Una vez, una amiga me dijo: “Yo te acepto, te respeto, te acompaño, y voy a estar con vos para lo que pueda, y lo que necesites. Pero nunca voy a entender por lo que estás pasando, ni lo que tuviste que pasar, porque a mí, eso no me pasó. Y el no tener esa experiencia, solo hace que, yo pueda verlo desde afuera, sin comprender realmente, qué significa, o qué es para vos, ser trans”. En esta publicación, voy a tratar de hablar sobre lo que para mí, es, ser trans. Es complicado. Muchas veces intenté explicárselo a algunas personas por separado, pero, en muchos casos, no lo logré.
Esto tiene que ver, pura y exclusivamente con mi propia experiencia. Con charlas, debates y reflexiones que tuve con varias personas, y otras conclusiones a las que llegué yo misma, tratando de entenderme, de conocerme, y hasta de las experiencias de otras personas trans a las que conocí, e incluso, de investigaciones que hice por mi cuenta. Claro que, sé que aún así, muchos no van a entenderlo. Y es que, como dice en el artículo al que enlacé al final de Soy Katherine, “no se puede comparar una experiencia con una no experiencia”. Y como me dijo mi amiga “ZoylaCiega”, a quien recomiendo que sigan en twitter, “es como querer explicarle a un ciego de nacimiento los colores”. Comparación que, dicho sea de paso, me toca muy de cerca, porque además de trans, también soy ciega de nacimiento. Por más que intenten buscarle similitudes, que se los compare con objetos tangibles o con sonidos, podemos tener una aproximación de qué son, pero al no haber visto jamás, no vamos a poder entender, como es que los perciben quienes sí pueden ver. Aún así, voy a hacer lo que todos hacen conmigo con los colores. Voy a seguir intentándolo.
Desde pequeña, siempre quise usar vestidos. Siempre sentí la necesidad, siempre me soñé y me imaginé con vestidos y el pelo largo, a pesar de que, como comenté en la publicación anteriormente mencionada, en muchas ocasiones, no podía hacerlo. ¿Pero, por qué vestidos? ¿Por un estereotipo? Tal vez sí, no estoy segura de que no haya sido así, sobre todo porque no tenía noción de muchísimas cosas de las que ahora sí. Pero asimismo, no siento que haya sido la única explicación. Durante toda mi vida, me pregunté por qué muchas mujeres, pudiendo ir a una tienda y comprarse un vestido, no lo hacen, no los usan, y no usan polleras. Creo que, hoy en día, son más las mujeres que no cumplen con este clásico estereotipo femenino, que las que sí lo hacen. En mi infancia, era igual. Muy pocas andaban con vestidos. En la adolescencia, muchas usaban minifaldas, cosa que a mí no me resultan cómodas, y que nunca sentí las ganas de usar. Hoy en día, son muchísimas las que usan pantalones chupines, o, incluso con tiro ancho, como los que usan los hombres. Me parece que, la definición de vestido y pollera como estereotipo, está demasiado valorizada, y se debe a que son prendas exclusivamente femeninas. Tengo la sensación, de que, a pesar de aceptarnos, acompañarnos y respetarnos, en muchísimos casos, como me dijo mi amiga, muchas personas no llegan a comprender, nuestro proceso de redescubrimiento personal. En este sentido, me permito tocar varios temas que, sé que pueden resultar controversiales para muchas personas, pero que, sin embargo, como me atañen directamente, siento que puedo expresar mi punto de vista sobre los mismos. Si alguien quiere debatir sobre alguna de las cuestiones aquí mencionadas, o siente que, algo no estoy expressándolo de forma correcta, podemos debatirlo, siempre con respeto, tanto en la sección de comentarios del blog, como en cualquier otro medio o en las redes sociales. En fin, comencemos.
