Confianza

Descargar en PDFImprimir

La confianza, es el regalo más valioso que una persona puede darte. No la rompas. Porque una vez rota, no puede volver a reconstruirse.

A lo largo de toda mi vida, pero aún más cuando crecí, e hice mi propio camino, al igual que todos los seres humanos, deposité mi confianza en muchas personas. Claro que, distinto tipo de confianza. Porque no es lo mismo pedirle a alguien que te guarde un secreto, que prestarle plata. Pero la confianza, es una sola. Sea cual sea el modo en el que esta se brinde, cuando se brinda, se espera que esta sea tenida en cuenta, valorada. Pero en muchísimos casos, desafortunadamente, no fue así. Podría hablar de aquellos que no me guardaron un secreto cuando se los confié, que no supieron respetar el silencio que necesitaba. Pero no. Porque ese tipo de confianza, si tiene los argumentos indicados, puede ser reparada. O al menos, eso creo. Tal vez, no es así. Tal vez, y solo tal vez, solo debería comprender, que durante toda mi vida, fui demasiado confianzuda. Que les di valor, libertad, respeto, a personas que, no solo no lo merecían, si no que además, no me estaban retribuyendo de la misma forma. Con esto no quiero decir que confíe en alguien para obtener algo a cambio; no, claro que no. Siempre confié solo por confiar. Sin ningún tipo de interés. Pero como digo al principio, si alguien en quien confié traiciona esa confianza, ahí sí ya no puedo hacer nada para volver a repararla.

Muchísimas veces, presté plata y no me la devolvieron. Y, a diferencia de lo que las malas lenguas dicen de mí, yo no nado en dinero. He llevado a personas a reparar cosas a casa, y no solo me han estafado con los precios o los materiales, si no que además, me han arreglado mal las cosas, aprovechándose de mi condición de persona con una discapacidad, ya que, obviamente, yo no puedo hacer esos arreglos. Mientras tanto, algunas de estas personas, hasta te dicen “amigo”. Qué palabra tan grande esa. Muy grande. Tanto así, que seguro voy a mencionarla varias veces en este texto. La amistad, está relacionada en cierto punto con la confianza. Porque son esas personas en quienes confiás, con las que establecés algún tipo de relación, las que luego podrán o no, convertirse en amigos. Pero con alguien que te das cuenta que te está estafando, te está mintiendo, que se aprovecha de vos, es imposible.

No sé por qué se atribuyen esa confianza que no creí darles, de llamarte de esa forma. Los amigos de verdad, no van a ser personas que vayan una o varias veces a tu casa. No van a ser personas a las que contrates para hacer un arreglo. No, no. Los amigos de verdad, están en las buenas, y en las malas. En las tristezas, y alegrías. Están para escucharte cuando necesitás llorar, o para que vos los escuches a ellos. Un amigo, pero un amigo de verdad, no es alguien con quien no vas a tener diferencias, no, claro que no. Pero un amigo de verdad, sabe que más allá de cualquier diferencia, pelea, debate o discusión, siempre la amistad, es lo que prevalece. Y esa amistad, esa confianza, es lo más valioso, como ya dije, que una persona puede darte.

Desde siempre, han venido personas a casa. A algunos, yo ni siquiera los conocía. Pero siempre, confié en quienes los traían. Era como una confianza a través de la confianza que le tenía a personas más allegadas a mí. Muchos han venido a juntadas/jodas, a comer, a dormir, a quedarse 1, 2, o varios días. Y en muchísimos casos, han traicionado mi confianza. A lo largo del tiempo, varias cosas, algunas más valiosas y otras no tanto, desaparecían. Y claro, las personas ciegas, no podemos en muchísimos casos, saber exactamente quien fue. Entonces, nos queda la duda de si fue esta persona o la otra. Y no es, de nuevo, que vaya a hacer un inventario de todo lo que me ha desaparecido. No, para nada. Porque sé que lo material, se puede volver a recuperar de alguna forma u otra. Pero lo que va a quedar sin recuperar, tal vez para siempre, es la confianza.

Hay un tipo de confianza que cuando se rompe, duele más que el resto. Realmente, no sé como definirla. Es cuando vos depositás en una persona, muchos tipos de confianza. Ya no es un arreglo en una casa, no es plata, no es un bien material. Es muchísimo más que eso. Entonces, lo que sucede es que eso, o se rompe de una sola vez, con esa traición, o va rompiéndose de a poco, hasta que llega al punto límite en el que, como vengo diciendo, ya no puede volver a repararse. Ni con parches, ni con pegamento, ni con mocos. Con nada. Es solo eso, podrían decir algunos. Confianza. Pero significa tanto, y tiene tantas formas de ser, de existir como tal, que es imposible definirla en simples palabras. Es muy difícil entender, y poder sobrellevar la ruptura de esa confianza. Una vez la confianza se rompe, puede haber muchas formas de sobrellevar ese duelo de lo ya destruido. Porque la ruptura de la confianza, genera eso, un duelo. El dolor de que lo que pensabas era de una forma, no solo no es así, si no que además, ya está muerto. Y muy probablemente, para siempre. Porque cuando se rompe esa confianza, cuando comienza ese duelo, entendemos que además de la confianza, también nos deja, el Alma Rota.

Hay varias formas de enfrentar la ruptura de esa confianza. Generalmente, lo que he hecho, es hacer borrón y cuenta nueva. Es decir, apartar a las personas de mi vida. Así, sin más, dejarles de hablar. No invitarlos más a casa, y punto final. Esto no es tan fácil siempre. Muchas veces he optado por callar en lo que sé que me traicionaron, porque dentro de todo soy una persona pacífica, a la que no le gusta pelear. Entonces, he dejado las cosas como están, sin decir absolutamente nada. Incluso, he hecho arreglos nuevamente con otras personas, para no decirle a esta persona que lo hizo mal al propósito y que tenga que arreglarlo de nuevo, y para no tener un conflicto. Siempre trato de evitar eso, el conflicto, la pelea. Pero con ciertos tipos de cuestiones lamentablemente, no tengo otra opción, que enfrentarlos.

