿Y por qué lo pongo entre comillas? Porque también, acá depende del receptor. En este caso, uno mismo es el emisor, y el mensaje. Por ejemplo, yo podría hacer humor sobre varias cosas que me caracterizan. Sobre las personas ciegas o con alguna discapacidad, sobre las personas trans, o sobre las personas que tienen celiaquía, Etc. Es más, en varias oportunidades me han dicho que añada una sección de humor, y precisamente no lo he hecho, porque mi tipo de humor, es espontáneo. Es decir, tiene un contexto, en el que hago un chiste en particular. No pude, al menos hasta ahora, escribir un monólogo, o un texto específicamente de chistes. ¿Pero volviendo al tema en sí, por qué, si este humor es sobre sí mismo, no puede ser un humor sano? Bueno, claramente, porque entre los receptores, puede haber 2 tipos de personas. Y esto, aunque es un cliché básico, no es más que la pura realidad. Los que se rían conmigo, y los que se rían de mí. Es ahí, donde el mensaje toma o no, la relevancia que queremos darle. Porque, todo mensaje, aunque el emisor sea uno solo, está dividido en 2 partes. El que lo emite, con su propia interpretación, la cual para él es clara, y el que lo recibe, el cual puede interpretarlo de cientos de miles de formas diferentes, dependiendo de sus propias características de vida, como mencioné anteriormente. Su cultura, su sociedad, su entorno, su religión, su color de piel, y otras miles de cuestiones más, que convierten a cada una de las personas, en receptoras totalmente diferentes, de un mismo mensaje.
Por supuesto, que hay un tipo de humor aún mucho más sano. Aquel que no es dirigido a alguien por alguna razón en particular. Es sobre algo, sobre algún hecho cotidiano, pero sin perjudicar a nadie, sin ofender a nadie, bajo ningún punto de vista. Ese tipo de humor, por supuesto es diferente al resto de los que venimos hablando. Mi objetivo en sí, fue, durante todo este texto, centrarme precisamente, en estos otros tipos que vengo mencionando. Es decir, en aquellos que, causan un conflicto en la sociedad en general, y en sí, en todo el mundo.
Conclusión: ¿De qué nos reímos cuando nos reímos? A pesar de todo esto, todas y cada una de las personas, nos reímos de distintas cosas. Y, desafortunadamente, no existe una forma de definir, de qué pueden o no, reírse los demás. Pero sí, podemos elegir de qué reírnos cada uno de nosotros. Y podemos decidir, si queremos que los demás se rían de nosotros, o con nosotros. Es ahí, donde está nuestra misión con respecto al humor. No apoyar bajo ningún punto de vista la censura, siempre y cuando, esta no se haga con la intención de ofender. ¿ De qué forma hacemos esa delimitación entre la ofensa y la parodia? Eso, lamentablemente, debe depender de cada uno. Y no digo esto de forma despectiva, claro está. Si no que, a la hora de analizar el humor, deberíamos adoptar un punto de vista más crítico, más universal, más desde el lado de aceptar que todo, sin llegar a parecernos ofensivo o violento, puede ser gracioso. Y que a pesar de todo, podemos reírnos de cualquier cosa. ¿Porque, qué sucede si continuamos cuestionando al humor, y decidimos enojarnos y protestar por cada cosa que consideremos una ofensa? Puede Suceder que, el humor, deje de existir. Porque, como me dijo una amiga una vez, no todo lo que hagamos, va a dejar contento a todo el mundo. Y de eso se debería tratar la vida. Siempre, de reírnos. Como ya se ha probado, reír es una de las grandes curas para el alma, siempre y cuando, no sea a costa de los demás. Ya que si no, nuestra risa, no es sanadora, si no que esta, termina siendo perjudicial. Y puede, en muchos casos, traer consecuencias realmente trágicas.