Una de las cosas principales que no se llega a comprender, es el tema de la identidad de género, y la identificación del mismo, con vestimentas predeterminadas, como las que mencioné anteriormente. Para cada persona es distinta. Cada quien, lo vive y lo siente de forma diferente. Por eso, en una publicación anterior, defendí el uso del lenguaje inclusivo, a pesar de que, reconozco que a mí me cuesta utilizarlo. En mi caso en particular, yo me considero una mujer trans. Así es como me identifico. Me gusta mi nombre Katherine, me gusta Kathy, me gusta que el trato hacia mí, sea en femenino. Me siento bien así, me sentí cómoda conmigo misma, cuando estas situaciones comenzaron a darse en mi vida. Una de mis frases favoritas, es la de la activista por los derechos de las personas trans, travestis y transexuales, Lohana Berkins: “Si pudiera nacer de nuevo, elegiría ser travesti”. Pero sé, y entiendo, que muchos no lleguen a comprenderlo. La mayoría de las personas, están cómodas con sus cuerpos, con quienes son, con quienes siempre fueron. Tienen un nombre, son mujeres u hombres, se visten de determinada manera, se dejan el pelo como quieren, y nadie las cuestiona, a menos claro, que sean mujeres. Es decir, si se visten ligeras de ropa, si son gordas, flacas… A muchas eso no les interesa, obvio, pero hay mujeres a las que eso les hace mal, las reprime, las hace llevar una vida llena de inseguridades, de culpas, de miedo, de bronca hacia sí mismas. Muchos de los sentimientos, con los que nosotras también cargamos.
Con el surgimiento del feminismo, empezaron a salir a la luz los estereotipos asociados a las mujeres, por la construcción social que se nos impuso desde siempre. Pero asimismo, se empezaron a cuestionar esos estereotipos como algo malo. Como si una mujer, por ser mujer en el siglo XXI, ahora no pueda maquillarse, arreglarse, vestirse bien, sí, ni siquiera para sí mismas… ¿Por qué no? ¿Tenemos que ser lindas solo para las demás personas? Sin embargo, hoy en día cada vez más hombres se arreglan y se visten bien. El pelo largo en los hombres, la depilación, los pantalones chupines, hasta algunos que usan base de maquillaje y aritos, son cada vez más comunes. ¿Acaso, eso está mal? Según la sociedad, sí, y no. Es decir, al igual que con las personas trans, aún hoy se sigue discriminando a los hombres homosexuales. Pero, el hombre heterosexual, puede vestirse como quiera, sin ser cuestionado. ¿Entonces, por qué ellos no se cuestionan, y nosotras sí? Creo que el intento de romper con los estereotipos, no solo los está rompiendo, si no que, además, está coartando la libertad inherente a las personas, de vestirse con la ropa que más cómoda les sienta, con lo que más les gusta usar, con lo que mejor se identifican.
Con respecto a mí, por ejemplo, algunas veces me preguntaron: “¿Si te gusta usar pelo largo, si te gusta depilarte; por qué no lo hiciste antes?” Hay 2 respuestas para esto. La primera, es que antes no sabía que los hombres se depilaban. Sí sabía que se dejaban el pelo largo. Pero acá va la segunda respuesta. Porque me iban a tildar de puto. Es más, de chica, cuando tenía unos 12 o 13 años, le comenté a mi niñera que quería depilarme la ceja del medio porque no me gustaba así, y fue lo que me dijo: “¿Por qué querés hacer eso? ¿Sos puto?” Entonces, acá podemos separar 2 cosas, que en mi caso se relacionan. Una, es mi identidad. Yo, por alguna razón, ya sea espiritual, o incluso biológica (de esto hablo más abajo) me siento mujer. No una mujer cis, no una mujer como todas las demás. Una mujer trans, pero una mujer en sí. No me siento hombre, no siento que encaje en ese género. Y la otra, es como siento que tiene que adaptarse mi cuerpo, para adecuarse a mi sentir. Ya sea con vestimenta que me sienta más cómoda, como con las hormonas, adaptando incluso mi apariencia física externa.