Otra forma, es el escrache. Es decir, contar a todo el mundo, que estas personas han traicionado mi confianza. Lo he hecho pocas veces, y es algo que no tiene en realidad mucho sentido, porque tiene que ver con nuestra credibilidad, contra la de la otra persona. Pero además, la gran pregunta es, si a alguien le importa realmente si otra persona nos está robando algo o no, o si nos traicionó. ¿Y qué hace esta persona con esa información que obtuvo de parte nuestra? Generalmente, nada. Ellos siguen hablando con quienes traicionaron mi confianza, como si nada hubiese pasado. Y no es que no les importe lo que me pasa, no, no soy tan egoísta como para pensar eso. Si no que, las relaciones entre las personas son tan complejas, que no pueden supeditarse a un solo hecho, teniendo en cuenta que pudieron haber pasado 1, 2, o incluso más años de conocer a alguien. Es más, esta persona que a mí me traicionó, podría ser el “amigo” de otra persona. Porque, claro está, excepto en casos particulares, la mayoría de las personas tienen amigos. Y de esos amigos, no se pueden, no se quieren, o saben que no se deben aprovechar. pero de otros, al parecer sí.

Nada de esto es tan sencillo de hacer. Y no solo por las razones que mencioné anteriormente. Si no ,que, dentro de la confianza, puede haber otros atenuantes, mucho más complejos de enfrentar, de sobrellevar, de encontrar alguna solución a ese problema que surgió, con la ruptura de esa confianza. Y esto es, si las personas que traicionan nuestra confianza, y lo hacen de una forma en la que sentimos que es irreparable, son cercanas a nosotros. Sí, seguro algunos de ustedes han pasado por hechos similares. Seguro, alguien cercano los ha traicionado. Y deben entender lo que se siente. No podés hacer borrón y cuenta nueva con estas personas. No podés escracharlas, porque hay mucho en juego. Tenés que tener cuidado qué le contás y a quien, porque no sabés realmente como pueden reaccionar los demás. Es el tipo de confianza, del que hablé antes. Es decir, cuando depositás en una persona, muchos tipos de confianza. Eso es algo relacionado directamente con esto. Porque solo vas a depositar muchos tipos de confianza, en alguien que es muy cercano a vos, y a quien, aunque suene contradictorio, querés mucho, aún sabiendo que traicionó tu confianza. Porque aunque la confianza se rompa, aunque te deje el alma rota, lo que se atraviesa después, es precisamente un duelo, como también ya dije, porque lo que más cuesta, es dejar de querer. Es la principal diferencia, entre alguien que vino a tu casa una vez, y un amigo, un hermano, alguien que es parte de tu vida. Sinceramente, no sé qué es lo que se puede hacer en estos casos. No tengo una respuesta, una solución, una forma de enfrentar este tipo de situaciones. Solo sé, y estoy completamente segura de esto, que hay algo que al menos yo, no puedo hacer. Para mí, esta, es la última opción. es la más peligrosa, por decirlo de alguna manera. No solo para los demás, si no también, para una misma. Y acá, aunque quede cortito, se merece un subtítulo aparte.

Venganza

Dicen muchísimas cosas sobre ella. Que es un plato que se sirve en frío, que no hay nada más satisfactorio que ver a quien te destruyó, destruído igual, o peor de lo que vos lo estás. Hay quienes dejan que de eso se encargue Dios, el destino, el karma, o cualquier otra fuerza sobrenatural, incluyendo la magia negra o brujería. Pero, hay quienes toman las riendas de su propio destino, y forjan su propio camino, incluso en este aspecto. No voy a negar, que muchas veces lo consideré, que lo intenté, y que estuve muy cerca de concretar mi propia venganza. Pero entendí, que al menos yo, no puedo, no quiero, y siento que no debo hacerlo. Para mí, la venganza, no es tan sencilla de llevar acabo. Y entiendo que tenemos que tener la capacidad mental que nos permita vengarnos, sin sentir culpa o remordimiento por haber lastimado a otra persona. En cierto punto, la venganza es un sentimiento muy egoísta. Porque nos hace sentir superiores al resto, a aquel que nos dañó. Nos sentimos con el poder, los recursos y las herramientas como para dañar a esa persona, sin importarnos para nada, las consecuencias que esto pueda tener en la vida del otro, o en la de alguien más. ¿Y, somos realmente tan importantes como para decidir por sobre la vida del otro? La respuesta, es no. No deberíamos decidir sobre el otro. Solo deberíamos decidir sobre nosotros mismos. Dejar todo atrás, y hacer lo mejor posible para salir adelante, ese es el estilo de vida que al menos yo elijo seguir.

Por supuesto, que yo no puedo, ni pretendo, que todos sigan mi filosofía de vida, ni se tomen las cosas con tanta pasividad, por decirlo de alguna forma. Porque esto, también nos hace daño, y mucho. Pero sí creo que a la hora de tomar decisiones importantes, podríamos tratar de seguir una premisa, que yo utilizo muchísimo, y dice así: hay 3 cosas realmente importantes en la vida: lo que se puede hacer, lo que se quiere hacer, y lo que se debe hacer. El punto, es siempre intentar encontrar el equilibrio entre esas 3 cosas, y que el resultado, sea lo menos perjudicial posible, para una misma y para los demás. ¿Ahora, la pregunta es, estamos siempre en condiciones de encontrar ese equilibrio?

Dejá una respuesta