Me Lo Dijo el Tigre

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Me Lo Dijo el Tigre. El viaje. Mi psiquiatra, mi psicóloga, mis amigas. La arena y el río. Me lo dijo el flaco Spinetta. Me lo dijo ella, me lo dijiste vos, me lo dije yo.
“YA DESPIÉRTATE NENA”, gritaste y parecía como si me lo hubieses gritado a mí. Me lo dije yo cuando me quedé sin habla durante el tiempo que duró tu interpretación. Se lo dije a mis compañeres de viaje cuando hice algo que nadie se esperaba que hiciera. Ni siquiera yo misma. Te acercaste pasando la gorra y mientras elles debatían con cuánto iban a colaborar, yo no dejaba de pensar si realmente quería hacerlo o no. Pero te acercaste: “Disculpame, ¿te puedo decir algo? Ay sí”, me respondiste. “Nunca hice esto y es probable que no volvamos a cruzarnos jamás en la vida. Pero me gustás. Ay, gracias”. Respondiste mientras nos imaginaba coloradas como un tomate a las dos.
Dejé de buscarle una explicación a las cosas que me acontecen. Entendí que tengo una vida intensa. emocionalmente fuerte. Que no dejan de pasarme cosas buenas, malas e intermedias. Es difícil dejar ir a alguien, hacer un duelo y terminarlo cuando por alguna razón que no llegás a comprender, todo te la recuerda. Pero las personas van y vienen. A veces ni siquiera llegás a comprender ese proceso. Es como el tábano que pica al chico con el que te cruzaste pocas veces y con el cual llegaste a tener charlas muy profundas en tan solo dos días.
Es el tren Mitre desde Retiro a Tigre. Es la lancha que no nos quiere llevar pero en la que terminamos subiendo. O creo que era otra, no lo sé. Es el tipo de la entrada de la playa dándonos explicaciones. Es la gente de bien que te da una mano. Es mi tesorito preciado jugando en el río y la arena como si no existiese nada más maravilloso en el mundo. Es la señora que nos dice yo acompaño a los hombres al baño de varones y yo diciéndole: “Bueno entonces nosotres vamos al de mujeres. Mi tesorito, mi amigue y yo. Es la señora y la nena mirándome con cara de orto en el baño cuando con la malla puesta me agaché a guardar algo en la mochila. Es la otra señora en la misma escena mirándonos a les tres con ternura. Es el único hombre del grupo esperándonos cada vez que íbamos a cambiarnos o al baño solamente.
Es mi amigue subiéndose en el tren después del nuestro, y el chico por vivir más cerca llegando antes. Es nosotros tres antes de que llegue mi amigue desayunando en Starbucks y cuando llega elle salir corriendo por tener miedo de no llegar a la lancha. Es la proveeduría en donde pagamos por transferencia con la zona wifi de la señora que atendía porque con nuestra compañía de teléfono no teníamos señal. Es la mesa donde nos sentamos a comer. Es el señor que nos dijo que por ser ciegos tengamos cuidado con la escalera. Es la gente hablándole a Tesorito todo el tiempo como si por ser la única que veía a pesar de ser la más chiquita se tuviese que hacer cargo de nosotres tres.
conversaciones profundas. Confesiones. llanto, risa, juegos, mate, comida, abrazos, hierba, yerba. Una señora alcanzándonos una mesa y sillas. Mi amigue y yo turnándonos para jugar con Tesorito en el río y no descuidar las cosas. Son los candaditos con iniciales que no le pude comprar y también la cadenita con la piedra que le compró mi amigue. Churros sin tacc, alfajorcitos de maicena, comida sin tacc, y el agua caliente más cara del mundo, o eso nos pareció. Es la música de la gente que tenía prohibido usar parlantes. Son los mensajes de whatsapp llegando y enviándose muy esporádicamente por la falta de señal. Es el río plano, la arena caliente, el sol quemándonos los pies. Es la mugre que nos lavamos en las duchas o ir al baño para sacarnos la arena hasta de donde te imagines. Es les tres contándonos cosas súper fuertes mientras Tesorito jugaba cerca y yo le gritaba cada 5min o menos para saber cómo estaba.

Es Tesorito teniendo miedo de las olas grandes que probocaban las lanchas, botes y barcos que pasaban cerca por el río del otro lado de las boyas de seguridad. Soy yo sujetando a Tesorito para que no se caiga y se asuste. Es su intensidad, su cariño, su amor, sus caprichitos, su ansiedad, su inacabable energía. Es correr a guardar las cosas e intentar convencer a Tesorito de que nos teníamos que ir porque si perdíamos la lancha nos quedábamos ahí hasta el día siguiente. Es el chico al que se le rompieron las ojotas en una salida anterior y ahora andaba con pantuflas para todos lados porque le había dado paja comprarse unas. Es la vuelta. No a casa, sino a lo de mi amigue.