Hay que tener en cuenta que, muchas mujeres trans y/o travestis, fueron echadas de sus casas, expulsadas de instituciones públicas y privadas de todo tipo, violentadas, agredidas por gran parte de la sociedad, asesinadas, por el solo hecho de querer verse o vestirse como mujeres. Incluso, hay quienes se hicieron operaciones clandestinas, en los pechos por ejemplo, con silicona y aceite para avión. Sinceramente, yo no creo que todas estas cosas, se deban solo a una cuestión estética. Y, yendo incluso más allá todavía, hay una parte de la sociedad, aunque esto va a sonar duro, que aunque adaptemos nuestra apariencia física, nunca nos va a reconocer como mujeres. Por supuesto que, esto es más un cuestionamiento a la sociedad que a nosotras mismas. Pero a lo que quiero llegar, es a que, sí, yo tengo una apariencia femenina demasiado externa, en cuanto a los clásicos estereotipos se refiere. Pero, aunque se crea que es la generalidad, también hay muchos casos que no son así. Muchas personas trans tienen una apariencia más masculina. Otras, no se hacen los pechos. Otras, no se modifican el rostro, y otras sí. Otras, que a pesar de vestirse de forma femenina, no se sacan el pene. Y, otras, que se visten con ropa masculina, pero que sin embargo, se hacen la vaginoplastia. Siento que hay muchas cosas que no pueden comprender todavía sobre nosotras, y lo que se hace, es cuestionarnos desde su punto de vista, usando una especie de medidor propio sobre lo que está bien y lo que está mal. Claro que, no siempre es con mala intención, sobre todo cuando estos cuestionamientos vienen de parte de personas que intentan entendernos. Pero los cuestionamientos, son los mismos.
Tal vez, nosotras también deberíamos empezar a preguntarnos… ¿Quienes nos cuestionan por sentirnos mujeres y tener el pelo largo, tienen el pelo corto? ¿No? ¿Por qué? ¿Si es un estereotipo femenino? Con esto no quiero decir que a partir de ahora, vayamos por ahí cuestionando a todo el mundo. Por el contrario, debemos tener en cuenta que, muchas mujeres cis, tampoco salen ellas, de ese estereotipo. ¿Por qué? Puede que sea por imposición social, porque es lo que se espera de ellas. Pero además, si tienen conciencia de todo esto, es porque les gusta. ¿Y si ellas se sienten bien así, por qué nosotras no?
Sumado a esto, y volviendo al tema de los pechos, también podría cuestionarme: ¿Por qué quiero tener pechos? ¿Porque todas los tienen? ¿Por qué, así como yo los quiero tener, si ellas no los quieren, no se los sacan? Muchas no quieren tenerlos, y no se los hacen. Otras, como decía anteriormente, lo del pene y la vagina. ¿Pero, se preguntaron alguna vez, qué nos lleva a tomar estas decisiones?
En este caso, yo solo puedo hablar por mí misma. Supongo que siempre lo sentí. En mi adolescencia me preguntaba por qué a ellas les crecían y a mí no. Claro, siempre supe la respuesta. Pero esa respuesta no me conformaba. Desde niña soñaba con ser una mujer, una niña propiamente, una adolescente. Sé que es infantil, y estúpido. Pero siempre, soñé con la idea y la posibilidad de que caiga un rayo, que venga Dios, que alguien me haga un hechizo, y que me transforme en esa niña, esa adolescente, esa mujer que quería, que sentía que tenía que ser. Pero sabía que nunca iba a pasar. Descubrirme como trans, fue como encontrar lo que toda la vida estuve buscando. Sí, no es magia, los cambios son de a poco, y nunca van a ser totales. Pero al fin, encontré todo aquello que me hace ser quien soy, quien siempre tuve que haber sido, y como siento que siempre tuve que haber sido, como siento que tengo que ser. Actualmente, pudiendo vestirme con la ropa que me gusta en todo momento, soy más selectiva. De hecho, ahora sé que hay ropa que no me gusta. Voy aprendiendo de mí misma a cada instante, y redescubriéndome en eso, y en todo lo demás. Buscando todo el tiempo, sentirme bien conmigo misma.