Es volver en lancha y sentarnos atrás de todo, estirar las manos y tocar el agua cuando el traquetear de la misma la elevaba hacia nuestros brazos. Son los videos, las fotos, la gente, la buena onda de todos los empleados del lugar. Es el guitarrista tocando canciones bonitas entre las que estaba “Bajan” de pescado rabioso, y la premonición implícita de que te aparecerías en el viaje de regreso. Y subimos al tren, nos fuimos. Apareciste. Me Lo Dijo el Tigre, Me Lo Dijo el Mitre, Me Lo Dijo mi amiga del otro lado del whatsapp, Me Lo Dijo el psiquiatra. Generalmente las personas no cambian. Es ella tan integrada en mi mente como si siempre hubiese estado ahí. Es ella, son ellas, son cada una. Pero no sos vos, no soy yo. Y lo dije, te lo dije, Me Lo Dije. Y el transcurrir del tiempo y el espacio se modificaron. Tanto así que nos dimos cuenta que estábamos llegando a Nuñez cuando ya estábamos ahí. Y corrimos. Y Tesorito y yo bajamos. Pero elles no.

Me Lo Dijo el bastón de mi amigue atrapado en las puertas del tren. Me Lo Dijo Tesorito asustada y dándose cuenta de que estábamos solas en una estación en la que había muy poca gente, sin saber para donde ir y con la mochila de mi amigue en las manos. Se lo dije yo cuando recordé que por haber empezado a usar una app de entrenamiento el teléfono se me había quedado sin batería. Se lo dije yo cuando entendí que elles seguro bajaban en la estación siguiente y volvían. Buscamos una salida, pedimos ayuda y cruzamos al otro lado. Con el teléfono de ella llamamos a mi amigue y efectivamente comprobamos que eso iban a hacer. Fueron elles llegando en el siguiente tren con destino a Tigre diciendo que iban a denunciar la pérdida de la mochila a la policía cuando en realidad la teníamos nosotras. Fue la policía haciéndose eco del supuesto robo y yo explicando lo que pasó. Les pedimos indicaciones y salimos.

Caminamos unas cuadras y entre calles y avenidas había de pronto seis personas indicándones donde teníamos que tomar el bondi. llegamos, lo tomamos, viajamos y bajamos. Pedimos ayuda para cruzar balbín a un chico que tenía de buena onda lo mismo que de imprudente y que por su descuido y la irresponsabilidad de los automovilistas estuvieron a punto de atropellar a Tesorito. Pero mis reflejos, intuición o como quieras llamarlo hicieron que la lleve hacia atrás del brazo y la salve.

Es la vereda, el edificio, el ascensor, el departamento, el perrito, la música, la comida, la yerba, la hierba, las charlas, son ellas. Sí, ellas. Formando tan parte de todo, de mí. Es la tortura, el ataque constante a mi psiquis con la crueldad alegre y placentera que solo pocas personas tienen la capacidad de lograr. Es Tesorito reclamándome que me vaya a dormir con ella. Somos Tesorito y yo buscándote. Google, youtube, con solo dos datos: Tu nombre y que cantabas en el tren. Videos, un comentario tuyo, tu canal, tu usuario. Tu instagram, tu música en spotify. Sos vos diciéndome: “Dejame gritar. ¿Por qué me querés apagar? ¿Qué te incomoda? Que sea yo misma te hace temblar”. Soy yo diciéndoselo a todo aquel que quiera escuchar y que quiera sentirse tocado/a por la frase.

Son Pablo Milanés, Silvio Rodríguez, Joan Manuel Serrat, Ismael Serrano, María Carrasco, de esa noche. El mate, los churros y medialunas del día siguiente. La charla sobre política, trabajo, economía, sindicatos, discapacidad. Son los machirulos y las feminazis. es turnarnos la noche anterior para bañarnos ni bien habíamos llegado. El matambre a la pizza, la parrillada que nos sobró, es Tesorito contra el pollo. Es el loco del taxi que al volver para casa iba a los santos pedos y que casi choca. Somos nosotros/as/es subiendo la escalera cinco pisos para quemar calorías. Somos Tesorito y yo olvidándonos mis ojotas y no recuerdo qué más en la casa de elle.

Sos vos quizás leyendo todo esto y preguntándote realmente quién es esta loca de mierda. Son ellas diciéndote que, sí, la conocemos. Sabemos quien es. Es el rock nacional acompañando ese desayuno a las 12 del mediodía. Es el pop, el indie y de nuevo el rock. Son Charly y Spinetta rezando por mí, por vos, por todos, por todas, por todes. Soy yo intentando por quincuagésima vez sacarla de mi mente, de mi vida, de mi corazón. Soy yo entendiéndome, valorándome, queriéndome. Sabiendo que soy diferente, única. Ni buena, ni mala. Solo humana, solo una persona. Y que no me merezco que me traten mal, que me menosprecien. Sea quien sea y por la razón que sea. Que tengo mucha gente que me quiere alrededor y que me quiere ver bien.

Es el chico de las pantuflas mojadas y la remera al revés. Es le chique que organiza juntaditas lindas en su casa con un hermoso y cariñoso perrito. Es Tesorito con una infinidad de sentimientos y emociones tan grandes que jamás podría describir. Soy yo. Con mis virtudes, mis defectos. Mis aciertos, mis fracasos. Mis contradicciones, mis acuerdos. Me Lo Dijo el Tigre, el Mitre, la playa, la arena, el río, la gente, el perrito, les niñes, sus familias, Me Lo Dijiste vos, Me Lo Dicen mis amigas, mis pocos (y cada vez menos) amigos, Me Lo Dicen ellas, Me Lo Digo yo. Me Lo Dijo Charly, el flaco Spinetta, Fabiana Cantilo, Fito Paez. “Ya despiértate nena, y así verás, lo bello y dulce que es amar”.

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