Sé, que tal vez, no haya una respuesta definitiva todavía, de por qué nos sentimos diferentes a la mayoría de las personas. Sin embargo, en los últimos años, se han hecho estudios que, podrían empezar a echar un poquito de luz sobre el tema. Como sabemos, durante la gestación, el cerebro, se genera antes que el resto del cuerpo. En este sentido, se hicieron estudios a mujeres y hombres trans y cis, que demostraron que, la actividad cerebral, y la porción del cerebro que, entre otras cosas, se encarga de la percepción del cuerpo, se corresponden con el género con el que las personas se identifican, y no con el que se supone se debería corresponder, según su sexo biológico. Como digo, esto no explica todo, por ejemplo, a las personas con género fluido, o no binaries. Pero tal vez, es la respuesta científica que muchos están buscando, para poder entender, el por qué no somos como los demás.
Otra de las cuestiones que me plantearon, es el concepto de abolición del género. Yo estoy de acuerdo, pero como una forma de reafirmar la identidad de cada persona, y no de coartarla. Me explico. Hoy en el DNI, al menos acá en Argentina, dice masculino y femenino. Hace poco, algunas personas pudieron no poner ninguno. Si abolimos el género de todo tipo de registros y para todo el mundo, para mí está bien, en tanto las personas puedan disfrutar libremente de usar la vestimenta que quieran, ponerse el nombre con el que mejor se identifiquen, y hacer las adecuaciones corporales internas o externas con las que mejor se sientan. Pero es un cambio complejísimo. Requiere de una transformación social sin precedentes. Por eso, me parece bien, que estos cambios se estén dando primero, para ir de a poco, preparando el camino.
En conclusión, las mujeres cis, son mujeres, porque nacieron biológicamente mujeres. Yo soy mujer trans, porque nací biológicamente mujer trans. Eso creo yo. A esta altura de mi vida, y habiendo pasado todo lo que pasé durante todo este tiempo, yo nunca fui hombre. Viví como tal, actué como tal, porque eso me impuso la sociedad desde mi infancia. Porque no conocía otra cosa, porque nadie me enseñó que existían otras formas de vivir, de entenderme a mí misma. Pero a mí, lo que no me importa biológicamente, es mi sexo. Lo que me importa, es mi sentir. Y yo, me siento mujer trans.
Como dije, para todas las personas, la forma de nombrarse e identificarse a sí mismas, no es igual. Ni tampoco lo es, la forma en la que se sienten consigo mismas, y para con los demás. Creo que las etiquetas, no deberían servir en sí para diferenciarnos, no siento que sea ese el objetivo. Si no, para visibilizarnos. Para poder expresar nuestra identidad autopercibida. Para poder decirle al mundo, como nos identificamos. Tampoco, pienso que nuestras diferencias deban ser motivo de ataques, de desunión, de agresiones que, en muchos casos, superan el límite de la discriminación. Creo que deberíamos unirnos, escucharnos, tratar de comprendernos y entendernos. Es la única forma en la que podemos luchar por una sociedad más justa, más igualitaria, menos patriarcal. Un debate que se da con respeto, sin menospreciar la opinión del otro, pudiendo expresar nuestros puntos de vista, pudiendo preguntarle al otro qué siente, cómo lo siente, y por qué se siente así, es un debate que puede construir mejores cosas para el futuro.
Por último, para enriquecer el debate aún más, les dejo el video de una youtuber trans, que da una visión similar a la mía, pero con algunos puntos en los que, como verán, no coincidimos.